Seguro que alguna vez te has desvelado en mitad de la noche, con la extraña sensación (a pesar de las pocas horas que llevabas dormido) de estar completamente despejado y sin cansancio (incluso mejor que cuando duermes toda la noche del tirón). Luego te has vuelto a acostar, y al sonar la alarma por la mañana te has levantado destrozado, completamente atontado y sin ganas de salir de la cama. ¿A que es debido que con menos horas de sueño te hayas sentido tan bien, y luego con más estés tan cansado?. Está relacionado con lo que los expertos llaman “ciclos del sueño”, que una vez entendidos nos servirán para elaborar un método con el que conseguir despertarnos sin la molesta sensación de cansancio.
Los ciclos del sueño
El sueño no es un estado único en el que permanecemos mientras dormimos, sino que tiene 5 etapas. Durante el transcurso de la noche, en el sueño, vamos recorriendo cada una de esas etapas, completándolas todas en un ciclo que dura aproximadamente 90 minutos. Las etapas 1 y 2 son las consideradas como sueño “ligero”, mientras que las etapas 3 y 4 son consideradas de sueño “profundo”. La quinta etapa, que es completamente diferente al resto, es la fase de sueño REM (”movimientos oculares rápidos”), que es cuando soñamos.
Las investigaciones han demostrado que la duración del sueño no es lo que hace que luego nos sintamos frescos y despejados. El factor clave es el número de ciclos completos que realizamos. Cada ciclo del sueño, como ya hemos dicho, dura aproximadamente 90 minutos: 65 minutos de sueño normal (o no-REM, las 4 primeras etapas); 20 minutos de sueño REM (la quinta etapa); y 5 minutos finales en un estado no-REM. La fase REM del sueño es más corta durante los primeros ciclos (menos de 20 minutos) y más largas en los últimos (mas de 20 minutos). En el periodo que hay entre 2 ciclos de sueño no estamos realmente durmiendo: es una especie de zona intermedia, en la que si no somos molestados (por la luz, el frío, el ruido, etc) pasamos a entrar a otro ciclo de 90 minutos.
Si fuéramos a dormir de forma completamente natural, sin alarmas u otro tipo de molestas perturbaciones, nos despertaríamos, aproximadamente, tras un múltiplo de 90 minutos. Por ejemplo tras 4′5 horas, 6 horas, 7 ‘5 horas o 9 horas, pero nunca tras 7 u 8 horas (que no son múltiplos de 90 minutos). Una persona que sólo duerma 4 ciclos (6 horas) se sentirá más descansada que otra que duerma durante 8 o 10 horas, pero que no haya podido completar uno de los ciclos por haberse levantado antes de acabarlo (es decir, que lo haga en la etapa de sueño “profundo” y no en la inicial de sueño “ligero”). Así es como se explica que por ejemplo los fines de semana, sin usar despertador, nos levantamos despejados, y durante la semana cansados (aún pasando sólo un poco mas de tiempo en la cama, y a veces incluso menos), o también es la respuesta a la pregunta con la que empezábamos el artículo.
Sabiendo todo esto, podrán adivinar que el secreto para despertarse despejado es hacerlo justo cuando acaba un ciclo de sueño y empieza otro, es decir, hacerlo en la etapa inicial de sueño “ligero”. Pero, ¿cómo hacer eso? Debido a que cada ciclo dura 90 minutos, podríamos calcular en que momento programar la alarma del despertador, para que nos levantara justo en ese momento, simplemente usando para ello múltiplos de 90 minutos -como por ejemplo que tardara 7 horas y media en sonar-. El problema es que tomar como referencia los 90 minutos es incorrecto, pues no es una regla fija - para cada persona su ciclo de sueño es diferente. Además como hemos visto el ciclo del sueño no es constante… varía en duración a lo largo de la noche (la fase REM es al principio mas corta y luego mas larga), y se ve afectado por factores externos como el ejercicio, el alcohol y las drogas. Tampoco puedes saber si te quedarás dormido al instante, nada más entrar en la cama, o tardarás X tiempo en hacerlo, por lo que al final la alarma podría sonar en el momento incorrecto, durante una fase de sueño “profundo”.
Tenemos que intentar medir nuestros propios ciclos, y aquí es donde comenzamos nuestro método.
El Método
Necesitaremos programar 2 alarmas (hay relojes que lo permiten, o sino pueden usar el reloj despertador y la alarma del telefono móvil, o cualquier combinación que se les ocurra).
La primera alarma la programaremos para que suene antes del momento en el que nos queremos despertar (luego veremos cuanto antes). Y haremos que esta sea en forma de radio o música muy muy tranquila. La segunda alarma la pondremos para que salte en el último momento que te puedes permitir ser despertado, y la haremos sonar con el típico zumbido fuerte y molesto.
El truco es que la primera alarma tenga el volumen exacto para que sólo te pueda despertar si estás en la fase de sueño “ligero”, y que no lo consiga si estás en una etapa de sueño “profundo”. La segunda alarma es simplemente un “salvavidas”, para asegurarnos, en el caso de que la primera alarma no consiga espabilarnos, de hacerlo con el tiempo suficiente para ir a trabajar o lo que sea.
Tendremos entonces que ajustar dos cosas. La primera es en que momento hacer sonar la primera alarma. Puedes usar la regla de los 90 minutos, y estimar así cuando entrarás en una fase de sueño “ligero”, para hacerla saltar en ese momento (por ejemplo si te vas a dormir a las 00:00 programarla a las 7:30). Otra alternativa (quizá más práctica), es poner dicha primera alarma 30, 45, 60, o 90 minutos antes que la segunda, con la esperanza de pasar por alguna etapa de sueño “ligero” durante ese tiempo. La segunda cosa que necesitarás ajustar es el volumen de la alarma. Tiene que ser lo suficientemente fuerte para que te despierte durante el sueño “ligero”, pero no tanto como para despertarte durante el sueño “profundo”. Haciendo pruebas durante varios días (empezando desde el nivel más bajo de volumen e ir aumentándolo) es la única forma de ir afinándolo.
Como veis es un sistema fácil de implementar, y que no necesita de un cambio radical en nuestra forma de vida, pero que puede mejorar notablemente nuestra sensación al despertar y durante el resto del día. ¿Porque no probarlo?
Los ciclos del sueño
El sueño no es un estado único en el que permanecemos mientras dormimos, sino que tiene 5 etapas. Durante el transcurso de la noche, en el sueño, vamos recorriendo cada una de esas etapas, completándolas todas en un ciclo que dura aproximadamente 90 minutos. Las etapas 1 y 2 son las consideradas como sueño “ligero”, mientras que las etapas 3 y 4 son consideradas de sueño “profundo”. La quinta etapa, que es completamente diferente al resto, es la fase de sueño REM (”movimientos oculares rápidos”), que es cuando soñamos.
Las investigaciones han demostrado que la duración del sueño no es lo que hace que luego nos sintamos frescos y despejados. El factor clave es el número de ciclos completos que realizamos. Cada ciclo del sueño, como ya hemos dicho, dura aproximadamente 90 minutos: 65 minutos de sueño normal (o no-REM, las 4 primeras etapas); 20 minutos de sueño REM (la quinta etapa); y 5 minutos finales en un estado no-REM. La fase REM del sueño es más corta durante los primeros ciclos (menos de 20 minutos) y más largas en los últimos (mas de 20 minutos). En el periodo que hay entre 2 ciclos de sueño no estamos realmente durmiendo: es una especie de zona intermedia, en la que si no somos molestados (por la luz, el frío, el ruido, etc) pasamos a entrar a otro ciclo de 90 minutos.
Si fuéramos a dormir de forma completamente natural, sin alarmas u otro tipo de molestas perturbaciones, nos despertaríamos, aproximadamente, tras un múltiplo de 90 minutos. Por ejemplo tras 4′5 horas, 6 horas, 7 ‘5 horas o 9 horas, pero nunca tras 7 u 8 horas (que no son múltiplos de 90 minutos). Una persona que sólo duerma 4 ciclos (6 horas) se sentirá más descansada que otra que duerma durante 8 o 10 horas, pero que no haya podido completar uno de los ciclos por haberse levantado antes de acabarlo (es decir, que lo haga en la etapa de sueño “profundo” y no en la inicial de sueño “ligero”). Así es como se explica que por ejemplo los fines de semana, sin usar despertador, nos levantamos despejados, y durante la semana cansados (aún pasando sólo un poco mas de tiempo en la cama, y a veces incluso menos), o también es la respuesta a la pregunta con la que empezábamos el artículo.
Sabiendo todo esto, podrán adivinar que el secreto para despertarse despejado es hacerlo justo cuando acaba un ciclo de sueño y empieza otro, es decir, hacerlo en la etapa inicial de sueño “ligero”. Pero, ¿cómo hacer eso? Debido a que cada ciclo dura 90 minutos, podríamos calcular en que momento programar la alarma del despertador, para que nos levantara justo en ese momento, simplemente usando para ello múltiplos de 90 minutos -como por ejemplo que tardara 7 horas y media en sonar-. El problema es que tomar como referencia los 90 minutos es incorrecto, pues no es una regla fija - para cada persona su ciclo de sueño es diferente. Además como hemos visto el ciclo del sueño no es constante… varía en duración a lo largo de la noche (la fase REM es al principio mas corta y luego mas larga), y se ve afectado por factores externos como el ejercicio, el alcohol y las drogas. Tampoco puedes saber si te quedarás dormido al instante, nada más entrar en la cama, o tardarás X tiempo en hacerlo, por lo que al final la alarma podría sonar en el momento incorrecto, durante una fase de sueño “profundo”.
Tenemos que intentar medir nuestros propios ciclos, y aquí es donde comenzamos nuestro método.
El Método
Necesitaremos programar 2 alarmas (hay relojes que lo permiten, o sino pueden usar el reloj despertador y la alarma del telefono móvil, o cualquier combinación que se les ocurra).
La primera alarma la programaremos para que suene antes del momento en el que nos queremos despertar (luego veremos cuanto antes). Y haremos que esta sea en forma de radio o música muy muy tranquila. La segunda alarma la pondremos para que salte en el último momento que te puedes permitir ser despertado, y la haremos sonar con el típico zumbido fuerte y molesto.
El truco es que la primera alarma tenga el volumen exacto para que sólo te pueda despertar si estás en la fase de sueño “ligero”, y que no lo consiga si estás en una etapa de sueño “profundo”. La segunda alarma es simplemente un “salvavidas”, para asegurarnos, en el caso de que la primera alarma no consiga espabilarnos, de hacerlo con el tiempo suficiente para ir a trabajar o lo que sea.
Tendremos entonces que ajustar dos cosas. La primera es en que momento hacer sonar la primera alarma. Puedes usar la regla de los 90 minutos, y estimar así cuando entrarás en una fase de sueño “ligero”, para hacerla saltar en ese momento (por ejemplo si te vas a dormir a las 00:00 programarla a las 7:30). Otra alternativa (quizá más práctica), es poner dicha primera alarma 30, 45, 60, o 90 minutos antes que la segunda, con la esperanza de pasar por alguna etapa de sueño “ligero” durante ese tiempo. La segunda cosa que necesitarás ajustar es el volumen de la alarma. Tiene que ser lo suficientemente fuerte para que te despierte durante el sueño “ligero”, pero no tanto como para despertarte durante el sueño “profundo”. Haciendo pruebas durante varios días (empezando desde el nivel más bajo de volumen e ir aumentándolo) es la única forma de ir afinándolo.
Como veis es un sistema fácil de implementar, y que no necesita de un cambio radical en nuestra forma de vida, pero que puede mejorar notablemente nuestra sensación al despertar y durante el resto del día. ¿Porque no probarlo?