Hace tres mil años, un poeta cantaba sobre héroes tan poderosos que eran capaces de resistir a un ejército. Por amor, navegaron por todo el mundo. Por su familia, hicieron los mayores sacrificios. Por honor, afrontaron y aguantaron la voluntad de los dioses. Y lucharon en una guerra que hizo temblar al mundo.
En la época en la que el todopoderoso Zeus gobernaba a los inmortales y a los hombres, lo que empezó como una tregua entre dos ciudades estalló rápidamente en una enorme guerra que sacudió los mismísimos cimientos del Olimpo.
Dos poderosos ejércitos lucharon no por la patria y el país, sino por el amor de una única mujer. El destino de esas civilizaciones descansa ahora en el filo de una navaja.