Just Cause 3, bombazo jugable
Exploradas sus tres primeras horas en las impresiones finales, queda claro que Avalanche va a hacerte volar
Acción a raudales, explosiva, contundente, vertiginosa, libre y hasta creativa. Así se confirma la jugabilidad de Just Cause 3 en este último hands on de más de tres horas que varios periodistas del sector hemos tenido con el juego, y así se perfila el que va a ser uno de los sandbox más divertidos que jamás se haya hecho, con lanzamiento el 1 de diciembre solo en sistemas de nueva generación. Y qué bien que así sea, pues el nuevo viaje por los aires de Rico Rodríguez es tan frenético y demoledor que no podría moverse de la misma forma en consolas como PS3 y 360. Caída libre del jugador dentro de un patio de recreo enorme plagado de actividades y de adrenalina, con el placer de destruir y volar como motores de todo. Podéis verlo en este nuevo gameplay comentado:
Muchos ya conocerán de sobra a Rico Rodríguez, pero lo que no conocíamos tanto era su casa, su isla natal, Medici, un precioso archipiélago del Mediterráneo que recuerda a Malta, Ibiza, Cerdeña… que tiene una luz especial que de sobra conocemos los españoles, y que baña sus playas, acantilados, cumbres nevadas, praderas… El mapa de Just Cause 3 sobre el que Avalance Studios (también encargados de Mad Max) arroja a Rico y al jugador tiene de todo y es angustiosamente grande, esperemos que sepan llenarlo bien de cosas por hacer, aunque por lo visto hasta el momento parece que no tenemos que tener ningún temor. Misiones de la historia central y decenas de secundarias pueblan de costa a costa el accidentado terreno, área por la que Rico va a moverse con soltura plena, volando como nunca antes gracias a la combinación traje aéreo-paracaídas-gancho, un trío de objetos de equipo crucial y que el anonadado visitante recibe en los primeros diez minutos de juego, para no perder tiempo, vamos.
Justo esto de los tiempos acelerados y la diversión y acción directas son aspectos que Avalanche no se ha cortado en ofrecer sin dar explicaciones ni rodeos. Aquí no se busca el habitual sandbox que introduce poco a poco sus posibilidades. Aquí se da todo desde muy pronto y la total manga ancha al jugador para combinar y sacar partido a sus mecánicas y herramientas, todas y a cada cual más loca, imaginativa y destructiva. La historia nos presenta igual de rápido a Mario, el mejor amigo de Rico y quien le hará los primeros encargos; al súper villano, el general Sebastiano DiRavello; a la ingeniera rebelde que procurará mejoras al prota y le enseñará a desarrollar habilidades; y a los encargados de armas y vehículos. Con esto sobre la mesa en menos de una hora, el show comienza fuerte.
Hablo de un sandbox espectacular por lo impresionante de sus elementos conjugados y la total interacción y destrucción, puntos de gameplay que se encajan sobre un apartado técnico vistosísimo con largas distancias de dibujado, efectos de iluminación llamativos, un sinfín de animaciones para Rico, tratamiento avanzado de partículas y físicas en los despieces, efectos de explosiones y fuego denso, o un framerate que parece, de momento, muy estable. Irá a 30 imágenes por segundo en PS4, pero promete no tener caídas en ninguna de sus muchísimas situaciones de estrés. El sonido no se queda atrás, con doblaje de nivel en castellano y una rotunda gama de FX atronadores que salpican una banda sonora épica y cañera, creada de propio y con orquesta.
Misiones básicas como liberar ciudades o perseguir un vehículo donde va alguien a quien rescatar se aderezan de disparatadas rutas de aros por tierra, mar y aire, caóticas acometidas a los blindadísimos cuarteles generales o persecuciones aéreas a 300 por hora en un enjambre de cazas sobre las nubes. No es un juego para gente con vértigo, Rico va a estar más tiempo por los aires que con los pies en el suelo, y eso está promovido en el propio planteamiento de los encargos y en la facilidad de mantenerse y viajar muy rápido intercalando gancho, paracaídas y wingsuit. Alternando de uno a otro con cierta destreza, es posible atravesar cualquier distancia. Éste es un sandbox esférico donde todo ocurre a muy distintas alturas, lo que lo recarga de adrenalina y variedad.
Menos interesante resulta la Inteligencia Artificial rival, que parece que va a ser uno de los obstáculos para los puristas del realismo. Si bien es cierto que la naturaleza chiflada del juego no es ser desafiante en tiroteos ni emboscadas imposibles o ráfagas letales que nos hagan intentarlo una y otra vez, tampoco es de esperar situaciones como las ya vistas, donde los soldados adversarios directamente se exponen para ser alcanzados, donde se mueven de forma torpe o donde no te ven aunque te tengan frente a sus narices. Hemos jugado el principio de todo, sus primeras hroas, y quizá por eso hayamos encontrado estos patrones de conducta estúpidos, ya con la versión final del juego y el review completo habrá que ver cómo se comportan en el medio y largo plazo.
A cambio, una sorpresa verdaderamente alegre ha sido el manejo y tacto cambiante para cada tipo de vehículo. Normalmente, en estos de los sandbox tipo GTA o Far Cry, la conducción siempre acaba bastante simplificada y plana, similar llevemos la chatarra que llevemos. En Just Cause 3 esto no es así para nada, cada una de las motos probadas se sienten diferentes, los coches tienen distinta maniobrabilidad, los aviones y helicópteros reflejan su peso y componentes en el control del vuelo y las embarcaciones no tiran igual si son de caucho inflado tipo zodiac o de vela y madera, se nota otra reactancia del agua en la base. Teniendo en cuenta la cantidad de vehículos distintos que vamos a pilotar, esto es una magnífica noticia y añade enteros a su jugabilidad.
Al igual que también gana puntos en el terreno jugable la cantidad de posiciones de disparo o movimiento con que cuenta Rico. Es fácil saltar de un coche a otro al tiempo que se dispara un lanzacohetes contra un helicóptero, se deja carga explosiva en el coche abandonado y se prepara el gancho para salir volando de la escena. El esquema de controles y las respuestas instantáneas y con ciertas ayudas automatizadas le sienta de maravilla a Just Cause 3 y, a medida que se desarrolla al personaje en sus 8 árboles de habilidades, va dejando al jugador tener un control total de cualquier situación y destrucción, lo que hace enormemente divertido enfrentarse a cada reto y querer seguir siempre un poco más.
Explicaban sus creadores, que para que el mapa no acabase siendo un yermo con todo destrozado y asolado, han tenido que tomar una difícil decisión de diseño y planteamiento que rehace con el tiempo las ruinas y escombros que vamos a ir dejando a nuestro paso por todos lados. Esto sonaba poco realista e incluso dudosa idea al principio, pero en cuanto se le meten unas horas al juego completo, uno se da cuenta de que el nivel de destrucción de todos los entornos es tan salvaje que realmente no le va mal cierta reconstrucción disimulada. Ahora bien, ya hemos visto algunos momentos un poco extraños donde esa reconstrucción se produce demasiado rápido y llega a restar importancia a lo logrado anteriormente. Esto es peligroso si se convierte en habitual. Habrá que ver despacio, igual que ocurre con la IA, cómo se acaba comportando.
La implicación argumental de Rico dentro del grupo de rebeldes que busca acabar con la tiranía de DiRavello cueste lo que cueste dibuja un esquema de misiones muy variopinto y bastante épico, donde no se duda en usar la fuerza bruta y donde nunca hay un camino escrito para actuar en busca de los objetivos. Al contrario que en otros sandbox como Assassin’s Creed o el mencionado GTA, aquí la misión no se interrumpe ni se desincroniza si algo sale como no estaba previsto. Usar el sigilo y el cuerpo es otra vía, pero estoy seguro de que en el 99% de los casos todo el mundo va a usar la explosiva combinación de herramientas letales y movimientos del personaje, pues todo en el planteamiento invita a ello, y es raro quedarse sin bombas, sin vehículos o sin devastadoras ametralladoras. Hay una preocupante predilección por el fuego en Just Cause 3, y digo preocupante porque al jugarlo ese gustillo se contagia.
El factor desafío está en cada nueva misión y en la progresión voluntaria del personaje a través de nuevas habilidades físicas o de conducción, y los coleccionables. Cada tarea secundaria, decenas, otorga al final una puntuación y número de estrellas que sirven también para enfrentarnos al resto del mundo ya que esto nos coloca en unas tablas de ránking mundial y de amigos. Existen un montón de logros que superar para ganar experiencia y vehículos que ir almacenando y coleccionando, e incluso que se pueden solicitar en cualquier momento vía entrega aérea en un contenedor, para hacer más directa y divertida la propuesta.
Se acabó aquello de «quiero un avión, tengo que buscarlo». Ahora, si ya lo has pilotado, pasa tu hangar de rebeldes y puede ser solicitado. Esto hace todavía más explosivo y rápido el gameplay, si cabe. Ocurre parecido con las armas, aunque en ambos casos hay limitaciones para no abusar de este recurso y que toda la aventura sea un paseo. Está bien equilibrado y funciona bien dentro de un mapa de estas disparatadas proporiciones, es enorme y tiene todo tipo de terrenos e infraestructuras, también trenes, pantanos, centrales eléctricas, densos bosques, desfiladeros rocosos…
Tremendamente divertido Just Cause 3, no cabe otro calificativo para su explosiva fórmula que al fin saca partido a la nueva generación y gana en agilidad y tamaños. Resulta sorprendente ese gusto humano por la destrucción, debe ser un instinto natural, pero desde luego con este nuevo viaje de Rico en su Medici natal queda bien satisfecho. No falla en el mando, no falla en lo audiovisual y no falla en la adicción ni duración. Mucha atención a esta mastodóntica propuesta que ha dejado a Avalanche hacer -y al jugador deshacer- todo como siempre habían querido. En apenas un mes empieza el vuelo.