Fireforge, la compañía que montó un ex-Blizzard y que ha desarrollado el malogrado último juego de Ghostbusters, ha liquidado sus activos en julio para pagar una enorme deuda de 12 millones de dólares. No hay comunicado oficial ni registro de despidos confirmado, pero la situación de bancarrota parece nublar cualquier perspectiva de seguir adelante que tuviera este equipo.
Ya tuvieron dos proyectos inacabados que quedaron cancelados, el MOBA Zeus y el juego de acción sci-fi Atlas, con socios externos como Razer y Tencent. Sin duda, el nuevo juego de Cazafantasmas estrenado junto a la película no iba a ser un tremendo salvavidas si las ventas debían responder a la calidad del título, de acción y rol isométricos y singleplayer o cooperativo.
Quizá las prisas o la total separación del nuevo filme hicieron a Fireforge no terminar de saber atarlo bien para que fuera un juego a la orden del día en términos audiovisuales y jugables, que destacara en su género teniendo siempre en cuenta que es un producto divertido y conformista.