Ayer cerrábamos el día con una noticia que revolucionó a la comunidad de jugadores a nivel mundial. Cory Ledesma de THQ defendía el modelo adoptado por su compañía, introducir cambios en los juegos que limitasen su uso en el caso de adquirirlos de segunda mano, alegando que los usuarios que compran juegos usados son unos estafadores.
Tanto THQ como EA recientemente han implementado un sistema de códigos de un único uso que acompañan a la copia original mediante los cuales se activa la posibilidad de usar los modos online que contienen los juegos. De esta forma, al usar dicho código el primer propietario del título, el segundo y los venideros deben adquirir otro mediante descarga digital por valor de unos 10 euros si quieren acceder al multijugador.
A esta práctica pretende sumarse Ubisoft, que ya introducía códigos de un sólo uso para ampliar la experiencia de juego desde hace algún tiempo, y ahora es Sony la que se plantea llevar a cabo una acción similar.
“Sobre la idea de implementar elementos online en el disco que sean válidos o desbloqueables mediante el pago de alguna tasa, apoyamos totalmente la propuesta. De hecho ya estamos investigando formas de introducir estas opciones en nuestro propio contenido. “
De esta forma, con bastante más clase que la demostrada por el señor Ledesma, Andrew House se suma a la cruzada de las desarrolladoras contra los juegos de segunda mano afianzando un modelo que cada día parece más inevitable: si quieres jugar online, o lo compras original o pagas por ello.
Hasta ahora la reacción por parte de los usuarios frente a esta práctica ha sido de un enfado cuasi unánime. Es lo que suele pasar cuando se altera un status quo con el que hemos convivido durante toda nuestra vida. Por un lado el rechazo es totalmente comprensible, además de compartido por quien escribe estas líneas, por el otro también lo es que una empresa quiera beneficiarse al máximo de su producto.
Por la actualidad que nos ha tocado vivir el debate que engloba esta propuesta siempre viene acompañado de dos elementos que a priori no deberían entrar: las descargas de contenido o DLC y la piratería. La primera porque se considera por muchos usuarios un añadido que debería ser gratuito considerando que ya se ha pagado por el juego físico, la segunda porque el dinero que recibe la desarrolladora y/o distribuidora por el título que han puesto a la venta es el mismo, cero.
Esa lógicamente es la opinión de uno y otro bando, por lo que si intercambiamos los papeles lo que nos encontramos es que, en primer lugar, a ojos de los creadores, tu sabes lo que compras y eres libre de adquirir tanto el juego físico como el DLC, nadie te obliga a desembolsar ese dinero. Con el segundo tema el usuario defiende que la compra de segunda mano entra en los límites de lo que consideramos moralmente correcto, mientras que la piratería no.
Por otro lado, continuando con ese último concepto y de boca de los defensores de la segunda mano, la venta de un juego original permite a su primer usuario que con el dinero recaudado pueda adquirir otro título, con lo que el creador acabará beneficiado tarde o temprano.
La realidad en cambio representa que la desarrolladora está dejando de ganar esos sesenta euros (aproximadamente y sin tener en cuenta aranceles, distribución y demás) mientras que varios usuarios están disfrutando de su obra. Y aquí reside la raíz del problema, un conflicto de intereses en el que una de las partes tiene que acabar cediendo tarde o temprano.
Llegado a este punto la pregunta es inevitable y espero que entre todos consigamos un cordial debate que nos enriquezca a todos. Ahí van mis preguntas:
¿Habiendo pagado por el juego podemos hacer lo que nos venga en gana con él? ¿Pensaríamos igual los que estamos en contra de la medida si esa falta de ingresos, que no pérdida, nos afectara personalmente? Obligándonos a pensar en una solución satisfactoria para ambas partes ¿qué medidas se os ocurren? La pelota está en vuestro tejado (esperemos que algún insider de la industria se una a nosotros abiertamente para compartir opiniones).
Fuente
Tanto THQ como EA recientemente han implementado un sistema de códigos de un único uso que acompañan a la copia original mediante los cuales se activa la posibilidad de usar los modos online que contienen los juegos. De esta forma, al usar dicho código el primer propietario del título, el segundo y los venideros deben adquirir otro mediante descarga digital por valor de unos 10 euros si quieren acceder al multijugador.
A esta práctica pretende sumarse Ubisoft, que ya introducía códigos de un sólo uso para ampliar la experiencia de juego desde hace algún tiempo, y ahora es Sony la que se plantea llevar a cabo una acción similar.
“Sobre la idea de implementar elementos online en el disco que sean válidos o desbloqueables mediante el pago de alguna tasa, apoyamos totalmente la propuesta. De hecho ya estamos investigando formas de introducir estas opciones en nuestro propio contenido. “
De esta forma, con bastante más clase que la demostrada por el señor Ledesma, Andrew House se suma a la cruzada de las desarrolladoras contra los juegos de segunda mano afianzando un modelo que cada día parece más inevitable: si quieres jugar online, o lo compras original o pagas por ello.
Hasta ahora la reacción por parte de los usuarios frente a esta práctica ha sido de un enfado cuasi unánime. Es lo que suele pasar cuando se altera un status quo con el que hemos convivido durante toda nuestra vida. Por un lado el rechazo es totalmente comprensible, además de compartido por quien escribe estas líneas, por el otro también lo es que una empresa quiera beneficiarse al máximo de su producto.
Por la actualidad que nos ha tocado vivir el debate que engloba esta propuesta siempre viene acompañado de dos elementos que a priori no deberían entrar: las descargas de contenido o DLC y la piratería. La primera porque se considera por muchos usuarios un añadido que debería ser gratuito considerando que ya se ha pagado por el juego físico, la segunda porque el dinero que recibe la desarrolladora y/o distribuidora por el título que han puesto a la venta es el mismo, cero.
Esa lógicamente es la opinión de uno y otro bando, por lo que si intercambiamos los papeles lo que nos encontramos es que, en primer lugar, a ojos de los creadores, tu sabes lo que compras y eres libre de adquirir tanto el juego físico como el DLC, nadie te obliga a desembolsar ese dinero. Con el segundo tema el usuario defiende que la compra de segunda mano entra en los límites de lo que consideramos moralmente correcto, mientras que la piratería no.
Por otro lado, continuando con ese último concepto y de boca de los defensores de la segunda mano, la venta de un juego original permite a su primer usuario que con el dinero recaudado pueda adquirir otro título, con lo que el creador acabará beneficiado tarde o temprano.
La realidad en cambio representa que la desarrolladora está dejando de ganar esos sesenta euros (aproximadamente y sin tener en cuenta aranceles, distribución y demás) mientras que varios usuarios están disfrutando de su obra. Y aquí reside la raíz del problema, un conflicto de intereses en el que una de las partes tiene que acabar cediendo tarde o temprano.
Llegado a este punto la pregunta es inevitable y espero que entre todos consigamos un cordial debate que nos enriquezca a todos. Ahí van mis preguntas:
¿Habiendo pagado por el juego podemos hacer lo que nos venga en gana con él? ¿Pensaríamos igual los que estamos en contra de la medida si esa falta de ingresos, que no pérdida, nos afectara personalmente? Obligándonos a pensar en una solución satisfactoria para ambas partes ¿qué medidas se os ocurren? La pelota está en vuestro tejado (esperemos que algún insider de la industria se una a nosotros abiertamente para compartir opiniones).
Fuente