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Seamos grandes o pequeños, nos gusta contar historias de miedo. Cuentos terroríficos, sucedidos realmente o no, o quizás que buscan explicar algo para lo que nadie puede dar motivos, que son nuestras favoritas. Esas historias en las que nada puede asegurarse y todo puede haber pasado y dan lugar a mitos y cuentos que siguen aterrorizando a la gente. En esta premisa se basa Kholat, que nos llega a PS4 después de ser estrenado en verano del año pasado en PC.
La historia del juego gira en torno a una historia real, que tuvo lugar a finales de los cincuenta en los Montes Urales en Rusia. Nueve estudiantes trataban de cruzar el paso Dyatlov, pero nunca lograron su objetivo. Su campamento fue descubierto en Kholat Syakhl, con la tienda rasgada desde dentro como para poder escapar. Los nueve jóvenes fueron hallados a varios kilómetros: habían huido de algo descalzos, algunos en ropa interior y habían encontrado una muerte terrible. Sin ninguna explicación sobre lo que sucedió, ya que el ataque de unos animales salvajes no explicaba la muerte de algunos de ellos y un ataque humano tampoco explicaba la muerte de otros, la investigación sigue a día de hoy abierta... y es ahí donde entra nuestro personaje.
Intentaremos seguir los pasos de la expedición, con un narrador interpretado en su audio inglés (también lo hay polaco, como el estudio responsable del juego, IMGN.PRO) por Sean Bean. Queda en nuestras manos resolver el misterio... o encontrar el mismo destino que los nueve estudiantes.
Nuestra aventura se desarrolla en la forma de un juego en primera persona, pero no esperéis acción o disparos. Esto es una investigación. Podemos correr, aunque por un tiempo limitado. Si sprintamos durante demasiado tiempo, nuestra visión se nublará y el personaje quedará agotado. Si atravesamos zonas de nieve densa, el protagonista del juego se cansará antes, por lo que es necesario medir nuestras fuerzas para seguir nuestro viaje. Podemos además agacharnos, hacer zoom para ver mejor objetos lejanos antes de acercarnos y usar una linterna. Esta herramienta está a nuestra disposición junto con un mapa y una brújula que usaremos para explorar la zona, aunque no tenemos un indicador de nuestra posición (salvo cuando encontramos con uno de los puntos de interés que se marca automáticamente en el mapa).
Sin embargo hay otra amenaza en forma de “algo” sobrenatural. A veces una luz, otras una neblina ocre, una mancha negra en el aire... y no quedará de nosotros más que un cadáver como el de los nueve estudiantes. Es fascinante la sensación de pánico que se genera intentando huir por un bosque sin estar seguro de qué tienes detrás ni poder darte la vuelta para ver si relamente hay algo.
Esto, cuando se combina con los peligros naturales, da lugar a una serie de muertes de forma constante hasta que averiguamos qué es lo que estábamos haciendo mal: quizás la parte del sendero que pisábamos al huir no era firme y por eso nos hemos ido colina abajo, quizás lo que parecía un socavón insalvable podíamos cruzarlo esprintando... o simplemente es que escogimos el camino equivocado. Teniendo en cuenta los pocos puntos de guardado que hay (cuando recogemos un documento se guarda de forma automática, podemos descansar en distintos campamentos para guardar manualmente y movernos instantáneamente a otros campamentos descubiertos), junto a lo largos que son los tiempos de carga cada vez que morimos, el resultado es en el mejor de los casos, frustrante y bastante molesto, porque muchas veces ni siquiera sabremos qué es exactamente lo que ha pasado.
Desde el principio de los tiempos, el folclore y las historias se han contado alrededor de hogueras, en campamentos y asentamientos. La realidad que imaginamos es a veces más terrorífica que cualquier cosa que haya podido suceder, que es la premisa de Kholat. Si buscáis otro ejemplo de folclore llevado recientemente al mundo del entretenimiento audiovisual, El bosque de los suicidas os pondrá los pelos de punta.
El apartado visual de Kholat es sobrecogedor. Como nos pasara con Never Alone en su momento, la sencillez del blanco como concepto se usa con bastante maestría en un título que se mueve con el Unreal Engine 4. No obstante hay que decir que se aprecian en momentos determinados ciertos tirones, caídas de frames, que entorpecen ligeramente la experiencia.
La banda sonora juega un papel bastante importante porque, aunque en pocas ocasiones se traduce en la forma de música en sí misma, esta pone los pelos de punta. Pero en realidad, el apartado en el que destaca el sonido del juego es en el ambiental, que muchas veces te hará girar para ver de dónde sale ese ruido que te está asustando... y que termina siendo una simple lona de una tienda de campaña. Aunque en otras será algo mucho peor, como un aviso de un desprendimiento.
Kholat nos deja una sensación muy ambigua, con un apartado técnico mejorable pero decente, una jugabilidad diferente pero frustrante y un argumento interesante pero con un final abrupto sin grandes explicaciones.
Y nunca más se supo de ellos
La historia del juego gira en torno a una historia real, que tuvo lugar a finales de los cincuenta en los Montes Urales en Rusia. Nueve estudiantes trataban de cruzar el paso Dyatlov, pero nunca lograron su objetivo. Su campamento fue descubierto en Kholat Syakhl, con la tienda rasgada desde dentro como para poder escapar. Los nueve jóvenes fueron hallados a varios kilómetros: habían huido de algo descalzos, algunos en ropa interior y habían encontrado una muerte terrible. Sin ninguna explicación sobre lo que sucedió, ya que el ataque de unos animales salvajes no explicaba la muerte de algunos de ellos y un ataque humano tampoco explicaba la muerte de otros, la investigación sigue a día de hoy abierta... y es ahí donde entra nuestro personaje.
Intentaremos seguir los pasos de la expedición, con un narrador interpretado en su audio inglés (también lo hay polaco, como el estudio responsable del juego, IMGN.PRO) por Sean Bean. Queda en nuestras manos resolver el misterio... o encontrar el mismo destino que los nueve estudiantes.
Exploración en medio de la nada
Un tropezón y nos iremos cuesta abajo
Al poco de avanzar descubriremos una tienda de campaña en medio de la nada. Desde aquí, tendremos que explorar el mapa que nos rodea, brújula y mapa en mano, para encontrar pistas y pruebas de lo que ha sucedido en este terrible lugar. No tardaremos en encontrar nuestro primer documento y comprobar que, a diferencia de otros títulos de terror de corte independiente, aquí sí que podemos morir si no nos alejamos del peligro que acecha en Kholat Syakhl.Nuestra aventura se desarrolla en la forma de un juego en primera persona, pero no esperéis acción o disparos. Esto es una investigación. Podemos correr, aunque por un tiempo limitado. Si sprintamos durante demasiado tiempo, nuestra visión se nublará y el personaje quedará agotado. Si atravesamos zonas de nieve densa, el protagonista del juego se cansará antes, por lo que es necesario medir nuestras fuerzas para seguir nuestro viaje. Podemos además agacharnos, hacer zoom para ver mejor objetos lejanos antes de acercarnos y usar una linterna. Esta herramienta está a nuestra disposición junto con un mapa y una brújula que usaremos para explorar la zona, aunque no tenemos un indicador de nuestra posición (salvo cuando encontramos con uno de los puntos de interés que se marca automáticamente en el mapa).
Es fascinante la sensación de pánico que se genera intentando huir por un bosque, sin estar seguro de qué tienes detrás ni poder darte la vuelta para ver si realmente hay algo.
La verdad está ahí fuera
La brújula y el mapa, nuestros únicos compañeros
Como decíamos antes, en estos juegos por lo general nuestro protagonista no suele poder morir, pero en Kholat es bastante más fácil morder el polvo (o la nieve) de lo que parece. Por un lado están los accidentes que podamos tener por el entorno: no mirar por dónde pisamos puede suponer caer por una ladera y en la mayoría de casos, terminar con nuestra muerte. Sin embargo hay otra amenaza en forma de “algo” sobrenatural. A veces una luz, otras una neblina ocre, una mancha negra en el aire... y no quedará de nosotros más que un cadáver como el de los nueve estudiantes. Es fascinante la sensación de pánico que se genera intentando huir por un bosque sin estar seguro de qué tienes detrás ni poder darte la vuelta para ver si relamente hay algo.
Esto, cuando se combina con los peligros naturales, da lugar a una serie de muertes de forma constante hasta que averiguamos qué es lo que estábamos haciendo mal: quizás la parte del sendero que pisábamos al huir no era firme y por eso nos hemos ido colina abajo, quizás lo que parecía un socavón insalvable podíamos cruzarlo esprintando... o simplemente es que escogimos el camino equivocado. Teniendo en cuenta los pocos puntos de guardado que hay (cuando recogemos un documento se guarda de forma automática, podemos descansar en distintos campamentos para guardar manualmente y movernos instantáneamente a otros campamentos descubiertos), junto a lo largos que son los tiempos de carga cada vez que morimos, el resultado es en el mejor de los casos, frustrante y bastante molesto, porque muchas veces ni siquiera sabremos qué es exactamente lo que ha pasado.
EL MIEDO COMO BASE DE LA DIVERSIÓN
Nieve, miedo, tropezones y muchas posibilidades
El apartado visual de Kholat es sobrecogedor. Como nos pasara con Never Alone en su momento, la sencillez del blanco como concepto se usa con bastante maestría en un título que se mueve con el Unreal Engine 4. No obstante hay que decir que se aprecian en momentos determinados ciertos tirones, caídas de frames, que entorpecen ligeramente la experiencia.
La banda sonora juega un papel bastante importante porque, aunque en pocas ocasiones se traduce en la forma de música en sí misma, esta pone los pelos de punta. Pero en realidad, el apartado en el que destaca el sonido del juego es en el ambiental, que muchas veces te hará girar para ver de dónde sale ese ruido que te está asustando... y que termina siendo una simple lona de una tienda de campaña. Aunque en otras será algo mucho peor, como un aviso de un desprendimiento.
Kholat nos deja una sensación muy ambigua, con un apartado técnico mejorable pero decente, una jugabilidad diferente pero frustrante y un argumento interesante pero con un final abrupto sin grandes explicaciones.
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