Crítica de Assassin’s Creed: La Película

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
La Hermandad hace parada en el cine para mostrar la España de la Inquisición

Me hubiera gustado mucho que este capítulo de la Historia, la Baja Edad Media española, últimos años de Inquisición de Torquemada y partida de navíos iniciales hacia las Américas, se hubiera representado en un videojuego de Assassin’s Creed más que en la que es primera y gran película de una nueva propiedad intelectual a cargo de 20th Century Fox que pretende ser trilogía, según dejaba caer Michael Fassbender en la rueda de prensa española. Pero también me alegro porque haya que ver las tierras andalusíes en pantalla grande finalmente, aceptando que la serie de juegos está en stand by ahora mismo y por su bien, mientras preparan su vuelta a la acción y cierta renovación con ese rumoreado Assassin’s Creed Empire, que parece que nos llevará al Antiguo Egipto. Aquí lo que tenemos es imagen real, despliegue de efectos especiales y batallas como se espera, y una constante intención fan service que los millones de jugadores de la marca vamos a agradecer, más allá de lo que diga Metacritic

Dada la maldición que parece sacudir a las películas basadas en videojuegos, donde muy pocos son los títulos que salen bien parados y que además hagan verdadero homenaje a lo que conocemos de las mismas marcas en las consolas, era bastante el miedo que tenía a entrar al cine y ver cómo se las había apañado Justin Kurzel, primerizo director de Macbeth y Snowtown, para poner en manos de Fassbender, Cotillard, Irons, Gutiérrez y el resto del reparto elementos tan característicos e imprescindibles como la Hoja Oculta, los carros de heno, los saltos de fe, las águilas y su visión, el parkour, etc. Iba advertido de que más de la mitad de la película transcurre en las oficinas de Abstergo Madrid, en lo que sería la actualidad, y que los pasajes del Animus solo suponen una tercera parte de los 108 minutos de acción sin pausa que sí que consigue. Y digo una cosa desde ya, es tiempo suficiente, no se siente que se debería haber explorado más la historia de Aguilar, el Assassin’s antepasado de esta trama, y menos la de Callum Fynch, el Fassbender actual que viaja al pasado y no tiene otra que ser el conejillo de indias de los experimentos de Abstergo.

Esta película respeta los tiempos y busca ser para todo tipo de públicos, desde fans incondicionales del juego que tienen sobre la mesa algunas referencias muy bien rebuscadas, hasta nuevos espectadores que no saben de qué va todo esto ni qué es La Hermandad. De hecho, gran parte de la primera mitad se van explicando conceptos que todos aquí sabemos de sobra, con la perfecta excusa de que Fassbender despierta en una instalaciones de arquitectura futurista y que no conoce, que no sabe a qué se dedican y por qué parecer perseguir tanto a los Templarios y el Fruto del Edén. Hablamos de las típicas secuencias con música alta, de tensión, mientras el protagonista recorre salas, habla con gente y se para en frases u objetos que le llaman la atención. Es un truco narrativo muy del género thriller, pero está bien manejado. Eso sí, no tengo las mismas palabras para la secuencia final, en la que esperaba un cierre de otra manera y dejando al espectador que piense un poco en todo lo visto en la cinta, y no que lo que tenemos es un segmento casi a parte que bien podría haberse extraído o contado con un diálogo, y solo sirve para ese pedazo de plano final aéreo, muy épico visualmente.

Debe quedar claro, no hablamos de una buenísima película de acción y suspense, pero sí de un ejercicio muy notable en lo que se refiere a cine de videojuegos que, además, contiene mensaje para todas las edades y mentes. Los valores habituales que se tratan en los juegos Assassin’s Creed están, como el control total de una pequeña élite poderosa sobre el resto de la humanidad, las desorbitadas pasiones religiosas que tantas muertes injustas produjeron en el pasado -y en el presente- o los sacrificios personales que debe hacer un guerrero por el bien de su lucha, de su hermandad.

Hay un mensaje pacifista y de valores humanos en toda la cinta, con ese tono conspiranoico contra la desigualdad y el sistema de gobierno occidental que tan bien funciona y te mantiene anclado a la butaca hasta el final. Y menos mal, pues algunos papeles no están en su mejor faceta, empezando por una plana y hasta algo sosa Marion Cotillard que ya podría haber dejado más plano a Jeremy Irons o al muy entregado Fassbender, que se nota que es productor y la cabeza que tiró del proyecto.

Sobre la representación española en el elenco, pocas o ninguna queja. Javier Gutiérrez, conocido de sobra, sostiene perfectamente un papel algo caricaturizado en esta cinta y con menos protagonismo del que me hubiera gustado. A su lado Hovik Keuchkerian, representando la fuerza y furia hispanas de la Inquisición más implacable y salvaje, con buenas coreografías de combate y un permanente ceño fruncido que realmente hace que te creas al verdugo que da vida.

Algo menos llamativo resulta el personaje de Carlos Bardem, que no tiene tantos minutos de plano como sus compañeros nacionales para expresar al menor de los Assassin’s que podría esperar el fan pero que al menos se mueve bien entre estos pilares de arcos de medio punto y paredes-mural musulmanas, pues La Alhambra, los Reales Alcázares de Sevilla o la Catedral y su Giralda a medio construir son los decorados recreados para los mejores momentos en el viaje al pasado. Mención especial también para Mariane Labeb, que hace de asesina y saca mucho partido a sus rasgos árabes, haciendo ella sola mucho más creíble la época reflejada, la Andalucía de 1492.

Assassin’s Creed: La Película no llega a aburrir, siempre se autoalimenta con esos planos espectaculares o vistas aéreas que sobrecogen en pantalla grande. Quizá se ha dibujado una España demasiado sucia y polvorienta, en una guerra incesante que no refleja de forma del todo realista la transición islámica-católica de los últimos reinos por conquistar. Menos peso del esperable también para las expediciones marítimas de entonces o la crucial toma de Granada. Digamos que lo que vemos es un picoteo histórico de los mayores acontecimientos de la época, pero en muy pequeñas dosis y con un tono siempre hollywoodiense, sin entrar en detalles ni nombres secundarios más allá de los más conocidos de cada acontecimiento.

Los Reyes Católicos, por ejemplo, no existen prácticamente en ningún momento. Sí hay más esmero, en cambio y lógicamente, en cuestiones como las ejecuciones públicas en la hoguera, o la construcción de la catedral de Sevilla en su paso de mezquita a iglesia cristiana. No se puede criticar la documentación, desde luego, ya lo vimos con el cambio a última hora de la Giralda, que al final vemos en el salto de Fassbender toda rodeada de andamios y a medio levantar todavía, tal y como fue en 1492.

La trama de Abstergo peca de previsible, en cambio. Será porque me sé de memoria cómo funciona este hipotético organismo y sus intenciones ocultas, o porque la expresividad y paleta de colores es más fría y calculada, pero se ve venir desde los primeros minutos cómo va a funcionar lo que rodea al Fassbender del presente. Sí me ha gustado mucho más cómo se introduce su niñez, y el pasado turbio que lo llevó hasta verse anclado en el Animus, la evolución de Callum. No esperaba tantos minutos de pantalla para toda esta explicación y, la verdad, le sienta bastante bien al producto y a entender por qué escala y se mueve como una auténtica lagartija, pues los movimientos que hemos visto en los juegos a través de tejados, fachadas y callejuelas ahora cobran vida tal cual, también en las peleas cuerpo a cuerpo, aunque aquí los enemigos vienen en grupos más grandes y atacan a la vez, no de tres en tres…

En definitiva, Assassin’s Creed no me ha parecido la mejor película del género, ni mucho menos, pero sí un buen exponente de esto que llamamos cine basado en videojuegos y tan castigado está siempre. Se pueden quitar de enmedio Angelina Jolie y sus Tomb Raider, Mila Jovovich y sus Resident Evil con tan poquito de los juegos o las absurdas tetonas de la película de Dead or Alive. Assassin’s Creed compite en la liga de las mejores de todas éstas, desde mi punto de vista sin superrar a la sorprendente adaptación de Silent Hill, pero al menos sabiendo tratar por igual a fans del juego y todos los demás públicos que no lo conocen, dando entretenimiento palomitero con un poco de mensaje de fondo, ese mensaje que Ubisoft lleva ya casi 10 años manejando y girando. ¿Imprescindible para el jugador? No. ¿Disfrutable para el jugador? Mucho. No sentiréis que habéis tirado el dinero, tiene muchas secuencias ideales para la gran pantalla.

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