Doom ha sido, este año, una de esas sorpresas agradables que pocas veces se dan cuando se reinicia una saga. Lo clásico y lo nuevo se dan la mano para ofrecer un producto por encima de la media. Como cualquier shooter moderno, ofrece un modo multijugador, en el que se centran los DLCs del juego. Desde ayer mismo tenéis disponible el último, Bloodfest.
Siguiendo con la tónica habitual en estos casos, lo primero que hay que destacar que se añade son los nuevos mapas en los que vernos las caras con otros jugadores. ¿Y qué pega con la decoración de los nuevos mapas más que nuevo equipamiento? Pues para conjuntar con el caos y la destrucción de los nuevos mapas, tenemos un lanzagranadas y unos propulsores que nos darán ese empujón necesario para alcanzar las estrellas… y destriparlas, suponemos. También hay nuevas piezas decorativas como el set de cultista y burlas.
Por supuesto también se añade un nuevo demonio para usar cuando cumplamos con los requisitos. Esta vez es el Pinky, que ya nos dio algún sustico en la Campaña y que está disponible en su versión invisible.