26 de febrero de 1999. Llegaba a España un título, producto de la mente de un japonés poco conocido por estos lares, Hideo Kojima. Metal Gear Solid llegaba a nuestras PlayStation. Nacía una leyenda en el mundo de los videojuegos.
Una introducción al más puro estilo de las mejores películas de espías, en la que vemos cómo nos infiltramos en la isla de Shadow Moses con la ayuda de un torpedo-submarino, suenan los primeros acordes de The best is yet to come y… nos ponemos en marcha para evitar un ataque terrorista que amenaza la paz mundial con armas nucleares.
Metal Gear Solid nos propone una jugabilidad en perspectiva cenital, en la que la base es pasar desapercibido. Con la única ayuda de nuestro Radar Soliton, que nos indica la localización de los enemigos o cámaras y la dirección en la que miran, nuestro principal objetivo es avanzar sin ser descubiertos.
Una idea básica en un principio, que se vuelve compleja al ir jugando. Que nos descubran no significa sólo que los enemigos nos ataquen, sino que irán apareciendo refuerzos constantemente (salvo en determinadas zonas) y nuestro radar desaparece. La zona está nevada, así que debemos tener cuidado al cruzar zonas a cielo abierto en las que haya nieve, porque nuestras huellas harán que el enemigo sospeche. Podemos introducirnos por conductos de ventilación, golpear las paredes para distraer al enemigo y flanquearlo (o atraerlo a una trampa mortal)…
En general no nos interesa enfrentarnos de forma directa al enemigo, pero si nos vemos en esa tesitura, se nos ofrece una variedad bastante amplia de armas.
Una pistola SOCOM, el fusil de asalto FA-MAS, granadas de fragmentación, de aturdimiento, granadas para inhibir sistemas electrónicos, un rifle de francotirador PSG1, C4, minas Claymore, misiles Stinger y misiles por control remoto NIKITA, además de nuestras propias manos, con las que podíamos dar puñetazos, derribar a los enemigos o romperles el cuello son nuestras maneras de defendernos de los enemigos.
Mención especial a ellos, los malos. Aparte de los enemigos estándar, los Soldados Genoma (que esconden un oscuro secreto que descubriremos cerca del final del juego), nos enfrentamos al comando FOXHOUND.
El equipo lo conforman Decoy Octopus, maestro del disfraz y con el que tendremos un breve encuentro del que no seremos conscientes; Revolver Ocelot, pistolero y experto en torturas, que más tarde se convertiría en uno de los iconos y principal antagonista de la saga; Vulcan Raven, un auténtico gigante con dotes de filósofo; Psycho Mantis, un hombre con poderes psíquicos que protagoniza uno de los momentos más originales de la generación; Sniper Wolf, la letal francotiradora y Liquid Snake, el hombre con el que compartimos nombre en clave… y pasado, presente y futuro.
Cada uno (salvo uno de ellos) cuenta con su propia fase de combate que sigue sus propias mecánicas: un duelo a muerte evitando activar trampas explosivas, enfrentarnos a un tanque armados con granadas, un combate entre francotiradores, derribar ni más ni menos que un helicóptero…
De nuestro lado, tenemos al equipo que nos proporciona apoyo por radio: Naomi Hunter, médico; Mei Ling, telecomunicaciones (guardar la partida); Roy Campbell, el oficial al mando; Nastasha Romanenko y Master Miller, que ofrecen cierto apoyo y consejos tácticos. También nos encontraremos personalmente con Hal “Otacon” Emmerich, el científico al cargo del desarrollo de Metal Gear REX, el temible tanque bipedal y Meryl Silverburgh, sobrina del Coronel Campbell que ha sido retenida como prisionera. Aparte, un misterioso cyborg ninja hará acto de presencia…
Todos estos enemigos y aliados ofrecen una personalidad y un trasfondo que pocas veces se había visto hasta el momento, si es que alguien había conseguido hacerlo antes. Una historia de una complejidad que no éramos capaces de imaginar en su momento y que a cada paso nos ofrecía nuevas muestras de genialidad que en muchas ocasiones nos hacían repetir la famosa coletilla de nuestro protagonista, al quedarnos con la boca abierta tras un nuevo descubrimiento. Todo esto venía complementado en su momento con el que posiblemente sea el mejor doblaje al español que nunca jamás haya habido en un videojuego, haciendo crecer aún más la popularidad del título.
Legendarios como el juego son sus numerosos secretos y easter eggs, como el impresionante combate contra Psycho Mantis. Ya de forma previa a él, Metal Gear Solid rompía la llamada cuarta pared para interactuar directamente con nosotros, moviendo “psíquicamente” nuestro mando haciendo uso de la vibración, o leyendo nuestra partida guardada para reprendernos seriamente a nosotros mismos, los jugadores, si nunca habíamos guardado o habíamos continuado muchas veces. Ya en el propio combate Kojima nos gastaba una broma pesada, haciendo que pareciese que habíamos cambiado de canal y teniendo que cambiar el mando de puerto para evitar que el enemigo leyese nuestros movimientos.
La interacción con los lobos de la cueva, con las ratas del pasillo del combate contra Sniper Wolf, las conversaciones ocultas que sólo podíamos escuchar bajo unas circunstancias concretas, los fantasmas… un sinfín de cosas a descubrir en un título que crecía a cada paso que dábamos.
Mención especial a la banda sonora, entre la que destaca con luz propia el tema que comentamos al principio del artículo, The best is yet to come, que a día de hoy sigue poniendo los pelos de punta a cualquiera que pusiese sus manos sobre el juego.
Son ya quince años los que han pasado desde que éste título, que sirvió de referente para muchos juegos de acción y sigilo que vinieron después, llegase a nuestras manos. Quince años desde que comenzó una historia de la que aún surgen grandes juegos. Podéis haceros con él a través de Playstation Network a un precio de 9,99 €.