Dark Souls II es uno de los juegos que más están esperando aquellos jugadores que aún no han dado el salto generacional. El título de FROM Software viene a demostrar que aún quedan unas cuantas experiencias que disfrutar en PlayStation 3. Con la visita del productor Tak Miyazoe de Bandai Namco hemos podido conocer nuevas características de esta entrega para pasar después a morir (perdón, jugar) durante un par de horas.
En primer lugar vamos a citar brevemente aquellas mejoras que Miyazoe-san nos fue enumerando. Comenzamos por un cambio que demuestra que para FROM Software su comunidad es muy importante y el feedback recibido puede hacer evolucionar la saga. Hablamos de las mecánicas de salto, que en esta ocasión se ha tratado de que el comando para realizar esta acción sea más simple. Las siguientes mejoras están relacionadas con la conectividad. En primer lugar, contaremos con servidores dedicados incluso en su versión para consolas, de este modo se podrá realizar un matchmaking por región que favorezca la calidad de la partida. En esta ocasión podremos equipar hasta 4 anillos a nuestro personaje, pudiendo ser algunos de ellos anillos especiales para que dos personajes que creen en el mismo dios tengan mayor posibilidad de encontrarse entre sí.
Hablando de ítems, el llamado «Soul vessel» nos permitirá resetear los parámetros de nuestro personaje, algo que en el primer Dark Souls solamente nos era posible creando una nueva partida. Habrá batallas PvP entre personajes que escojan el mismo pacto, y se ha añadido la opción de quemar objetos en las hogueras para realizar acciones como recuperar nuestra humanidad, tardar más en ser encontrados en el matchmaking o que los enemigos de segunda ronda sean más fuertes para «farmear» almas.
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Tras estas pinceladas, que no hacen sino confirmar que Dark Souls II será una entrega más robusta, más que un cambio radical, llegó la hora de ponernos a los mandos de nuestros DualShock 3 para morir (perdón nuevamente, jugar) durante los comienzos de la aventura. Nos encontramos ante el menú inicial, nueva partida, y llegan las preguntas. Aparecemos con un personaje en el centro de un escenario con bastante vegetación, es en este primer instante cuando nos planteamos una duda que se ha convertido en santo y seña de la saga en esta tercera entrega trás Demon’s Souls y Dark Souls: ¿y ahora qué?
Nuestro personaje apenas porta unos harapos y carece de equipo. Vemos una luz al fondo, ¿podrán allí iluminarnos (sirva el juego de palabras) y comprender mejor nuestro propósito en este desangelado mundo? Avanzamos hasta esta cabaña y al entrar unas ancianas nos disuaden de nuestro propósito, somos un maldito y creemos, como otros tantos antes que nosotros, que en este mundo vamos a poder librarnos de esa maldición, ellas afirman que no es así, pero la voluntad férrea de nuestro personaje intentará conseguir ese propósito.
Es en este punto cuando creamos nuestro propio personaje según un estilo de clase definido. Para Dark Souls II se ha respetado más la división por clases y cada una tendrá un estilo concreto de batalla, con sus propias animaciones incluso, en contraposición con el primer Dark Souls en el que la decisión inicial podía ser revertida con el paso de las horas y especializarse en otro estilo. Siguiendo el consejo de Miyazoe sobre la clase más asequible, escogemos nuestro guerrero, ya que cuenta en su equipo con escudo y espada desde un inicio.
Tras esta decisión llega de nuevo el vacío, ¿ahora qué? nos preguntamos de nuevo, hasta que encontramos una salida en la parte trasera de la choza. El avance nos llevará por el único punto del mapa en el que tendremos «cierta tranquilidad», unas oscuras cuevas. Por medio de unas ruinas podremos leer unos parámetros básicos sobre los controles del título, a modo de tutorial y ponerlos en práctica contra algunos enemigos no demasiado difíciles de derrotar. El principal peligro que el juego nos pone en estos primeros compases, a modo de advertencia de que el escenario es el primer enemigo, son algunas trampas si no observamos bien por donde pisamos.
[break=Página 2]Tras superar con éxito esta sección, morir alguna que otra vez para empezar a acostumbrarnos y ver como nuestra barra de vida baja (lo hará hasta un 50% en condiciones normales) y nuestra piel se irá pudriendo progresivamente avanzamos hasta la primera zona de cierta importancia. Más allá de diseño artístico, donde se observa un horizonte en la fase de ocaso con el mar al fondo -una estampa preciosa- esta zona se caracteriza por su importancia, la cual conviene explorar en este primer vistazo.
Tres NPC son los que habrá que tener en cuenta. En primer lugar un herrero al que todavía no podremos visitar hasta hacernos con una llave y que será el encargado de que tengamos nuestro equipo en las mejores condiciones posibles. En un faro al fondo encontramos la primera posibilidad de unirnos a un pacto, en este caso el Camino del Azul, que nos dará bonus a nivel defensivo y por último, pero sin embargo la más importante, cerca de la hoguera de esta zona encontraremos una figura femenina que se antoja clave en nuestro devenir: será la encargada de rellenar nuestros frascos de Estus o aumentar nuestro nivel.
El avance nos pondrá los primeros enemigos desafiantes del juego, la clave una vez más será el intentar aprenderse el patrón de ataque de los enemigos, para saber el momento exacto en el que tenemos que atacar. Sin embargo todo esto es teoría, siempre una flecha lejana puede acabar con nuestros huesos en la última hoguera activa y nuestra barra de vida un pelín más pequeña. A pesar de los temores iniciales que apuntaban a que Dark Souls II sería más fácil, no hemos encontrado restos de facilidad en ninguna de sus áreas.
Sí puede ser considerado más asequible, merced a objetos como las gemas de vida, que restauran una pequeña porción de la barra de vida. El resultado global parece más equilibrado. Sigue suponiendo un desafío muy difícil de completar, pero si morimos demasiadas veces habrá acciones que intentarán equilibrar a nuestro personaje con el mundo al que se enfrenta, como el hecho de que desaparezcan ciertos enemigos del respawn si nos ha matado un número considerable de veces, o el hecho de que aumente el número de gemas de vida que sueltan los enemigos al morir.
Dark Souls II sigue fiel a su jugabilidad desesperante, a ese constante ensayo-error y a los cánones que ha tenido la saga desde sus inicios, siendo este una mezcla de ambas entregas. A nivel visual destaca sobre todo el diseño artístico de escenarios y personajes. Se observan problemas con la texturas, bastante planas por momentos, pero mejor trabajadas que en la primera edición. Parece que el salto generacional tendrá que esperar, pero desde luego, en líneas generales, Dark Souls II luce bastante bien. Se ha corregido el problema con las bajadas graves de framerate y tal y como nos confirmaba Miyazoe, en la versión para consolas tendremos unos 30fps constantes.
Dark Souls II es la excusa perfecta para dedicar un buen puñado de horas como despedida a PlayStation 3 o el motivo perfecto para desempolvarla mientras aparecen lanzamientos de gran calado para PlayStation 4. Disfrutad de la vida hasta que se ponga a la venta para PS3 el próximo 14 de marzo, porque a partir de entonces la acción que más repetiréis será la muerte.