El anuncio del pase de temporada de Resident Evil 7 no sentó especialmente bien a los consumidores. Antes de que el juego saliera a la venta ya sabíamos que Capcom tenía previsto lanzar tres contenidos adicionales descargables que se podían comprar de forma independiente o a través del mencionado pase de temporada, que para la versión de PS4 del juego se puede adquirir por un precio de 29,99 euros a través de la Store de PSN. Muchos nos temíamos lo peor, ¿estos DLC aportarían algo al juego o serían un simple sacacuartos? Por desgracia, mucho me temo que la respuesta va más encaminada hacia la segunda opción.
Como sin duda sabréis a estas alturas, el primer contenido se puso a la venta el 31 de enero, mientras que el segundo extra se lanzó en PSN el día 14 de febrero. Tres semanas después de su lanzamiento, Resident Evil 7 cuenta con dos de los tres extras de su pase de temporada a disposición de los usuarios, dejando claro sin ningún tipo de reparo que estaba casi todo creado. Sí, es cierto, durante la primavera podremos jugar a un DLC gratuito que promete resolver muchas dudas sobre diversas preguntas sin respuesta del argumento, pero el negocio de Capcom vuelve a demostrar los pocos escrúpulos que tienen las grandes compañías para sacar la mayor tajada económica posible. Y que nadie me tome por un ingenuo, soy consciente de que los videojuegos son una industria y que el negocio consiste en vender, pero hay formas más elegantes de hacerlo.
Aparcando valoraciones personales momentáneamente, nos encontramos con cuatro cintas de VHS y dos modos de juego adicionales (posibles spoilers a partir de este punto). Mientras que Dormitorio e Hijas añaden algo de trasfondo a la trama general del juego y nos permiten descubrir detalles concretos sobre lo qué pasó con el pobre Clancy o como la familia Baker se volvió majareta, Pesadilla y 21 añaden una especie de modo supervivencia y un juego de cartas macabro al conjunto. Junto con estas cintas de VHS es posible encontrar los modos adicionales Ethan debe morir y 55º cumpleaños de Jack.
El primero de estos modos nos mete de nuevo en la piel de Ethan, aunque la dificultad se incrementa en todos los aspectos. Nuestra misión es la de enfrentarnos a Margarite en el invernadero, aunque para ello tendremos que explorar toda la casa de los Baker, conseguir armas y otros objetos a través de cajas misteriosas y evitar en la medida de lo posible a los enemigos. Uno o dos golpes y estamos muertos. Al reiniciar la aventura, siguiendo un poco el esquema de la saga Souls, podremos intentar recuperar parte de nuestro inventario desplazándonos hasta el lugar de nuestra muerte.
Aunque es cierto que Dormitorio e Hijas son contenidos interesantes y nos permiten saber más sobre la familia Baker y sus víctimas, la mala sensación que deja pagar por algo que debería estar incluído en el juego es evidente. Aquellos que hayan exprimido RE7 hasta la última gota y sean ya admiradores incondicionales del título de Capcom, disfrutarán a lo grande de estos DLC, pero puede que el resto sienta algo de frustración al comprobar que muchos pueden completarse en 15 ó 20 minutos. Estos extras son compatibles con PlayStation VR, a excepción de Ethan debe morir y 55º cumpleaños de Jack.
Resident Evil 7 se ha convertido en un fenómeno y son muchos los jugadores que destacan el planteamiento jugable más clásico que ha ofrecido Capcom. La compañía japonesa recupera ingredientes propios del survival horror clásico y los mezcla con elementos del terror actual para dejarnos un juego notable, del que ya destacamos todos estos aciertos (y errores) en su análisis. A falta de poder probar el capítulo adicional al que da acceso el pase de temporada, encuentro complicado recomendar los DLC del juego a los aficionados, salvo quizá a los muy enganchados a la obra de Capcom.