José Bocapato bajó del coche. Nervioso, se dirigió hacia la casa de Carla. En varias ocasiones sus piernas le traicionaron, pero cada vez que esto ocurría, en su cabeza resonaban las palabras de su madre: “si haces reír a una chica, si ve que no te avergüenzas, te la has ganado.” Cruzó el umbral e inmediatamente se vio rodeado por una turba de adolescentes borrachos. Buscó a Carla entre la multitud, y tras unos minutos paseándose entre sus compañeros de instituto, la vio. Estaba preciosa, con su larga melena dorada y un vodka con limón en la mano. Hablaba con el capitán del équipo de fútbol, y no paraba de reírse.
Qué guapa es, pensó José. ¿Qué posibilidades tengo? Ella es una diosa, y yo un nerd. No puedo hacerlo. Pero las sabias palabras de su madre volvieron a dejarse oir, como un eco, en las profundidades de su mente. “Hazla reír, José… hazla reír.” Agarró un vaso de cubata que había en el suelo y se bebió su contenido de un trago (más tarde descubriría que era una mezcla de ron, orina y escupitajos, él no notó la diferencia porque no estaba acostumbrado a beber.)
En tres zancadas se plantó detrás de Carla, justo en el momento en que comenzaba a sonar la canción de La Mayonesa. Es ahora o nunca, se dijo. ¿Carla? Ella se giró, interesada, y se encontró a José con la boca abierta enseñándole la dentadura. La música dejó de sonar, el tiempo se detuvo, y Carla pegó un chillido que remató con una sonora bofetada en la cara de nuestro pobre amigo. “Fuera de mi fiesta, psicópata.” Él echó a correr entre las risas y abucheos de sus compañeros. Durante una semana no salió de casa, y cuando volvió al instituto, descubrió que alguien lo había grabado todo y lo había subido a Youtube.
Se traslado a otro centro, estudió en varias universidades, pero siempre había alguien que lo reconocía. Con treinta años aún era virgen, pues todas las chicas se enteraban tarde o temprano de quien era. Encontró una empresa en la que pasaba desapercibido, hasta que un día, al entrar en la oficina, oyó risas a lo lejos. Otra vez no, susurró. Huyó y nunca más se le ha vuelto a ver. Algunos dicen que se alistó en la Legión Extranjera Francesa, otros que se suicidó, otros que subió al Barco de Las Almas Errantes… Quizá nunca sepamos que fue de José Bocapato.