Queda patente que muchos de los títulos que se rescatan hoy en día del ostracismo temporal al que han sido condenados, siempre cuentan con un aura un tanto especial que se niega a despegarse de aquello que una vez llegaron a significar. Tal vez eso ocurriera cuando Bethesda anunciara Wolfenstein: The New Order hará unos meses, aprovechando la incipiente generación teconológica que intentará abrirse paso en los próximos meses. Los precedentes de la saga destilan referencia inicial en aquellas primeras propuestas, pero su evolución poco consistente acabó por relegar a la saga a un segundo o tercer plano del que desea salir en esta ocasión.
Y es que, Wolfenstein: The New Order cuenta con varios ingredientes para que ésto realmente ocurra. El momento elegido no podía ser mejor, pues los inicios de una generación abren las puertas a cualquier proyecto valiente que se atreva a adentrarse en él. Pero también el equipo de trabajo y las ideas difundidas cuadran en el propósito de hacer las cosas bien, o al menos de mostrar una personalidad lo suficientemente marcada para luchar en las salvajes reyertas de un género tan concurrido como el third person shooter.
En esta ocasión, con motivo de la Gamescom que se está celebrando estos días en Colonia, hemos podido acceder a una versión más avanzada del juego sólo disponible a puerta cerrada, y que difiere en gran medida con los niveles vistos durante el pasado E3. Ciertamente, uno de los componentes que se ven reforzados en esta ocasión es la historia, pues MachineGames ha intentado acercarnos hasta el propio Blazkowicz para poder observar en primer persona muchos de los matices que acompañarán a una campaña cargada de acción a raudales y muchas dosis de brutalidad.
Esta demo nos permitía adentrarnos en una misión cuyo objetivo residía en acabar con un famoso científico nazi conocido como Deathsead. No hay que olvidar el contexto que rodea a esta historia, y no es otro que una realidad paralela en la que la Alemania nazi se alzaba victoriosa al final de la Segunda Guerra Mundial, sometiendo al mundo a los horrores de su destructiva ideología, pero también convirtiéndolo en el campo perfecto para sus macabros experimentos.
En este malévolo objetivo es donde el doctor causa estragos entre los prisioneros de las diferentes fortalezas nazis, contribuyendo con sus análisis y sus pruebas a mejorar un arsenal de fuego hecho, principalmente, de dolor y sangre. Blazkowicz y su escuadrón se introducen en su fortaleza con la esperanza de masacrar a unos cuantos soldados enemigos, mientras focalizan todos sus sentidos en llevar a buen puerto dicha misión.
Pero no todo iba a ser fácil, obviamente. Introducirse en todo un cuartel general, querer capturar a una de las cabezas visibles y salirse de rositas no entra en la cabeza de cualquier aficionado que haya visto un par de películas bélicas o unos pocos juegos de acción. Y es que, entre tanto Blazkowicz y su equipo cubrían de plomo todos los enemigos que salían a su paso, no podían imaginar que acabarían metidos en la boca del lobo siendo, irónicamente, los cazados por aquellos a los que pretendían capturar.
Pero hasta llegar a este punto de la historia, tuvimos tiempo de sobra para comprobar algunos aspectos jugables y técnicos del título editado por Bethesda, descubriendo particularidades que lo hacen destacar como alternativa interesante a esta generación que está a punto de empezar. No podría ser de otra manera cuando encontramos un apartado gráfico potente, alejado de lo que podemos ver en la actualidad. Un espectáculo de matices y colores que constatan la potencia con la que se está trabajando para trasladar la mejor experiencia posible a las nuevas máquinas.
En concreto, la iluminación con la que cuenta Wolfenstein: The New Order destaca sobremanera, por encima de cualquier otra particularidad. No es sólo que los haces de luz tengan una incidencia sólida sobre todos los objetos, con sombras arrojadas de manera bastante precisa cuando cualquier elemento se interpone en la trayectoria. Es que la tonalidad que la luz desprende de los objetos recibe una vida y un volumen que diferencia claramente cada pequeño aspecto del objeto, dando una sensación de realismo muy consistente.
Esto tiene importancia cuando vemos a los enemigos con sus detallados modelados arrastrándose por el suelo, moviéndose entre bambalinas con una naturalidad sorprendente y que, unido a la fortaleza del aspecto lumínico, se resalta una contextualización de la batalla muy adecuada. No podríamos decir en cambio que la inteligencia artificial fuera demasiado certera, pues sólo en las ocasiones que exponíamos a nuestro personaje al rival era cuando se encontraban con la capacidad de hacernos un daño serio.
En parte, esto también sucedía por el sistema de salud con el que cuenta el juego. Nuestra vida no se regenera automáticamente, con lo que cuando veamos que andamos extremadamente justos de energía será conveniente buscar por el suelo algún tipo de remedio consumible que nos haga recargar las pilas para la próxima batalla. No acaba de ser totalmente estricto, pues hay cierto valor numérico que sí tiende a recuperarse, pero de normal este funcionamiento provoca que el jugador se lo piense dos veces antes de hacer cualquier locura.
Por supuesto, no serán pocas las armas con las que contaremos para cumplir con nuestro objetivo en la misión, o derrocar al enemigo en general. Blazkowicz se alza como un soldado todoterreno capaz de empuñar cualquier tipo de arma, plantando cara así a los gigantes robóticos que tienen los nazis o a los soldados rasos que buscan constantemente cualquier señal de vida enemiga. Por las manos de nuestro protagonista pasarán metralletas, pistolas escopetas… un sinfín de armas de fuego que podrán combinarse portando dos a la vez del mismo tipo, jugando con la posibilidad de esgrimir cada una de ellas en cada brazo.
Pero en cambio, si somos jugadores a los que les atrae el sigilo, Wolfenstein: The New Order ofrece la posibilidad de completar todas estas fases optando por matar a los enemigos de forma sigilosa con nuestro cuchillo, evitando que los desgarradores gritos o los disparos de nuestras armas llamen la atención de todo un ejército listo para concluir nuestra búsqueda y captura.
Aunque todo lo relatado da al juego la fachada poco extraordinaria de ser un shooter pero enfocado a encontrar su espacio en la siguiente generación, lo cierto es que hay algún que otro elemento que lo logra alejar de la monotonía, exhibiendo la capacidad del estudio para ofrecer una campaña de un jugador única bastante completa. Podríamos hablar, por ejemplo, de los elementos coleccionables que pueblan los escenarios. Figuras ostentosas expoliadas por el ejército nazi, cuadros robados o estatuas que rescatar de semejante saqueo.
Pero también habrá hueco para un nivel superior de exploración, con pequeñas misiones que nos obligarán a repasar de arriba abajo nuestra localización para encontrar al fin la solución adecuada a semejante enigma. Hay que recordar que Wolfenstein: The new Order no contará con apartado multijugador, por lo que los esfuerzos por crear una experiencia plena en la perspectiva de primera persona son totales, siendo ésta la carta de visita y motivo principal del proyecto a todos los niveles.
Finalmente, encontramos durante la prueba algunos momentos en los que la interacción alcanzaba también unos matices algo diferentes a lo que vimos la mayor parte del tiempo, más allá de estas pequeñas particularidades relatadas. Pequeños momentos en los que tendremos que realizar acciones especiales sobre ciertos objetos para poder escapar, para salvar nuestra vida o para acabar con algún enemigo de forma espectacular. Frescura y sorpresa jugable que nunca está de más cuando la dinámica de los disparos o la acción copa la actuación del juego por completo.
Con todo esto, y sin desvelar el final de la misión (o el inicio del próximo capítulo) para todos aquellos que no quieran saber más de lo necesario, terminamos la demostración con muy buenas sensaciones. Es posible que Wolfenstein: The New Order no vaya a destacar por ser una revolución dentro del género, pero los chicos de MachineGames están centrados en hacer las cosas realmente bien, sobre todo para devolver a la saga Wolfenstein a una posición que nunca debió abandonar.