El fracaso de los juegos musicales

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
¿Qué ha pasado para que ya no queramos tocar instrumentos en consolas?

Singstar, Guitar Hero, Rock Band, Dance Dance Revolution, Samba de Amigo, Donkey Konga, DJ Hero… Todos estos nombres suenan ya a otra época, a algo prácticamente muerto, y eso que Rock Band 4 y Guitar Hero Live intentaron devolver la grandeza al género musical en 2015 y la actual generación, y arcades rítmicos como LocoRoco, Patapon y Parappa The Rapper ya preparan sus remasterizaciones para volver a la vida en PS4. Pero el género de los juegos musicales en sentido más estricto, el de instrumentos y periféricos adicionales que hagan sentir al jugador sobre el escenario tocando, cantando o bailando, está prácticamente extinto. Just Dance o los juegos de realidad virtual Rez Infinite VR y Thumper son los únicos recientes que mantienen el tipo en cuanto a ventas y recepción. Por eso, en LaPS4.com nos hemos parado a preguntarnos qué ha pasado, a qué se debe este bajonazo, ¿por qué ya no suenan tan bien esas cuerdas? En este vídeo le ponemos acordes metaleros y te contamos nuestras teorías:

El regreso de Rock Band con su cuarto juego numerado y el de Guitar Hero reinventándose en Live y las nuevas guitarras no se manejó, quizá, como era debido. Ambos títulos se pueden encontrar hoy con sus periféricos a precios irrisorios en multitud de tiendas. Y eso que Rock Band 4 empezó costando en su lanzamiento nada menos que 179 euros en su pack juego + guitarra. Obviamente, no tardó en tener que rebajar un poco ese precio inicial, estratosférico para los tiempos que corren. No hablemos ya del gran paquete con todos los instrumentos… Parecido movimiento hizo Activision con Guitar Hero Live, éste a 79 euros en sus primeros días en el pack juego + guitarra, y apostando por cambiar la fórmula clásica de los cinco botones de colores por dos nuevas hileras de blancos y negros que ahora jugaban más con los acordes que con las melodías.

Un buen intento el de Guitar Hero Live por hacer algo un poco más fresco y que rompiera en parte con lo anterior, pero esa ambición no estuvo tampoco todo lo bien ejecutada que se le pedía a un bastión salvador de tiempos mejores. Los modos online, la mayoría, presentaban cierto lag aún no del todo hoy pulido que en dificultades medias se sobrellevaba sin problemas, pero en las dos más altas hacía impracticables ciertas secuencias complejas y rápidas. También en ejecución se pasó tres pueblos Rock Band 4, con decisiones de modelo de negocio y retrocompatibilidades incomprensibles. El juego base incorporaba una lista de 65 canciones, ampliable con otras más de 5.000 que comprar individualmente. Los juegos anteriores que tuviéramos en formato físico no se sincronizaban con el nuevo, algo que ya hizo Singstar en PS3 y que no requiere demasiado esfuerzo por parte de una desarrolladora, Harmonix, que junto a Mad Catz -la distribuidora- se notaba excesivamente conformista para lo que fue este estudio antaño.

El futuro parece poco esperanzador para los juegos de este estilo con periféricos, hace unos años absolutos reyes de las fiestas en casa. Ahora, como decíamos al principio, la apuesta de los musicales pasa más bien por recuperar clásicos o no ir demasiado lejos en accesorios adicionales y precios de infarto. Creemos que las versiones de PS4 de Patapon, LocoRoco y Parappa funcionarán medianamente bien, teniendo en cuenta el bajo coste de haber hecho el port y reescalarlo a alta definición 1080p. Pronto lo sabremos, no parece que vayan a tardar demasiado y recordad que, para abrir boca, Parappa The Rapper tiene demo ya en PSN de PlayStation 4.

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