Un dolor punzante recorre unas falanges que largo tiempo atrás quedaron seccionadas junto al resto de su siniestra. Fantasmas. Fantasmas en su cuerpo, en su mente, en su alma. Una larga trayectoria en el campo de batalla siembra su historia de enemigos caídos, camaradas perdidos, vidas e historias llevadas al límite. Fantasmas.
La fragilidad de un soldado legendario. Un antihéroe atemporal. Un hombre cuyo sino encuentra su sentido frente a la boca de un cañón, tras la humeante metralla de un territorio hostil, cuya vida se reduce a un continuo trasiego sobre tenue línea que se dibuja entre la victoria y la derrota. Sin presente. Sin futuro. Un espectro en vida, atormentado por el pasado. Sin presente. Sin futuro. Con vuestro permiso, antes de proseguir con la particular vendetta del mercenario legendario, quisiera remontarme hasta el origen de su tormento, el año 1922.
Apenas cuatro años después de la Gran Guerra, el mundo se debate entre la perspectiva de un crecimiento meteórico guiado por el auge de los Felices Años Veinte y el temor de una posible recaída al belicismo auspiciada por el orgullo herido de las potencias afectadas por el tratado de Versalles. Sin apenas tiempo de lamer las heridas, un grupo de benefactores se apresura a preparar el escenario de una posible segunda contienda global. Miembros de las altas esferas políticas de Estados Unidos, la Unión Soviética y China se reúnen bajo el pseudónimo de Los Filósofos para amasar una cantidad de fondos sin precedentes en la historia de la humanidad con el principal fin de desarrollar el nuevo armamento que capitalizaría los ejércitos del futuro: misiles autopropulsados, armas nucleares y soldados potenciados con habilidades sobrehumanas.
Los Filósofos originales y su legado económico, ideológico y cultural pronto ampliarían sus metas, focalizando sus esfuerzos en hacerse con las riendas de un mundo en ruinas, para hábilmente desde la sombras ejercer el paternalista papel de un maestro titiritero. La paz a través del control, el control a través de las influencias, de la guerra, de la política… la sagaz mano del titiritero pronto empezaría a gesticular con extrañas muecas producidas por unos dedos cuyas falanges se separaban cada vez más de la mano que los unía.
Es en este marco histórico donde transcurren la infancia The Boss, la hija de uno de los altos mandatarios de la rama norteamericana de Los Filósofos. Criada en una escuela de la asociación y gracias a su parentesco, desde su niñez tendría acceso a los más oscuros secretos del Comité de Sabios. Con los ojos de una infante, contemplaría cómo en el transcurso de los años la marioneta pasaba de danzar bellamente sobre el escenario obnubilando su juicio, a contorsionarse violentamente bajo la risa histriónica del marionetista lunático hasta acabar literalmente hecha añicos, ante un público que no tardaría en sufrir las consecuencias. Era el año 1939 y ante la continua lucha interna de los filósofos, los nazis aprovechan la confusión existente para sublevarse y levantarse en armas contra el mundo. La Segunda Guerra Mundial da comienzo.
La personalidad de The Boss se forja lentamente, golpe a golpe, templada a un fuego tenue pero continuo. Viendo cómo su propio padre es traicionado por aquellos que antaño fueran sus camaradas. Soportando el día a día primero como pupila y posteriormente como instructora en los centros especializados de Los Filósofos la continua manipulación de unos chiquillos condenados a vivir su vida por unos principios impuestos. Infancias destruidas. Generaciones de espectros destinados a controlar la historia desde las sombras. Asesinos potenciales en pos de un mundo mejor. Una paz ficticia obtenida a través del control.
Taciturna pero a su vez impositiva, impasible y a su vez afectuosa. Su carisma y dotes de liderazgo no tardarían en abrirle las puertas a la colaboración con los distintos servicios secretos y grupos tácticos de las potencias aliadas. Los SAS británicos fraguarían sus tácticas bajo su asesoramiento, siendo los primeros en recoger los frutos de sus años de experiencia en el campo.
La breve estancia de The Boss en tierras británicas sembraría el germen inicial que años más tarde terminaría en una escalada hacia la locura que marcaría un antes y un después en el destino de millones de personas. David Oh (quien más tarde sería el portador del temido alias «Zero»), vería en la recién llegada instructora un modelo a seguir a nivel profesional, quedando inmediatamente prendado del espíritu tenaz de la joven soldado. Es en los tiempos más oscuros cuando unos pocos elegidos deben dar un paso al frente para preservar la paz, inconscientemente David Oh confundía el patriotismo y el esmero maternal de The Joy por sus camaradas y el sistema con el proteccionismo del status quo a través del férreo control de unos pocos tecnócratas. La devoción que sentía por la mujer que tenía antes sus ojos nublaría el juicio del que años más tarde se convertiría en la mano ejecutora de Los Patriots. El sistema estaba podrido, sin duda, pero la máquina podía funcionar si los nuevos engranajes eran lo suficientemente robustos.
Con ambos al frente, se realizarían algunas de las misiones de infiltración más importantes de los prolegómenos de la guerra. A su retorno a la tierra que la vio nacer, el bagaje adquirido por una veterana The Boss la había convertido en todo un referente en el entorno castrense. Intrincadas misiones de asalto, rescate de rehenes, captura de mandos aliados sobre el terreno… apenas un año después, la madre de las fuerzas especiales norteamericanas ya era conocida y temida en los campos de batalla por su alias «The Joy» y su equipo contaba por decenas sus éxitos en las operaciones encubiertas. La leyenda de la Unidad Cobra y su «Voyevoda», nacida durante la mismísima Batalla de Stalingrado, se acrecentaba al mismo tiempo que la importancia de las misiones que les eran encomendadas. El avance de la guerra, implacable, colgaba incesantemente medallas sobre su casaca, hasta llegar a 1943, el periodo que marcaría una nueva e importante muesca en su crónica.
El Proyecto Manhattan, el golpe definitivo de Estados Unidos para convertirse en la primera potencia armamentística del planeta, se veía amenazado por aparentes filtraciones a las potencias del Este de uno de sus principales implicados: Jon Von Newman. La misión, sencilla. Investigar al traidor, desenmascarar a sus cómplices e informadores y liquidarlos. Un trabajo rutinario, como tantos antes había completado con anterioridad, con una única disparidad capaz de desestabilizar mentalmente incluso a la más veterana y audaz entre las tropas norteamericanas. Durante los briefings previos a la misión The Boss recibe la noticia de que está encinta.
Ansiedad, ternura, pánico, dicha… el fantasma del porvenir. El patriotismo de The Boss y su espíritu de autosacrificio la impulsarían a continuar adelante, aun situando sobre la picota su bienestar y el de su venidero retoño. Pese a su temperamento y el exitoso inicio de su empresa, inevitablemente las buenas nuevas trastocarían la concentración de la joven, que en un punto crítico de la misión termina cediendo ante la presión, haciendo saltar por los aires su tapadera hasta el extremo de verse superada en número y acorralada en un tiroteo. Una bala perdida, en dirección a su vientre, la empujaría a realizar una finta fatal para tratar de salvaguardar sus entrañas, recibiendo a cambio el impacto de un segundo proyectil en su cráneo.
El primer fracaso de The Joy se había producido y con él se abría el camino hacia lo que más tarde sería conocida como la Guerra Fría. Su cuerpo, inerte, era recuperado por sus compañeros. Había caído en coma.
Metal Gear Briefing 001: Voyevoda
Metal Gear Briefing 002: Cobra
Metal Gear Briefing 003: Mercury Lady
Metal Gear Briefing 004: Virtuous
Metal Gear Briefing 005: Snake Eater
Metal Gear Briefing 006: Shagohod