LaPS3 juega: escondites aleatorios y muchos comecocos
Selva, ciudades, tinieblas... Los redactores de LaPS3 vuelven con su macedonia de juegos habituales una semana más
Una semana más, los redactores de LaPS3 vuelven a la carga con todo un conjunto de juegos variados y muy en relación a la candente actualidad de la semana en varios casos. El sigilo parece una tendencia predominante en cambio esta vez, con varios títulos que invitan a ello… O eso se creen. En cualquier caso, aquí os dejamos con la curiosa selección del entretenimiento del fin de semana.
De la misma manera que la semana pasada la inercia de los saltos y acrobacias de Rayman me empujaron a volver al Claro de los Sueños para seguir salvando a los Diminutos sin parar, en ésta la cleptomanía virtual me ha invadido totalmente hasta despertar la necesidad de recorrer las calles de La Ciudad en busca de todos los tesoros en Thief.
Juego que ha generado una gran controversia, o al menos así ha sido entre las valoraciones que la prensa especializada ha difundido durante esta semana. De forma similar a lo ocurrido con Castlevania: Lord of Shadows 2, la discrepancia de notas ha sido la tendencia que ha dominado el panorama internacional. Algo que debería asimilarse con normalidad, pues los análisis -o críticas, cuya definición se ajusta mucho más a lo que se realiza-, tan diferentes entre ellos como lo puedan ser las personas que los redactan, no son más que la opinión subjetiva y única que cada profesional del sector emite sobre un determinado videojuego.
Pero como en fin de semana toca descansar, colgar el mono de trabajo y disfrazarse de civil, aprovecharé el momento de paz y tranquilidad para seguir camuflándome entre las sombras y burlar al Barón una y otra vez. Y por qué no, tal vez, aprovechando la oscuridad, vuelva a enfundarme la capa para mordisquear unos cuantos cuellos aquí o allá. Pero sin sigilo, eso sí. El arte del subterfugio dejémoslo sólo a los profesionales.
Muchos lo encontraréis inexplicable, pero no había tenido ocasión de ponerme a jugar en serio a Far Cry 3 hasta esta misma semana. Así que, aprovechando que al fin dispongo de un fin de semana tranquilo y sin laboriosas cuestiones que resolver, espero poder avanzar en esta locura que Ubisoft publicó hace algo más de un año y que posiblemente sea una de sus propuestas más completas de la pasada generación.
Far Cry 3 ofrece una libertad que pocos juegos de acción en primera persona presentan y, lo más importante, se aleja de los clásicos planteamientos jugables para presentar una aventura donde eres un niñato rico cualquiera que debe sacar a relucir su verdadero potencial para salvar a todos sus amigos niñatos ricos de la terrible demencia de Vaas Montenegro, malo malísimo de la función.
Tengo la partida con pocas horas, por lo que a buen seguro todavía me quedan muchas sorpresas por descubrir. De momento he podido saltar desde torres con estabilidad dudosa, conocer a simpáticos lugareños y cazar algunos ejemplares de la en apariencia amplia fauna de la isla. Unas vacaciones en toda regla.
Este fin de semana lo he reservado para jugar a Dungeon Keeper Gold, un juego de estrategia que muchos de vosotros conoceréis y que GOG puso gratuitamente hace unas semanas, por lo que no pude evitar aprovechar la oportunidad para descargármelo.
La idea central de Dungeon Keeper se basa en crear una especie de mazmorra del mal, expandiendola hasta límites insospechados. En este juego, el jugador se pondrá en la piel del mismísimo demonio como señor y amo de las tierras que va reclamando para la construcción de su guarida.
Durante el juego, se irán creando distintas salas con diversas finalidades: en algunas de ellas se entrenarán a las monstruosas tropas, se mejorarán sus conocimientos sobre hechicería o en otras, podrán fabricar armas más precisas.Todo ello con la finalidad de que estén lo mejor preparadas para luchar los llamados “héroes” que querrán destruir la mazmorra.
Y si la construcción de las cámaras no es suficientemente rápida, siempre se puede azotar a esas pequeños esclavos que trabajarán durante veinticuatro horas para tener lista la guarida. ¿A quiénes le importan? ¡Al diablo con la ética!
Este fin de semana se presenta tan interesante o más que el anterior. Por una parte jugaré a 11 títulos en tan solo dos días. ¿Impresionante, eh? Pero hay algo de trampa… PAC-MAN Museum será uno de ellos, y en su interior habitan ocho juegos de esta escurridiza bola amarilla apodada “comecocos”. ¿A que ahora ya ha quedado más claro?
Mañana le quitaré el polvo a mi viejo disco de Dino Crisis y me quitaré las ganas jurásicas de pasarme de una dichosa vez esta mítica aventura de Capcom de la que últimamente se han escuchado rumores sobre su posible reinicio. No sé lo que aguantaré porque soy un cagueta, ¡pero lo intentaré!
Luego ya en última instancia mataré mi tiempo libre en World of Warcraft (la visita a las oficinas de Blizzard que hice la semana pasada tienen la culpa) de manera esporádica, y quizás me deje caer por el vasto mundo de Ivalice en Final Fantasy XII, mi tercera fantasía final favorita. Por si a alguno le surge la duda, en primer lugar colocaría las aventuras de Cloud en Final Fantasy VII y en segundo lugar a Final Fantasy XI.
Suelo tener más suerte que mis compañeros de redacción así que no es habitual que tenga que jugar a algo concreto para hacer un análisis, por lo que casi siempre estoy jugando a lo que quiero. Sin embargo suelo estar involucrado en Guías de Trofeos, así que aunque juegue a lo que quiera, cuando toca guía, toca guía.
En éste caso, me toca seguir todo el fin de semana con Castlevania: Lords of Shadow 2 precisamente para la guía.
La verdad es que está siendo una experiencia con bastantes altibajos. Con un par de horas de juego comprendes por qué las críticas se centran en el apartado de gráficos y las secuencias de sigilo. Hay muchos detalles gráficos que no se pueden perdonar a estas alturas de la generación (dientes de sierra y formas angulosas y poco definidas). Además, se nota mucho que algunas secciones han recibido mucho más trabajo que otras.
Las secuencias de sigilo son repetitivas e incongruentes: “Hola, soy el Príncipe de las Tinieblas. He recuperado la Espada del Vacío, las Garras del Caos, puedo transformarme en dragón para aniquilar a mis enemigos. Oh, cielos, un demonio sobrealimentado con un arma, voy a evitarlo”.
Sin embargo, pese a todo, me está gustando. La historia, que empieza con fuerza y afloja un poco el ritmo pasadas unas dos o tres horas, recupera altura a medida que te encuentras con personajes del pasado de Gabriel. La verdad es que tengo ganas de ver cómo termina esto.