¿Hace falta ser un jugador profesional para ser periodista de videojuegos?

César Rebolledo · 29 diciembre, 2018
La opinión de un n00b

Estas últimas semanas los que hayáis estado un poco al tanto de las noticias menos habituales de videojuegos os habréis enterado de cierto revuelo. Hablo de cómo un periodista del sector mostraba sus particulares habilidades en Cuphead. Habilidad que para algunos dejaba que desear y fue abiertamente criticada de manera bastante agresiva por otro profesional. Obviamente, con lo agradable y acogedor que es el particular mundo de internet y en concreto el de las redes sociales, esto fue un detonante suficiente para desatar una ola de odio que me lleva a formular una pregunta lógica. ¿Hasta qué punto hace falta ser un gran jugador para trabajar en el particular mundo del periodismo de videojuegos?

Voy a partir de una base muy concreta y que quiero mantener durante toda esta opinión y es algo muy simple: «ser un gran jugador» es extremadamente relativo. Es decir, yo puedo decir sin miedo a equivocarme que no soy un casual que coge un mando y se pierde. El sistema de logros/trofeos nos permite hacernos una idea, si sabemos un poco del asunto, de la dificultad que cada uno está dispuesto a aceptar y puedo decir que estoy por encima de la media, en términos generales. Pero si me das un juego de fútbol, me voy a tropezar con el balón. Y cualquiera que haya jugado conmigo sabe que ponerme a conducir es la peor idea del mundo. Si vuela, perfecto. Pero si conduzco, acabaremos volcando.

Me parece que con esto queda claro a lo que me refiero. Es decir, pese a que en el mencionado vídeo de Cuphead más de uno se pueda llevar las manos a la cabeza (que objetivamente, hasta donde he podido averiguar es que efectivamente el periodista en cuestión es un gran profesional, pero un jugador un poco por debajo de lo normal), cada uno destaca más en unos géneros que en otros.

Pero, volviendo al tema que nos ocupa, he llegado a leer auténticas barbaridades a lo largo de estas semana. Gente que, por decirlo de forma clara y directa, no se ha tomado la medicación anticuñao en varios días. Ataques de verborrea encolerizada con cierta dosis de brutalidad que para colmo de males, se ampliaban hasta absolutamente todos los que nos dedicamos a esto, por la cara.

Os voy a poner un ejemplo práctico. Imaginad que recibís un juego varias semanas antes de que se ponga a la venta. Sí, eso es bastante habitual en esto, como ya sabréis. No hay información de ningún tipo sobre él, porque obviamente aún no ha salido a la venta. Nadie puede ayudarte, porque una cosa muy divertida llamada «embargo» impide que hables del juego con otras personas. Así que, básicamente, vas a ciegas. A ciegas y contrarreloj, teniendo que grabar un gameplay rápidamente para publicar, muchas veces con compañeros trabajando a tu alrededor, el perro ladrando en el cuarto de al lado o la gente en la oficina de al lado pegando ruido. ¿Vais entendiendo por dónde van los tiros?

Eso por no mencionar la cantidad de horas seguidas que puedes estar jugando. Eso hace mella en cualquiera, os lo garantizo. Recuerdo perfectamente la cantidad de horas que tuve que jugar a Dark Souls 3 para tener esa Guía Paso a Paso tan mona lista para el lanzamiento y cómo al final apenas sabía ni lo que estaba haciendo.

Entonces, ¿qué es un gran jugador? En las filas de cualquier revista de videojuegos hay varios perfiles de trabajador. Ojo, no hablo simplemente de ser «bueno o malo». Un juego como Horizon Zero Dawn, siempre desde mi punto de vista, requiere de alguien que preste mucha atención al apartado técnico visual. Un Soulsborne exige de alguien paciente, con habilidad por encima de la media y que sepa ir más allá de la superficie. Un Doom, alguien con reflejos, un sandbox, alguien con tiempo y experiencia en el género para compararlo con otros… Es decir, desde el prisma de definir como un buen o mal jugador para una crítica de un videojuego, el periodista perfecto es aquel que encaja en ese momento concreto. Y no necesariamente será el más hábil.

El gran problema que he visto estas semanas es cómo algunos, simple y llanamente, hacían algo que se lleva viendo desde hace unos dos años. El sector de los videojuegos se ha visto inundado de gente que no disfruta de los videojuegos, sino que los usa como una forma de dejar salir el odio y la bilis que llevan por dentro. Cualquier excusa es buena para echar mierda, cualquier pequeño catalizador es una explosión de furia, críticas destructivas e incontables mensajes en las redes sociales que a muchos nos han obligado a, simplemente, apartarnos de los lectores en twitter, facebook y demás ecosistemas por el alto nivel de hate que los caracteriza. Lo gracioso del asunto es que muchas veces, todos estos cuñados ni siquiera juega. Si le preguntas, el hater normal dirá «no, es que yo hace años que no juego porque tengo una vida». Esto suele ser un mensaje que deja entre otros treinta bastante constructivos.

Ahora tengo que repetir la pregunta del principio, ¿hace falta ser un gran jugador de videojuegos para ser periodista de videojuegos? Creo que si me habéis seguido hasta aquí os imaginaréis la respuesta. No existe el gran jugador de videojuegos, porque siempre habrá un género al que no sepas adaptarte. El periodista de videojuegos simplemente debe ser alguien que disfrute de lo que hace, que a veces sufrirá, a veces disfrutará, a veces podrá hablar con propiedad de lo que tiene delante, y a veces lo hará desde el desconocimiento (que en ocasiones, es bueno: permite afrontar un punto de vista fresco en sagas de largo recorrido, por ejemplo). Con eso y saber escribir algo intelegible e interesante, tienes una persona que pueda ofrecer una opinión, tan independiente como sea posible, que ayude a otros a intentar decidir sobre si lo que han visto en las campañas de promoción.

El periodista de videojuegos es tan pro y tan manco como cualquiera de vosotros, porque en el fondo es como cualquiera de vosotros. Y su opinión es tan válida como la de cualquiera de vosotros. La única diferencia es que este trabajo da a su opinión un pequeño escalón desde el que lanzar su crítica y que llegue a algo más de gente. Pero ese escalón, por mucho que algunos digan «va en el sueldo» no es una plataforma para que algunos puedan apuntar mejor al tirar sus piedras. Y ahora, si me disculpáis, soy el pro de mi Escuadra de Destiny 2, en la que los otros dos son unos mancos. Sarcasmo, por si alguno no lo ha pillado.

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