Metal Gear Briefing 002: Cobra

Pedro Amoraga · 29 diciembre, 2018
Las serpientes primigenias

Atención, este artículo contiene spoilers de los títulos previos a Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, léelo bajo tu propia responsabilidad.

Mantenerse en pie, cueste lo que cueste, el fracaso no está contemplado. El colapso de una leyenda en su punto álgido, el último instante que precede a la infinita oscuridad. Consecuencias. Su vida pasa ante sus ojos, consciente de lo que va a suceder, cruel e inequívocamente la espada de Damocles sesgará su orgullo y el de todos aquellos que depositaron la esperanza en su habilidad. Frustración. ¿Por qué? ¿Qué falló? ¿Qué viene ahora? Preguntas. El abrazo de la Parca, sonriente bajo su caperuza, quebranta su entereza segando su alma hasta reducirla a un mísero montón de cenizas a merced del árido viento del campo de batalla.

Su cuerpo: destruido. Su alma: deshecha. Su voluntad: intacta. Dos vidas tan distantes y a la vez tan unidas, separadas en el tiempo, alcanzando el mismo destino. Pupilo y maestra ante el despertar del coma, frente al cegador blanco del techo de una clínica desconocida. La desolación del desconocimiento de la situación que viven, perdidos en un mundo que no ha dudado en pasar página, avanzando despiadadamente sin contar con ellos. Una gélida bienvenida, a su particular infierno.

Tres meses después de la frustrada operación para desenmascarar al espía nazi John von Newman y sus colaboradores, The Joy despertaba en un camastro de hospital. Tullida por el daño cerebral sufrido, pero viva. Fue consciente de que la vida que se gestaba en su vientre la había empujado a perseverar, sobreviviendo a la agonía de la oscuridad profunda hasta traerla de nuevo al mundo de los vivos. Apenas un trimestre más tarde ya había recuperado la total movilidad de su cuerpo.

Tras el fracaso fue consciente de la verdad oculta tras la misión. Al igual que con el asesinato de su padre, Los Filósofos continuaban su pugna de poder interna, tratando de boicotear esta vez la carrera armamentística nuclear norteamericana que aventajaba con holgura a su homónima soviética. El complot tomaba forma desde los centros de mando del ejército rojo, que aterrados ante el avance del Proyecto Manhattan decidían utilizar sus redes para filtrar informaciones falsas a las agencias de inteligencia estadounidenses.

Jon Von Newman realmente no era un traidor. Era una pieza clave dentro del proyecto y a su vez un mero peón dentro de la compleja partida de ajedrez que se disputaba entre los poderes reinantes. Con Alemania bloqueada completamente en un conflicto total en Europa y sus recursos en claro declive, empezaba a vislumbrarse un final idílico para Estados Unidos y la Unión Soviética que serían las encargadas de gobernar el nuevo mundo. La Bomba era una pieza clave en el tablero, capaz de decantar la balanza en el nuevo orden mundial y The Boss una víctima colateral más del juego de tronos.

Pese a que el fracaso de su misión había salvado el proyecto, a partir de ese día cargaría sobre sus hombros con el peso de suponerse una de las responsables de la próxima Guerra Fría. Si hubiese completado su cometido, posiblemente el desarrollo de la bomba nuclear norteamericana se hubiese completado más tarde, pero al fin y al cabo el proyecto habría llegado a buen puerto. Su fracaso, sin embargo, había expuesto ante la inteligencia americana el intento de los Filósofos soviéticos por desestabilizar a sus homónimos desde su mismo núcleo.

Su sensación de culpabilidad no hizo sino acrecentar su sentido patriótico. Una vez más reuniría a su equipo para regresar al campo de batalla para combatir en la que más tarde muchos calificarían como la batalla más importante de la historia de la humanidad. 6 de Junio de 1944, Día D, Hora H. La Unidad Cobra con The Joy al frente desembarca en Normandía con el objetivo de destruir unas instalaciones secretas de cohetes V2 en Playa Juno.

El fragor de la batalla no depararía buena fortuna a la joven soldado. En el caos reinante de la playa, con centenares de hombres muriendo a su alrededor, el retoño de The Sorrow en sus entrañas y las secuelas de su reciente coma aún presentes… finalmente la suma de factores termina gestando la tragedia, un proyectil termina alcanzándola poniendo en riesgo la vida de su hijo nonato.

Cirugía de campo de emergencia. Una cesárea con los pocos medios disponibles en el momento, bajo fuego enemigo. Una monstruosa cicatriz cruzaría su torso desde aquel día, naciendo cerca de sus senos, para serpentear su abdomen hasta su cintura. Su hijo, Adamska, nació vivo, pero no llegaría a tenerlo jamás en brazos. Los Filósofos se lo arrebatarían minutos después del parto, adjudicándose su cuidado y apartándolo de sus padres para educarlo en una de sus múltiples instalaciones.

Largo y tendido se escribió sobre las hazañas de la Unidad Cobra en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial. The Pain, The Fear, The Fury, The Sorrow, The End y The Joy, el grupo participó con éxito en numerosos asaltos, convirtiéndose en uno de los principales activos del bando aliado. Su leyenda se extendió a lo largo de Europa hasta su misma disolución, en 1947, dos años después de terminar la campaña Europea y con los Filósofos disputándose los restos del continente.

Terminada la guerra y con la amenaza del conflicto en ciernes entre capitalismo y comunismo, el vínculo que unía al grupo quedó definitivamente deshecho. Como parafrasearía años más tarde ante su discípulo, ¿cuál era la elección? Lealtad hacia sus países o lealtad hacia ellos mismos. The Boss, norteamericana. The Sorrow, soviético. Antiguos camaradas, hermanos de armas, amantes en los tiempos más oscuros. De esta forma quedaron separados por un telón de acero que años más tarde sentaría las bases para una nueva reunión, esta vez en bandos enfrentados.

A su regreso a la tierra que la vio nacer The Boss fue recibida como una auténtica leyenda viva. Su imagen carismática no obstante, venerada como la de la veterana de guerra y heroína que había llevado el país a la victoria, empezaba incomodar a las nuevas agencias de inteligencia estadounidenses que la veían como una amenaza al ser la representación viva de la obra de los Filósofos originales. Pese a todo, supo afrontar la situación, sacrificando su orgullo una vez más para servir a esas mismas agencias por el bien de su país.

Los siguientes años realizaría numerosas misiones para el gobierno, la mayoría relacionadas con la continua evolución de las armas de destrucción masiva. La teoría de la destrucción mutua asegurada implicaba el necesario desarrollo y conocer en todo momento la capacidad enemiga podía significar la diferencia entre la aniquilación o la supervivencia. La Bomba volvía a convertirse el centro de la vida de The Boss y su continua convivencia con ésta terminó por dejarla estéril durante un lanzamiento nuclear experimental en la región de Nevada. No conocería a su hijo, jamás podría tener otro, sus genes y su legado se extinguirían tarde o temprano con ella y su Unidad Cobra.

Fue en ese momento, 1951, cuando todo parecía encaminarse hacia el olvido, que un joven soldado de tan solo 15 años, con la guerra escrita a fuego en su código genético se cruzaba por casualidad en su camino. Sólo era un adolescente, un joven impetuoso, pero con un innegable talento en el campo de batalla. Lo adoptó sin dudarlo para convertirlo en su discípulo. Le dio un alias: Jack. No podía imaginar que años más tarde él también se convertiría en una serpiente: Naked Snake.

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