LaPS3 juega: el retorno de los redactores
Después de un descanso largo por el E3, vuelve la sección para contaros todo lo que vamos a jugar este fin de semana
Muchas semanas han pasado desde que escribiéramos nuestros planes particulares para pasar el fin de semana de la forma más divertida posible, al menos dentro de la diversión que pueda ofrecer el mundo de los videojuegos. Esta vez, nuestra llegada viene acompañada del calor, de las ganas de tomarnos un relajante y fresquito baño en las playas que tenemos casi al lado de la oficina, pero eso no significa que no guardemos algo de nuestro tiempo para seguir jugando a lo que más nos apetezca durante nuestros merecidos días de descanso.
LaPS3 vuelve a jugar.
¿Hay una mejor idea en pleno verano que adentrarse en las profundidades de un desierto virtual infinito? Aún a riesgo de resultar apaleado, hasta hace solo unos días no había tenido ocasión de jugar a Uncharted 3: La Traición de Drake. Durante los próximos días, entre chapuzones y bebidas fermentadas bien frías, tengo la sana intención de terminar una de las aventuras más aplaudidas de PlayStation 3 aunque, de momento, Uncharted 2 sigue ganando en mi corazoncito gamer.
Lo que he podido ver hasta el momento del título me ha despertado sensaciones encontradas. Por una parte, el despliegue visual que ofrece Naughty Dog es incontestable. Por otra parte, las escenas de tiroteos y acción me ponen de los nervios. Enemigos que aparecen aleatoriamente de la nada, un control impreciso a la hora de apuntar y picos de dificultad inexplicables hacen que la experiencia no termine de ser tan satisfactoria como lo fue con El Reino de los Ladrones.
Una cosa hay que reconocerle a la saga: sabe llevar la espectacularidad a nuevos niveles durante toda la aventura. Es cierto que el esquema resulta repetitivo, pero su eficacia es incuestionable. Eso si, Nathan Drake es lo más parecido a un superhombre que he visto en mi vida. Se pega mil golpes, contra todo tipo de objetos y puños, y nunca acaba con fracturas importantes. Casi lo mismo que la pobre Lara Croft en el último Tomb Raider, que necesitaba la asistencia de los médicos de urgencias cada cinco minutos.
Pero, dejando de lado todas estas cuestiones, completar Uncharted 3: La Traición de Drake era una de mis tareas pendientes y nada mejor que las jornadas veraniegas para poder tacharlo de mi lista. Lo cierto es que durante estos días apetece más salir a la calle, charlar con los amigos y las amigas, tomarse unos refrigerios, darse un bañito en la playa o en la piscina (a gusto del consumidor) y terminar la jornada con uno de los aburridísimos partidos del Mundial de Fútbol (donde el 1-7 de Alemania a Brasil ha sido la única muestra de divertimento puro). Pero esas horas donde el calor se hace insoportable resultan ideales para disfrutar de los juegos que nos aguardan con buena cara en la estantería del salón.
Es un secreto a voces -al menos entre las paredes que contienen esta oficina- que soy algo torpe con los juegos de lucha. Sí, lo reconozco, yo era de esos a los que le apalizaban jugando a Tekken o que a duras penas conseguía realizar un Hadouken cuando era necesario en Street Fighter. En mi brillante hoja de servicios se encuentra un magnífico récord de diez derrotas consecutivas jugando al online de Naruto Shippuden: Ultimate Ninja Storm 3 mientras llevaba a cabo su análisis, o las palizas que recibía de mi hermano con el entretenidísimo Injustice: Gods Among Us.
Sin embargo, soy terco como una mula y sigo empeñado en intentarlo una vez más. Por si fuera poco, además, elevo la dificultad de mi ya de por sí incapacidad natural para echarle el guante a los juegos de lucha, y opto por un simulador para seguir mordiendo el polvo una vez más. Sí, efectivamente, sigo liado con EA Sports UFC después de haber concluido su análisis y estoy empeñado en alzarme con el cinturón de campeón.
Como señalaba en el análisis, una de las dificultades que contiene este juego es la pronunciadísima curva de aprendizaje del mismo. Tutoriales demasiado rápidos, poco incisivos y que no acaban de esclarecer con exactitud qué hacer en cada momento. A base de partidas y partidas voy encontrando sentido a todas las posibilidades que tenemos en el octágono y disfrutándolo, a pesar de besar la lona de forma demasiado frecuente, pero a eso ya estoy acostumbrado.
El caso es que, además, me voy entreteniendo con el creador de luchadores. Después de ver a varios compañeros de otros medios caricaturizar al ya anterior rey Juan Carlos I o a Chuck Norris, yo he intentado hacer lo propio con Pablo Iglesias, y la verdad es que el resultado es bastante divertido. Tampoco me viene mal el nombre de su partido para mi particular y ambicioso propósito. A ver si realmente podemos.
Éste fin de semana voy a tirar por juegos de habilidad, básicamente. En primer lugar, tengo recién terminada la primera vuelta del Yaiba: Ninja Gaiden Z. Me ha bastado echar un vistazo para ver que, si quiero sacarle el máximo partido a sus trofeos, voy a tener que echarle narices… me faltan varios niveles de dificultad, entre los que destaca uno en el que mueres de un solo golpe.
La verdad es que es un juego bastante divertido, si acaso, se hace algo corto, pero las situaciones son tan terriblemente absurdas, tan estúpidas y fuera de lugar, como un zombi pidiendo fuego para encender un cigarro a otro compañero mutante de fuego, langostas espaciales… que te tienes que reír. Yaiba es un personaje que creo quedará muy desaprovechado, me resulta mucho más interesante que el frío, aburrido y soso Hayabusa.
Por otra parte, tengo que animarme y ventilar un desafío que me lanzó mi amigo Brain. Conseguir el Platino de Mirror’s Edge. Por lo pronto, he dedicado un buen puñado de horas junto a Faith esta semana para superar las conocidas Vueltas Fulminantes, ya solo me faltan las pruebas contrarreloj y el 108 se sumará a la lista. Menos mal que tantos videojuegos nos terminan dando una capacidad de reacción bastante alta, porque llega uno a marearse con tantos saltos, vueltas y cambios repentinos de dirección, terminas saltando por puro instinto y las manos se mueven solas para realizar auténticas locuras.
Por último, si me queda algo de tiempo, comenzaré con un viaje al pasado con la reedición de Another World, que recuerdo en una vaga nebulosa de cuando era… bastante pequeño, posiblemente fuese uno de los primeros juegos que pasasen por mis manos en la época en la que alquilar era la única opción debido al precio de los juegos. Va a ser un fin de semana interesante, quizás demasiado corto.