En plena era de la tecnología, el desarrollo de la ciencia y los avances al alcance de cada vez más gente, hay días en los que parece que seguimos estancados en el tiempo. Algunos han convertido sus ideas en fósiles prehistóricos que salen de paseo de vez en cuando y uno de ellos se ha dejado ver estos días. Un periodista de la CNN comparaba un reciente asesinato, cometido durante una retransmisión en directo en Facebook, con un juego de disparos en primera persona.
Estas son la clase de cosas que no sirven más que para demonizar una de las aficiones más extendidas actualmente. Se trata, no en vano, de la principal vía de entretenimiento audiovisual en términos de ingresos. Brian Steller, el periodista, explica cómo los juegos de disparos en primera persona es como muchos jóvenes «experimentan con las armas» y que un vídeo como este «añade la misma perspectiva». Vamos, que lo que pasa es que el asesino estaba jugando al Call of Duty: Real Life.
La vuelta de tuerca de siempre, según la cual si juegas a GTA V te convertirás en un criminal reincidente sin ninguna duda. Resulta extraño que en pleno siglo XXI, con los juegos más presentes en la sociedad que nunca y aceptados como entretenimiento para todas las edades, se sigan viendo estas cosas.
No, no son los videojuegos los que dan a una persona el acceso a un arma de fuego, por mucho que algunos se empeñen en señalarlos como fuente de violencia. Y me gustaría decir que esta es la última vez que tenemos que hacernos eco de unas desafortunadas declaraciones sobre este tema, pero sospecho que no será el caso. Es más fácil recurrir a culpar a los videojuegos que intentar buscar la auténtica fuente del problema y ponerle algún tipo de solución.
Por suerte, son cada vez más los padres que ven esto como un simple entretenimiento más y saben educar a sus hijos para que entiendan lo que está bien y lo que está mal, y no mirar este producto como la fuente de todo mal. Pasad el mando a los chavales, que son la siguiente generación de jugadores.