Así será Overwatch en PS4

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
Todo el mundo habla de él, ahora también en consolas, el nuevo fenómeno FPS

Y llegó la noticia que los fans de Blizzard con preferencia consolera esperábamos: Overwatch confirmado para PlayStation 4 y Xbox One y con lanzamiento en primavera de 2016. Alguno se preguntará, ¿por qué es importante esto? ¿Qué más da? Pues resulta que Overwatch va a convertirse, con una altísima probabilidad, en el shooter competitivo más importante de todos. Sí, superando a Call of Duty o Counter Strike, pues ya su Origins Edition viene armada con todos los componentes ideales para reinventar la escena de los juegos en primera persona, además de que tendrá un respaldo multimillonario, torneos frecuentes, premios en metálico, ampliaciones, eventos dentro del juego, expansiones… El plan de sus creadores es astronómico con el que empezó siendo Project Titan y va a funcionar como el primer juego de Blizzard dentro del género FPS.

El easy to play, hard to master marca de la casa de los juegos de esta editora (Hearthstone, Diablo, StarCraft, Heroes of the Storm…) se aplica a Overwatch una vez más y, quizá, de la forma mejor medida que jamás se haya conseguido. En este shooter dispares lo mal que juegues, vas a hacer partidazas y vas a tener la visibilidad justa para que tu equipo valore tus hazañas, que no tienen por qué ser hacer bajas y moverse súper rápido. Overwatch es un juego donde el rol de constructor lento y que pega cuerpo a cuerpo tiene tanta importancia como el del francotirador rey de las distancias, el del médico que solo cura y se mantiene vivo, o el espadachín sigiloso y saboteador de tecnología enemiga. Aquí el equilibrio es la piedra angular de todo el producto, al menos entre sus 18 personajes ya confirmados y los que llegan desde la BlizzCon este fin de semana. La última filtración y datos hablan de 21 personajes para esta primera edición original.

La convención de la compañía que se celebra este fin de semana en Anaheim nos ha traído la esperanzadora pero a la par esperada noticia. Esperanzadora porque tampoco los consoleros van a perderse este fenómeno que va a cambiar de lleno la escena de los shooters, y esperada porque ya en la beta cerrada de PC lanzada recientemente -y que apunta a durar bastante tiempo con entrada por oleadas– se podía jugar perfectamente con mando, lo que hacía intuir que el título era fácilmente adaptable a multiplataforma.

Se queda solo en nueva generación, y eso es también muy buena señal, pues asegura a los consoleros que la experiencia va a ser igual de fluida y plena que en ordenador. Una de las grandes preocupaciones de esta compañía en sus ports a otros dispositivos (Hearthstone en móviles o Diablo III en consolas, por ejemplo) ha sido siempre que la experiencia totalmente satisfactoria no se resienta. Sus juegos, sin ser nunca punteros en poderío gráfico, logran una solidez y rotundez que ya quisieran muchos otros competidores.

Esto de que Overwatch llegue a PS4 y One además de a ordenador nos da al fin respuesta a otro interrogante que quedaba en el aire, ¿cuál iba a ser el modelo de negocio? El título, como si de un juego de lucha se tratase, tiene una plantilla de personajes descomunal y cada uno tiene formatos de gameplay radicalmente distintos al de sus compañeros. Se pensó en ofrecer Overwatch gratis y hacernos pagar por cada personaje adicional que quisiéramos para nuestro roster, pero el modelo de venta al completo elegido, el tradicional y en PS4 a 69,99 euros la Origins Edition (completa), a la larga es casi mejor idea ya que así nos aseguramos de que no habrá descompensaciones o desequilibrios entre héroes a escoger y diferenciados por pago y gratuitos. Héroes todos creados desde cero para este juego, por cierto, y que no vienen de otras marcas como sí ocurre en Heroes of the Storm. Ahora bien, identidad y carisma Blizzard no les falta en absoluto, cada uno con sus armas, habilidades y poderosa destreza Ultimate, además de con un doblaje y localización al castellano asombrosos.

Es tanto el nuevo concepto de competición que Blizzard va a imponer con Overwatch que se atreve a cambiar cosas de renovación impensable, como que no hay tabla de puntos para comparar cómo va cada jugador dentro de su equipo y la partida, que el juego en coordinación con los compañeros asegure la victoria siempre o un diseño de picks y counter-picks que viene directamente de los MOBA (League of Legends, DOTA 2…) y que aquí funciona con mucho peso y se aprecia desde el primer minuto. Cada personaje tiene su Némesis particular, y al morir y reaparecer podemos cambiar rápidamente a otro nuevo para vengarnos más cómodamente de ese jugador que nos ha hecho caer. 21 héroes pueden parecer muchos y un poco desbordantes para una primera edición Origins, pero ya se tienen las garantías de que la desarrolladora ha usado un ingenioso y novedoso sistema de tutoriales particulares para que los jugadores no tarden en dominar a sus preferidos y sepan encontrar cuál se adapta mejor al juego que esperan hacer en Overwatch, no necesariamente un juego de disparos y saltos.

La verticalidad de los entornos repletos de niveles de altura y fácil acceso, el tamaño mediano, los modos basados en posiciones de ataque y defensa que beben de deportes como el rugby o formatos de partida como las de los MOBA (con minions para el farmeo y bases a tomar) son conceptos con los que también juega muy fuerte Overwatch y su planteamiento. No son pocos los personajes con habilidades de desplazamiento únicas, como el teletransporte de Reaper a un punto marcado en plan Dishonored con Guiño, el flashazo de la ágil Tracer para nunca estarse quieta y no poder ser objetivada o el gancho de Widowmaker para colocar su rifle de francotiradora en las alturas con total facilidad.

Al final todos disponen de dos armas -a mejorar-, dos habilidades básicas y un ataque Ultimate, todo ello en sinergia absoluta con el resto de componentes del equipo, lo que supone partidas donde estar en contacto es fundamental -gracias al nuevo chat de voz de Battle.net para el juego- y donde nada es previsible, pues todos los jugadores van cambiando de personaje constantemente para saber contrarrestar las decisiones de los rivales. Lo dicho, cada héroe tiene su Némesis y no tardaremos en aprendernos todos.

Aquí no hay nicknames que importen para los personajes sino más bien sus nombres dentro del juego, no hay minimapa, no hay tablas de puntuación sino la opción de votar al final de la ronda al MVP y la jugada más importante… Pero sí hay un entorno cargado de recovecos y un montón de trampas y ritmo incesante que tendremos que saber manejar y al que adaptar nuestro juego en cada momento. Overwatch es rápido y táctico, pero se juega a las mil maravillas con mando. Eso sí, no esperamos que se crucen partidas con los usuarios de ordenador. Allí el apuntado funciona diferente. Sorprende que la propuesta de Blizzard se mueva tan solvente con pad, hay muchos jugadores de la beta que hasta lo están prefiriendo frente al teclado + ratón, curioso y optimista para los que lo amortizaremos en PS4.

Se está haciendo todo francamente bien con este Overwatch y su imposición en los eSports está ya más que asegurada. El gameplay y las recompensas por partida corresponden, la presentación de todo es amigable, el apartado gráfico se comporta, y el juego se siente fresco y sorprendentemente adictivo en casi todo lo que propone, que es mucho y a un nivel de superproducción sin lugar a dudas. Ya tiene competidores, claro, como Gigantic o Battleborn de 2K Games, pero su apuesta directamente volcada en el multijugador y con un equilibrio de estilos de juego radicalmente perfecto, pocas dudas deben quedar de que esta nueva IP va a dar mucho más que hablar de lo que se creyó al principio. Ahora también, al fin, en el terreno de las consolas.

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