A nadie se le escapa la idea de que la saga Assassin’s Creed a menudo parecía adolecer de ciertos síntomas de cansancio. Si bien la calidad de todas sus entregas se mantenía en un nivel altísimo y las innovaciones en ciertos campos se sucedían frecuentemente, habían ciertos conceptos que no se habían renovado desde sus inicios y que, junto a la frecuencia de producción de sus títulos, generaban una sensación extraña entre algunos seguidores de la saga.
Con Assassin’s Creed Unity la compañía gala da un paso adelante. Tras un Assassin’s Creed IV Black Flag que se atrevía tímidamente a dar el salto a la siguiente generación simplemente mejorando ciertos conceptos gráficos, esta nueva entrega se lanza de nuevo a PlayStation 4, Xbox One y PC para aprovechar todo su potencial, teniendo este hecho repercusión en el apartado gráfico, pero también jugable.
Sin duda, y antes de entrar a comentar otros asuntos que evidencian el cambio comentado, una de las cosas que más nos sorprendió -pese a que se venía rumoreando-, es la inclusión de un modo de cooperativo integrado en la historia principal de Assassin’s Creed Unity, y que se vio por primera vez en la conferencia de Microsoft.
Esta modalidad supone un cambio importante en la concepción que hasta el momento se tenía del desarrollo jugable de las entregas de la saga. Ya no estamos solos a la hora de realizar todas las misiones del juego, pero tampoco será obligado que nos acompañen para completar la historia. Assassin’s Creed Unity continúa siendo un título para un jugador en su historia principal, pero con la posibilidad de realizar un conjunto de tareas denominadas “misiones de la Hermandad” que nos pondrán en contacto con otros tres jugadores del mundo para completar los objetivos que se nos marquen.
El concepto de asesinar cambia totalmente. El sigilo sigue siendo importante, sí, pero lo es más la coordinación que logremos conseguir con nuestros compañeros para poder sacar el máximo partido a las incursiones que haremos sobre territorio enemigo. Las posibilidades ahora son mayores, pero también la cantidad de enemigos que nos podrán observar, pues también los caminos para llegar al objetivo final se amplían.
De esta forma, Ubisoft vuelve a intentar difuminar la línea que separa el juego en solitario y sin conexión, con la posibilidad de jugar en cualquier momento a través de internet. Assassin’s Creed Unity no es ajeno a una tendencia que se reproduce en sus próximo proyectos y que ya se vió hasta cierto punto en Watch Dogs.
Pero como decimos, ésto sólo supondrá una parte de todo lo que ofrecerá Assassin’s Creed Unity. Pudiendo continuar la aventura completamente en solitario, en la demostración que pudimos ver en el estand de Ubisoft, comprobamos y se nos confirmó que las animaciones que nuestro protagonista, Arno, podrá realizar serán totalmente nuevas y modificadas con respecto a las vistas en las anteriores entregas, encontrando ahora un título que en muchos de los comportamientos más recurrentes y habituales de la saga se ve revisado para acabar luciendo un acabado completamente nuevo.
Es algo que podemos comprobar cuando, para descender de Notre Dame, ya no realizamos un salto al vacío sobre un montón de paja. Nuestro asesino desciende de una forma lógica, más espectacular, pero sin afectar ni una pizca al ritmo fluido que siempre se ha encontrado en la saga para este tipo de situaciones. Lo mismo ocurre cuando saltamos por los tejados parisinos, descubriendo unos movimientos más elegantes y firmes, pero sobre todo diferentes, y que dan esa sensación de frescura que comentábamos al principio del texto.
Pero si algo ha destacado por encima de todo en esta primera demostración jugable que hemos podido ver de Assassin’s Creed Unity es un apartado gráfico apabullante. Y lo es por varios motivos, pero a nuestro modo de ver, sobre todo, por el aspecto artístico, que se encuentra cuidado y tratado hasta el más mínimo detalle. Los desarrolladores de Ubisoft Montreal nos comentaban la importancia de reproducir siempre fielmente el contexto histórico en el que se adentran, pero en este caso sabían de la responsabilidad que ello conllevaba siendo éste un momento tan importante para la humanidad como para la propia historia del pueblo francés.
De esta manera, por las calles de la revolucionada ciudad asistiremos a las atrocidades más terribles que nos podamos imaginar, pero que sin embargo fueron tan frecuentes en aquella convulsa etapa. La exaltación de las calles, de un pueblo que lucha por la libertad, está recreado de forma excelente, usando para ello el potencial del motor gráfico Anvil que es capaz de colocar frente a nuestras narices una gran cantidad de personajes en movimiento. De esta forma se da fuerza al concepto de pueblo exaltado que lucha por sus derechos y cierra perfectamente la contextualización de la historia.
Pero no acaba ahí la cosa. Sólo hace falta ver el realismo con el que está recreada Notre Dame para darnos cuenta de hasta que punto es grande el empeño del estudio para trasladar a los usuarios todo el detalle posible de la ambientación de la época. Por ello, la dimensión del mapa se centrará en la capital francesa, maximizando todo lo posible el trabajo en los pequeños aspectos para que todo se pueda ver exactamente como era en pleno siglo XVIII. Hasta podremos pasar por una gran cantidad de interiores en muchos de los edificios que conforman la urbe.
Con todo esto, Ubisoft decide poner en liza, y esta vez de verdad, su saga más ilustres en la nueva generación de consolas. Lo mostrado nos ha encantado, para que negarlo, pero sobre todo nos tiene cautivados todo lo que envuelve a la época, al momento histórico, y ese empeño por contextualizar fielmente todas las aventuras que vayamos a vivir mientras se sucede la imparable revolución.