La mayor participación, o al menos la más notoria representación de ella, de Bioware en la actual generación, tiene como unos de los partícipes a Dragon Age, que vio la luz hará dos años en este 2011.
Bioware se desmarca un poco de su saga estrella en esta generación que es Mass Effect, y enfoca Dragon Age como un juego complementario para la evolución del estudio y al mismo tiempo para la realización de ideas que por unas u otras razones no se pueden hacer en otros juegos. Dragon Age 2 viene a demostrar la evolución del estudio en sí, y nos trae una mejora sustancial de su antecesor en ciertos rasgos criticados en la anterior entrega.
Empezamos con la historia. Aquí cambia la panorámica radicalmente ya que se limita en parte la libertad que tenía cada jugador en personalizar a su homónimo en el juego. En esta ocasión, tendremos a un personaje fijo, al que únicamente le podremos cambiar el sexo y la raza. Para nada intervendrán estos aspectos en la evolución de la trama, ya que se trata de hacerla algo más lineal y compleja, haciendo más hincapié en la vida y obras de un personaje fijo. Quizás haya quien piense que es un paso atrás, pero normalmente este tipo de situaciones nos traen una historia mucho más trabajada y completa.
Otra diferencia notable es la duración de la historia, no es la duración del juego en sí, sino el tiempo que engloga esta misma ya que en la primera entrega nuestra historia transcurría en un año, y ahora la historia llega a los diez, y se desarrolla al mismo tiempo que en Dragon Age: Originis, así que no descartamos al menos un guiño a esta.
Graficamente el juego usa el mismo motor, aunque ha sido retocado para mejorar el nivel ofrecido en Dragon Age: Origins, ya que había juegos que estaban por encima suya entre ellos Mass Effect. Se han mejorado las texturas, las animaciones y los escenarios que evocan a un escenario medieval, apocalíptico y místico al mismo tiempo y con tonos más oscuros para desarrollar una trama más adulta. Por supuesto el gore en los combates, la sangre y los desmembramientos, seguirán presentes.
Un apartado muy importante de la jugabilidad y muy típico de Bioware es la posibilidad de entablar relaciones sentimentales con otros personajes, ya sean del sexo contrario o del propio del protagonista, y se incluyen escenas algo subiditas de tono para lo que seguramente se pondrá un PEGI de +18. Además, según cuentan los desarrolladores, se han visitado muchos sitios de internet para mejorar aquello que los usuarios más han criticado de la anterior entrega y afianzar lo que más ha gustado. En este sentido, los combates se han acelerado, pero manteniendo la esencia de lo que eran en el primer Dragon Age.
Los combates han sido modificados, como el resto de la jugabilidad que parecía demasiado orientada al juego con teclado y ratón, y se hace más sencillo hacer ataques y combatir en general. Los ataques se eligen todos en movimiento durante el juego y los que pausan sólo son los de área, que elevan la cámara para que sepamos con exactitud el rango que tendrá sobre nuestros enemigos.
Los combates siguen siendo tan encarnizados como siempre, y seguramente serán tan divertidos o más gracias a la experiencia adquirida tras estos años y los avances realizados en otros juegos de la compañía, que parecen más enfocados a la acción y esto permite que poco a poco se depure el control. Podemos abrir la rueda de habilidades, elegir una de ellas y lanzarla al campo de combate, todo en tiempo real, sin pausas, lo que acelera mucho el combate pero mantiene la tensión y los tiempos con respecto a su antecesor.