Oleada de downgrades. Así podríamos definir este instante concreto de nuestra generación. Raro es el videojuego que nos llega sin sufrir un tremendo bajonazo gráfico tras ver primero vídeos de gameplay de quitarse el sombrero. El más sonado, y el que levantó unas ampollas del tamaño de un orco de Mordor en Playstation 3, fue el downgrade que sufrió Dark Souls II. Todos recordamos a aquel guerrero a las puertas de una fortaleza, cómo las partículas del día lo rodeaban y la luz pintaba su armadura; luego, por supuesto, no fue así para nada. Sin embargo, eso no consiguió quitarle méritos al propio videojuego. Dark Souls II fue igualmente un título fantástico porque sus valores supieron ir mucho más allá del aspecto gráfico; ¿pero entonces por qué nos enfadó tanto?
Tras el título de From Software luego llegaron otros tantos siguiendo el mismo procedimiento: vídeos con un aspecto tremendo, el hype levantado en nuestros corazones y a poco de ser lanzados ¡boom!, downgrade al canto. No hay compañía que se salve. Ahora, tras tantos bajones de calidad gráfica que nos meten doblados, analizamos cada vídeo de gameplay y su evolución con respecto al anterior, de cada videojuego, cada vez creyéndonos menos lo que nos dicen nuestros ojos. El último videojuego en seguir esta senda ha sido The Witcher 3 de la mano de CD Projekt RED.
El cierre de la trilogía de Geralt ha levantando casi tanta polvareda como el caso de Dark Souls II, ¿pero por qué? La respuesta a esto, a por qué nos molestó que Dark Souls II tuviera downgrade y ahora The Witcher 3: Wild Hunt, es la misma; y no es por el downgrade en sí, es por haber sido nosotros los que lo hemos descubierto, por no haber sido avisados por las desarrolladoras y sentirnos engañados, como si nos quisieran meter gato por liebre. ¿Afecta el downgrade gráfico a Dark Souls II? No, ¿lo hemos disfrutado menos por ello? Pues tampoco.
Es más, si desde From Software nos hubieran dicho que aquello era un vídeo de un producto aún en desarrollo y que el resultado final era aún incierto, aprovechando la publicación de un diario de desarrollo del proyecto, para más adelante pedir perdón pero que el videojuego iba a sufrir un bajón gráfico, no nos habríamos enfadado tanto. Todo aquel que trabaja en algo creativo sabe que no siempre se puede alcanzar la idea original, el concepto primero, la maqueta original o el montaje con el que se parte. Las razones son muchas, y son unas que tendrían que ser contadas antes de descubrir el downgrade sin más.
Esto también vale perfectamente para The Witcher 3: Wild Hunt. Hemos cazado a CD Projeckt RED, a una gente acostumbrada a representar el buen rollismo, a maldecir el CRM y a asegurarnos que son tan jugones como nosotros. Este es un sentimiento parecido al que nos transmite From Software, siendo uno de los pocos estudios japoneses que hacen las cosas a su rollo, bien y siempre gustándonos. ¿Por qué ninguna de las dos desarrolladoras supo manejar bien esta información, la negativa? Por no saber hacerlo, por no hablar también de las cosas malas que suceden durante el desarrollo de sus proyectos, nos hemos sentido decepcionados y hasta engañados. Eso es lo que realmente nos molesta de los downgrade. Además, ambos videojuegos comparten un estilo artístico sobresaliente, uno que es capaz de pasar por encima de las deficiencias gráficas o de una menor calidad de la mostrada al principio de los trabajos. Por otra parte, en un desarrollo que se alarga durante dos, tres, cuatro o cinco años es normal que planteamientos originales tengan que verse alterados, y como hemos dicho antes, lo entenderíamos.
El problema, por lo tanto, radica en la comunicación, en la manera en la que el marketing rodea al videojuego, lo malea y nos lo entrega, a veces no de la manera adecuada. A día de hoy parece que todos los videojuegos nacen con la tremenda responsabilidad de ser significativos, de querer llegar a la máxima nota y de hasta querer cambiarnos la vida tras jugarlos. Por ello no solo han de ser buenos, tienen que ser perfectos a nivel gráfico, jugable, de historia, de personajes, pero también innovadores, revolucionarios y capaces de ofrecer algo nunca visto. Por poner un ejemplo de esto, fijémonos en el reciente trailer jugable de Assassi’s Creed Syndicate. Ubisoft Quebec se ha referido a su título como un videojuego revolucionario, innovador, capaz de volver a los orígenes pero también de avanzar en la saga… ¿Hace falta levantar tanto hype? Sobretodo porque al ver el videojuego en movimiento descubrimos un título normal, que sí que puede que sea divertido y válido, ¿pero podrá responder la realidad a las promesas hechas? Más bien, ¿es necesario, hace falta hacer tantas promesas?
Habitamos en un medio muy troll; se forman debates en torno a todo, hay discusión sobre qué consola es mejor y en cuál uno u otro videojuego rinde más, ¿cuál es el origen de esto? El mismo que origina nuestro malestar por los downgrades: la mala comunicación, el no saber llevar una buena campaña de marketing, coherente, cariñosa y respetuosa con el usuario; todos cometemos fallos, todos iniciamos proyectos que luego no alcanzan lo que esperábamos, pero el jugador es un ser inteligente que sabe perdonar si se le explican las cosas; y no es tonto, no le gusta que le intenten vender gato por liebre.
Por eso duele tanto que CD Projeckt RED haya intentado, a propósito o sin querer, colarnos un downgrade. Es lo que decía al principio del artículo: acabaremos mirando vídeos de tráilers no para disfrutar de ellos sino para analizar las verdades o mentiras de su campaña de comunicación, si sigue manteniendo el tipo tráiler tras tráiler en lugar de emocionarnos porque se acerca su lanzamiento, en lugar de centrarnos en lo que más nos gusta: jugar a videojuegos.