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Hoy día estamos acostumbrados a ver nuestra propia imagen por todas partes: redes sociales, vídeos que grabamos; nuestra vida está documentada en archivos audiovisuales. Y aunque siga estando muy lejos, el tiempo en el que todas las grandes ciudades estén monitorizadas por las fuerzas de seguridad del Estado “por nuestra propia seguridad” avanza lentamente. Este es el punto de partida de muchas películas y novelas con futuros distópicos y el pilar sobre la que se sostiene République, el juego del que hoy hablamos. Nos encontramos ante un juego de corte independiente, desarrollado por Logan Games y Camouflaj LLC, que llegó originalmente en formato episódico a dispositivos iOS pero que a día de hoy está disponible también en PC y PS4.
El argumento de Republique es ciertamente hermético y es complicado que te enganche desde un principio si no sabes exactamente lo que estás viendo. Sólo vemos cómo una chica, Hope o 390-H como se refieren a ella en las instalaciones que llevan el nombre de Metamorfosis, está siendo severamente reprendida por estar en posesión de material prohibido en lo que parece ser algún tipo de centro de internamiento y va a ser castigada por ello. Ayudada por un guardia, que en principio es nuestro otro personaje controlable (el juego es tremendamente confuso en este aspecto y no estamos seguros de que estemos controlando a este personaje o a uno completamente anónimo del que no sabemos nada, afectado de mutismo selectivo, Hope debe conseguir escapar de Metamorfosis. Aunque no está para nada clara la fecha en la que tienen lugar los acontecimientos, se puede intuir que estamos en algún lugar de Europa, posiblemente Francia.
A la hora de jugar, République se desarrolla en esencia como un juego de sigilo con pocas opciones de defendernos de los enemigos. Hope puede por supuesto caminar, correr y agacharse. Si se acerca a las paredes u obstáculos bajos estando agachada pega la espalda a ellos y también puede ocultarse dentro de armarios metálicos si un enemigo la localiza. A su disposición tiene un par de maneras de defenderse de los guardias (Prizrak) si estos la descubren, tales como un spray de pimienta para aturdirlos momentáneamente o incluso un táser para dejarlos inconscientes de forma algo más duradera. Si no nos han visto, podemos incluso vaciarles los bolsillos para conseguir algunos recursos o coleccionables.
Realmente esto es lo único que aporta algo de novedad a la jugabilidad de République, pero es lo suficientemente interesante. Hope recoge libros y cintas de audio que puede escuchar en ciertos puntos, pero las cámaras pueden escanear otro tipo de cosas: el pasaporte de los guardias (que es lo que nos lleva a pensar que Metamorfosis esté en Francia), unos carteles de advertencia para los guardias que curiosamente sirven como “manuales de consejos” para Hope... También podemos piratear puertas para abrirlas o cerrarlas y evitar que nos persigan y, una vez desbloqueemos las habilidades, leer correos electrónicos o mensajes de voz para conseguir códigos de acceso a nuevas zonas.
Como hemos mencionado, el juego usa los planos fijos para mostrarnos las instalaciones, algo lógico teniendo en cuenta el uso de cámaras de seguridad. El problema principal reside en que los cambios de plano o cámara suponen unos tiempos de carga que van de los tres a los impensables cinco o seis segundos, algo simplemente imperdonable y que termina por exasperar. Si unimos esto a que el control de Hope no está muy bien pulido, nos encontramos con esos momentos de los antiguos juegos de este estilo en los que al cambiar de cámara, nuestro personaje no responde bien y nos damos la vuelta, regresando al plano anterior.
Las sociedades totalitarias en un futuro o presente distópico siempre han sido una buena fuente para el género literario y audiovisual. 1984 o Rebelión en la granja son claros ejemplos de cómo llevamos décadas temiendo esta posibilidad, pero al mismo tiempo disfrutando de la ficción que resulta de ella. En el sector de los videojuegos son muchos los títulos que juegan con esta fantasía y en ocasiones nos hemos encontrado con auténticas maravillas que no hacen más que jugar con nuestros deseos o anhelos más extravagantes.
En un juego de sigilo en el que tenemos que reaccionar a las acciones del enemigo, esto es tremendamente molesto. El hecho de que al usar las habilidades de las cámaras el tiempo se ralentice no ayuda a mejorar esta sensación de lentitud, aunque sea parte de las mecánicas jugables. Para nosotros, que realmente estábamos interesados en ver cómo se desenvolvía este título, es una pena que este problema con los tiempos de carga entre planos reste tantos enteros a la experiencia. Si más adelante se solucionara el problema con alguna actualización o sois capaces de pasar por alto este gran lastre, es posible que halléis algo interesante.
El argumento de Republique es ciertamente hermético y es complicado que te enganche desde un principio si no sabes exactamente lo que estás viendo. Sólo vemos cómo una chica, Hope o 390-H como se refieren a ella en las instalaciones que llevan el nombre de Metamorfosis, está siendo severamente reprendida por estar en posesión de material prohibido en lo que parece ser algún tipo de centro de internamiento y va a ser castigada por ello. Ayudada por un guardia, que en principio es nuestro otro personaje controlable (el juego es tremendamente confuso en este aspecto y no estamos seguros de que estemos controlando a este personaje o a uno completamente anónimo del que no sabemos nada, afectado de mutismo selectivo, Hope debe conseguir escapar de Metamorfosis. Aunque no está para nada clara la fecha en la que tienen lugar los acontecimientos, se puede intuir que estamos en algún lugar de Europa, posiblemente Francia.
Una cámara no tan fija
A la hora de jugar, République se desarrolla en esencia como un juego de sigilo con pocas opciones de defendernos de los enemigos. Hope puede por supuesto caminar, correr y agacharse. Si se acerca a las paredes u obstáculos bajos estando agachada pega la espalda a ellos y también puede ocultarse dentro de armarios metálicos si un enemigo la localiza. A su disposición tiene un par de maneras de defenderse de los guardias (Prizrak) si estos la descubren, tales como un spray de pimienta para aturdirlos momentáneamente o incluso un táser para dejarlos inconscientes de forma algo más duradera. Si no nos han visto, podemos incluso vaciarles los bolsillos para conseguir algunos recursos o coleccionables.
La infiltración y el sigilo son parte indispensable de la propuesta jugable que plantea République.
El otro personaje que controlamos (que como decimos más arriba, no terminamos de tener claro si es uno de los guardias u otro totalmente distinto) es el que ofrece la originalidad a la jugabilidad. Este segundo protagonista lo que controla son las cámaras de seguridad repartidas por toda la instalación de Metamorfosis. Aunque los planos de la cámara son fijos, podemos cambiar el ángulo de la misma para ver mejor lo que nos rodea, usar una especie de “visión especial” que marca enemigos y objetos de interés y saltar de una a otra cámara para reconocer el terreno.Realmente esto es lo único que aporta algo de novedad a la jugabilidad de République, pero es lo suficientemente interesante. Hope recoge libros y cintas de audio que puede escuchar en ciertos puntos, pero las cámaras pueden escanear otro tipo de cosas: el pasaporte de los guardias (que es lo que nos lleva a pensar que Metamorfosis esté en Francia), unos carteles de advertencia para los guardias que curiosamente sirven como “manuales de consejos” para Hope... También podemos piratear puertas para abrirlas o cerrarlas y evitar que nos persigan y, una vez desbloqueemos las habilidades, leer correos electrónicos o mensajes de voz para conseguir códigos de acceso a nuevas zonas.
La propuesta llega a PS4 íntegra, con todos sus capítulos disponibles desde el mismo inicio.
Hasta donde hemos dicho, cualquiera diría que République es un juego interesante y el hecho es que lo es: el argumento no es en principio original pero sí atractivo y los actores de doblaje, entre los que figuran Jennifer Hale y David Hayter (Meryl y Snake respectivamente en la franquicia Metal Gear) ayudan a ofrecer una buena experiencia. El apartado gráfico no es especialmente llamativo pero cumple para un juego de estas características e incluso cuenta con un guiño a otros juegos indies en forma de coleccionables: disquetes de juego de Journey, Shovel Knight y otros muchos (no nos preguntéis cómo caben los juegos ahí) que nos ofrecen un pequeño audioanálisis del juego. Pero la realidad es que République se vuelve lento, monótono y pesado demasiado pronto.Como hemos mencionado, el juego usa los planos fijos para mostrarnos las instalaciones, algo lógico teniendo en cuenta el uso de cámaras de seguridad. El problema principal reside en que los cambios de plano o cámara suponen unos tiempos de carga que van de los tres a los impensables cinco o seis segundos, algo simplemente imperdonable y que termina por exasperar. Si unimos esto a que el control de Hope no está muy bien pulido, nos encontramos con esos momentos de los antiguos juegos de este estilo en los que al cambiar de cámara, nuestro personaje no responde bien y nos damos la vuelta, regresando al plano anterior.
El futuro incierto nos atrae
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