Son dos títulos muy distintos. Uno de ellos va dirigido a generar una ambientación embaucadoramente tétrica, con mucha originalidad y un ritmo eficaz jugando en un entorno muy entretenido. Es un título que deja huella, porque consiguió crear su propia esencia, y eso no es nada fácil a dia de hoy.
Y aunque carezca de modo online, su modo campaña es tan bueno que casi nos olvidamos del resto. Además, ya existen títulos FPS creados casi exclusivamente para modos online. Bioshock juega en otra liga, en una en la que se premia el esfuerzo de hacer pasar al jugador por experiencias irrepetibles en ámbitos solitarios. Algo muy complicado de conseguir.
En el caso de Killzone 2, el producto discurre entre los modos online y campaña. Ambos tienen cotas de calidad impresionantes que no debemos deja de valorar como geniales.
Personalmente baso la calidad de Killzone 2 en su modo campaña. El cuál me parece asombrosamente conseguido y muy divertido. No es tan fácil sumergirse en la trama como en Bioshock, ya que no se alcanza ese nivel de universo succionador, pero tiene suficiente personalidad propia como para enamorar nuestras mentes y inmiscuirnos en la historia, y una buena cantidad de situaciones conseguidísimas. A pesar de que quizás le falte un poco de carisma a los personajes, o mucha, y algo más de originalidad en el desarrollo y planteamiento.
Por último decir que Killzone 2 es una joya técnica de incalculable valor y Bioshock es uno más del montón en dicho apartado. Incluso un tanto obsoleto en algunos de sus matices.