Watch Dogs 2, primeras horas

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
Arrancamos la aventura de Marcus Holloway para descubrir novedades inesperadas

San Francisco, capital de la diversidad y el color, capital del control ciudadano en esta distopía que dibuja Ubisoft Montreal en el ultra regenerado Watch Dogs 2. Sesión de juego larga, de casi 4 horas, para una preview con versión casi final de la que puede ser una de las grandes alegrías del 2016, sobre todo por la desconfianza que genera en muchos esta marca, con pie algo torcido en su primera entrega en la oscura Chicago y con el grisáceo Aiden Pearce como el anticarisma en persona. Todo eso queda atrás, y sorprende que el resultado del cambio sea tan robusto, tan vivo y tan complejo en todas las piezas que conforman un puzle gigantesco. Watch Dogs 2 es todo libertad y creatividad de gameplay con un superhéroe del hacking como protagonista. Marcus Holloway sabe hacer muchas más cosas de las que parece. Te las demuestro en este gameplay capturado del propio evento:

Me encantan las sesiones de prueba de juego que te ponen al principio de la partida, lo que nos ha ayudado a los asistentes a estas impresiones finales a comprobar cómo arranca este enésimo sandbox criminal. Con la caída de expectativas no del todo cumplidas del reciente Mafia III ya cualquiera se fía del género, y está claro que tras GTA V ya no vale cualquier cosa en este terreno, la recepción dividida del primer Watch Dogs lo comprobó en sus carnes. La segunda parte es lo de siempre, no nos vamos a engañar; es decir, mapa gigante de ciudad llena de tráfico y vida y un montón de misiones por hacer y encargos secundarios quita-horas para los completistas.

Pero, ¿qué pasa cuando cada una de esas misiones tiene chorrocientas formas distintas de cumplirlas? ¿Qué pasa cuando la jugabilidad responde tan bien en todos los ámbitos que se hace divertidísimo y muy adictivo jugar y hacer locuras? ¿Qué pasa cuando mando en mano no paran de ocurrírsete maldades y pericias y ves que el juego te permite ejecutarlas sin limitaciones? ¿Qué pasa cuando en medio de todo eso se intercala un multijugador online perfectamente integrado, de forma orgánica y sin parar nuestra partida principal? El resultado es Watch Dogs 2, es esta San Francisco y el ascenso de Marcus, desde su llegada a la pandilla Dedsec hasta liberar a toda la urbe californiana del control ctOS que la tiene encadenada.

Hasta ahora no había probado esta segunda intentona. Por cuestiones de reparto de previews con mis compañeros u ocupación en otros títulos, nunca me había tocado ponerme a los mandos de Watch Dogs 2 en anteriores tomas de contacto de LaPS4 con él. Reconozco que tenía mis miedos, desde que fuera muy repetitivo pasado el arranque hasta que con DualShock en mano no se controlará del todo bien. Y adiós miedos: este título es una oda a la jugabilidad directa y al género sandbox en mayúsculas, donde el usuario nunca está guiado y utiliza todas las miles de herramientas de las que dispone la obra para salir airoso de cada uno de sus cientos de actos, contando principales, secundarios y online. Completar la campaña serán más de 20 horas yendo rápido, pero es que es imposible concentrarse en ella sin pararse en toda la oferta de trabajitos, retos y recompensas opcionales que aparecen por el camino.

Este título es una oda a la jugabilidad directa y al género sandbox en mayúsculas, donde el usuario nunca está guiado y utiliza todas las miles de herramientas de las que dispone la obra.

Un punto importante en esta. La se de juegos es cómo rinden cuando ya les has metido 50 horas y estás jugando a completar, quizá para hacerte con todos sus Trofeos. Sobre esto no podremos hacer juicios hasta que tengamos el juego final metido en la consola y podamos echarle esas necesarias horas, pero en esta preview sí me han dejado en la última hora trucar la partida y ponerme en uno de los últimos compases, ya con todo el árbol de habilidades de Marcus desbloqueado y un auténtico personaje todoterreno que es capaz de poner patas arriba media ciudad con un solo clic, pues hay habilidades de hackeo masivo, a todo lo que le rodea, y eso son cientos de terminales y unidades electrónicas creando el caos absoluto, todas a la vez. Y dispararlas es un espectáculo.

Este juego es mucho más bestia que el primero, en todo. Desde los movimientos del protagonista con su parkour estilizado hasta la conducción con turbos y saltos por los aires en cada cuesta, explosiones, densidad de tráfico y peatones, pruebas muy arcade, etc. Es diversión rápida desde el minuto uno, sin más, a lo Just Cause o el mismísimo GTA Online. Y lo más sorprendente es que tal cantidad de posibilidades se gestionan con L1 + botón, muy sencillo e increíblemente satisfactorio, haciendo de cada persecución, tiroteo o infiltración sigilosa una verdadera gozada que se siente distinta cada vez y que llena los diseños de niveles de dispositivos electrónicos que manipular en nuestro favor.

[RELACIONADO=Graffitis, musicón hipster y gamberradas]Empezar el juego desde el principio me ha permitido también saber más de la historia, los personajes principales y la ambientación. Los diálogos son asombrosamente fantásticos, al menos en esta versión original jugada, repletos de referencias a toda la cultura actual, desde nombres de singles de Rihanna hasta menciones a Need for Speed, memes archiconocidos o los conflictos raciales de Norteamérica. Marcus es creíble y se percibe como un adolescente que acaba de madurar. Especial mención merece personaje de Wrench, un cachondo reivindicativo que entiende los ataques al sistema de la manera más visual y provocadora. La trama no va a ser el gran gancho de este juego, pero al menos tiene algo que contar y alguna sonrisa que sacarnos con su tono rebelde y desenfadado. Atrás quedan los dramas traumáticos de Aiden.[/RELACIONADO]

El smartphone del protagonista, junto a su pequeño y plagado de pegatinas ordenador portátil, sigue siendo el centro de la jugabilidad y desde donde se abren todas las posibilidades de interacción. A través de las distintas Apps, El jugador va descubriendo más y más herramientas y formas de proceder, incluidas algunas aplicaciones muy curiosas como una especie de Shazam que nos permite reconocer y guardar cualquier canción que escuchemos en el juego para así ir rellenando todas las pistas coleccionables de la banda sonora. El mapa y GPS, tan grande como se podía esperar incluyendo zonas rurales y bahía de San Francisco, no tardan en llenarse de puntos de acción, tiendas, side quests, pruebas online, garajes, etc.

Lo mejor es que todo ese mapa está completamente vivo y funciona de forma autónoma. La gente habla con lógica cuando pinchamos un teléfono al azar en plena calle, los policías persiguen a delincuentes por mero azar y sin situaciones scriptadas, dos perros se ladran en el paseo marítimo o una pareja discute sobre el precio de la cena en la puerta de un restaurante. Y, si queremos intervenir o hacerles explotar su teléfono cual Samsung Galaxy Note 7, podremos. Y de paso dejarles un par de cortes de manga en la cara. Watch Dogs 2 es pura irreverencia, y todo eso se multiplica cuando en el camino nos cruzamos con otros amigos en nuestro mismo servidor o con desconocidos que comparten ciudad.

El online y todas las pruebas para dejar huella en la red -en morado- no supone ninguna fisura sobre el offline singleplayer. Ubi Montreal ha apostado esta vez por mezclarlos de forma natural, de manera que el jugador o se dé cuenta y de repente vea a alguien por la calle con un nick en la cabeza que la está liando parda. «Ahí va un compañero hacker», es lo que quieren que pensemos. Y de hecho han dispuesto un montón de desafíos y posibilidades para jugar con más gente, sin separar nunca la historia central de los encuentros, lo suficientemente medidos como para que no se arruine la experiencia ni se cree un entorno hostil repleto de invasiones y competición salvaje. Por supuesto, todo esto del online se puede desactivar, pero, personalmente y por lo jugado de momento, no recomiendo quitarlo. Parece uno de los mejores aciertos y pasos adelante que se han podido dar en el género. Ya me imagino a un grupo de 5 o 6 amigos poniendo patas arriba toda la ciudad.

La policía hará por impedirlo, con una inteligencia artificial, eso sí, no muy audaz pero sí dañina a cada balazo o golpe. Escapar de persecuciones policiales no es difícil, tampoco salir airosos de un tiroteo donde estamos rodeados o engañar a guardias una y otra vez con la misma técnica y aparato. Espero que de cara a la versión final se reajuste un poco esto, pues de momento los rivales no son muy naturales en sus comportamientos y se sienten deshumanizados. Esto no quiere decir, como digo, que no haya reto. El juego apuesta por el realismo de daños y un solo tiro bien dado o un atropello descuidado deja a Marcus en el sitio. He visto misiones que suben la dificultad unos cuantos peldaños y requieren destreza a los mandos y estudiar bien las situaciones y posiciones de los adversarios, además de aprovechar el entorno y los ángulos.

Por último, en lo técnico, igual que en lo jugable, la apuesta va más bien a lo seguro y eficaz, sin riesgos ni pretensiones imposibles. Visto al detalle, Watch Dogs 2 no destaca sobre otros de su género en PS4, pero se mueve sin aparentes caídas de framerate, con distancias de dibujado que no se difuminan ni nublan más de la cuenta, y con una intensidad de luz y color realmente brillantes. El escenario es todo densidad, repleto de plantas, gente, tráfico y hasta animales, con una cantidad de polígonos y texturas notable como para que nuestra consola, la versión que he probado, se sienta cómoda moviéndola.

Bastante buenas vibraciones con la que, para mí, ha sido la primera vez a los mandos de Watch Dogs 2. Jugar su arranque, tan sosegado como se puede pedir a un sandbox y jugar su tramo final con todas las habilidades desbloqueadas presentan dos experiencias bien distintas. Y eso es buenísimo y prometedor, pues significa que el viaje y progreso van a ir constantemente en aumento y sin parones de relleno, algo de lo que adolece mucho el género de GTA y Assassin’s Creed. El multijugador integrado, orgánico, en plena partida me parece lo mejor que le ha pasado a los mundos abiertos en mucho tiempo. Sobre todo si funciona a medio y largo plazos con el volumen de posibilidades que le he empezado viendo. El 15 de noviembre saldremos de dudas.

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