Seguramente, los que nos leéis de forma habitual sabéis de lo que estamos hablando si os decimos la pena que da sacar el Platino del que sabes que es el último juego de una saga. Porque por lo general, una vez consigues el Platino, salvo que el juego tenga DLC y seas de los que consigue el 100%, lo más posible es que tengas otros muchos títulos esperando a ser disfrutados y, por supuesto, platinados. Esto no significa que no se disfruten los juegos de la misma forma, porque cuando algo te gusta seguro que vuelves a jugarlo, pero te queda esa sensación de «haberlo hecho todo».
Vale, sin el Platino seguiría siendo el último juego de la saga, pero tener algo que te dice, salvo excepciones, «Ya has hecho todo lo que se podía hacer» deja una cierta sensación triunfo mezclada con la pena de haber terminado una serie, que es justo de lo que hablamos hoy: 10 trofeos de Platino que nos hacen recordar el final de una saga. La clase de Platinos que pondrías en una vitrina para admirar y recordar las historias tras ellos. Cabe destacar que no en todos los casos que indicamos se trata del último juego de una franquicia, pero sí supone el final argumental de la misma. Por supuesto tampoco vemos el futuro y cabe la posibilidad de que el argumento prosiga donde se ha quedado ahora en un futuro pero lo que es por ahora… la historia ha terminado. Sobra decirlo pero, evidentemente: spoilers incoming.
El ejemplo más claro de justo lo que estábamos hablando: sabemos que hay un nuevo Mass Effect en producción, que hace poco confirmaba su lanzamiento para el primer cuatrimestre de 2017 pero el hecho es que la historia original que conocemos ha, por el momento, terminado. Era muy complicado imaginarse, con el primer Mass Effect, que Bioware sería un estudio recordado por no importar si tenía que irse a un entorno fantástico como Dragon Age o lanzarse a la conquista del espacio con Mass Effect. Bioware ya tenía cierta experiencia en las historias con carácter de ciencia ficción gracias a Star Wars, pero fue sin duda con la historia de Shepard con quien se coronaron como parte indispensable del sector y del género del RPG y maestros de la inclusión de la toma de decisiones con efectos a largo plazo.
Después de tres juegos, Shepard ha conseguido poner fin a la amenaza de los Segadores. Los distintos finales no dejaban a nuestro héroe (o heróina) en muy buen estado, por lo que es complicado que vayamos a verlo en Andromeda. Claro que no sería la primera vez que resucita… sea como sea, ese momento de conseguir terminar Mass Effect 3 y recordar el par de cientos de horas que te ha llevado llegar hasta ahí te dejan con ganas de más, de mucho más.
Reconozcámoslo, todos hemos jugado a algún Call of Duty, antes o después. Vale, tienen quizás un esquema demasiado repetitivo, avanzar y disparar, nada más, pero hay que decir una cosa: la «película» es una pasada. Ahí donde Black Ops se ha vuelto quizás demasiado futurista, Advanced Warfare no gustó especialmente y a Ghosts, según entendidos, le «falta algo», Modern Warfare supuso un hito dentro del mundo de los videojuegos, entrando con un ariete en las consolas de miles y miles de personas e instaurando el reinado del FPS con componente online (con permiso de Halo, pero el factor multiplataforma de Modern Warfare le da ventaja).
Una vez has completado todo el Platino de Modern Warfare 3, es imposible no echar la vista atrás y recordar momentos épicos de la trilogía, incluyendo algunos del primer juego que ni siquiera incluía trofeos. Pero que te pasen por la cabeza momentos como la explosión de la bomba nuclear, el intento de asesinato de Zakhaev en Pripyat, el terrible momento en el que Ghost, sin duda uno de los personajes más conocidos de la saga, moría traicionado… o la caída del mismísimo Soap. Treyarch no se cortó un pelo a la hora de proponer situaciones espectaculares a cada momento y desde luego, decir adiós al capitán McTavish es algo para recordar, con el cadáver de Makarov colgando y fumando un puro. Para ser más machote, tendría que ser Chuck Norris y haberlo tirado de la azotea de una patada giratoria.
De acuerdo, técnicamente, aquí el final no está en el propio juego en sí mismo, ya que el auténtico final se encuentra en el DLC, así que vamos a hacer algo de trampa. El Platino en sí mismo ya da para recordar (y mucho, aunque no sea tan difícil como Dead Space 2, es un engorro), pero es al conseguir el 100% del juego cuando… sencillamente todo termina.
O al menos es una de las posibles interpretaciones de un final muy desconcertante. Quizás la Tierra aún tenga algo que hacer, pero desde luego, la llegada de las Lunas al final de Awakened y su conclusión no presagia un gran futuro para la raza humana. Por el momento no nos queda más que decir adiós a Isaac, porque dudamos que haya sobrevivido y, cuando piensas en todo o que has tenido que superar hasta llegar a esa nave, para poder volver a la tierra… te invade una gran frustración. Da igual que hayas pasado por tres estallidos necromórficos, al final, ellos ganan. Por ahora.
De acuerdo, Final Fantasy XIII y sus dos secuelas no son posiblemente las entregas más recordadas por la mayoría de personas. Final Fantasy XIII-2 es bastante olvidable, totalmente de acuerdo. Pero la conclusión de esta historia, los dos juegos que nos llevan hasta el auténtico destino de Lightning, son una epopeya que una vez has terminado por completo, recuerdas. Hay que empezar diciendo que realmente Lightning Returns no es un juego tan malo: simplemente ha sido víctima de aquellos que con Final Fantasy XIII esperaban tener libertad absoluta desde el principio (algo que por cierto, por mucho que se diga, no se tiene en los Final Fantasy: todos tienen carácter lineal hasta un punto determinado) y de los que jugaron a Final Fantasy XIII-2 y se encontraron con eso tan mejorable.
Pero Lightning Returns aunque nos plantee un único personaje, es una mezcla más que satisfactoria y el personaje principal es básicamente el protagonista más poderoso de toda la franquicia, no sólo de XIII, sino de todo lo visto hasta ahora. Resulta una pena no saber más de ella una vez termina su combate contra Bhunivelze, por mucho que se deteste la franquicia. Lightning Returns supone un viaje que va entre la desesperación de un mundo que termina, la crueldad intrínseca de un personaje que debe cosechar almas y la última esperanza de la gente que, simplemente, quiere seguir con sus vidas.
Un argumento que comienza en la Guerra Fría y concluye varias décadas después a través de cuatro entregas numeradas desde el primer Metal Gear Solid, además de dos juegos anteriores que entraban dentro de la continuidad argumental de Metal Gear y algún que otro título de por medio y todo termina tan… deprimentemente mal. Hay que reconocer una cosa: una vez consigues el Platino de Metal Gear Solid 4, descansas, después de varias partidas para conseguir todos los títulos, pero es la última vez que realmente vemos a Solid Snake y… eso se echa de menos. Claro, ha habido una quinta entrega que cambia ciertos detalles del pasado (de los que ya hablaremos más adelante), pero, argumentalmente, la cosa ha terminado.
Ni siquiera en Metal Gear Rising (que no cuenta como canon) se especifica qué pasó con él. Siguiendo con el planteamiento que hemos llevado hasta ahora, cuando consigues el Platino echas la vista atrás, piensas cuál es la recompensa del soldado legendario, luchando siempre las batallas de otros en contra de su propio bien y… su recompensa es la muerte. El Platino de Metal Gear Solid 4 te deja varios momentos épicos tan sólo con esta entrega y sin tener en cuenta los juegos anteriores, (muchas) cinemáticas y una conclusión que era complicada de esperar y que, por desgracia, no deja demasiados cabos sueltos para una posible nueva entrega. ¿Por desgracia? Más bien esperemos que Konami deje a Snake tranquilo.
No, no y no. Assassin’s Creed termina con el III, todo lo que viene después puede ser mejor o peor juego, pero la historia termina en la tercera entrega numerada, a partir de ahí, todo es sobreexplotación que podría llevar otro nombre perfectamente. Nada menos que cinco juegos nos ha llevado llegar hasta aquí. Hemos sido Altaïr, hemos sido Ezio y hemos sido Connor. Hemos visto cómo Assassin’s Creed mejoraba infinitamente en la segunda entrega, añadía el online en La Hermandad, alcanzaba cotas elevadísimas en Revelations y concluía en Assassin’s Creed III.
El problema del final de la saga de Desmond, que no la de Assassin’s Creed, es cómo después se ha, quizás, sobreexplotado la historia. Pero la dignidad con la que nuestro héroe decide salvar a todo el mundo a costa de su vida es bien merecedora de un Platino… y de ser recordado por ello.
Pisamos terreno pantanoso, porque es posible que lleguemos a ver una tercera entrega con los Jinetes, pero por ahora, poco sabemos al respecto… o si se seguirá con la historia que hemos ido viendo. Si bien la primera entrega estaba más avanzada a nivel cronológico, la segunda, que seguía con la misma inspiración de juegos como Zelda, superaba a la primera en prácticamente todos los aspectos.
Llegas al final, Muerte decide sacrificarse por salvar a toda la humanidad y, siguiendo la cronología de la saga, revive cuando Guerra rompe el último Sello al final de la primera entrega y acude junto a sus hermanos a plantar cara una última vez al mal que acecha en las profundidades del Averno. Pero cuando consigues este Platino, recuerdas la caída de THQ, la disolución de Vigil, que la franquicia ahora está en manos de Nordic Games y… echas de menos al poderoso Guerra, al rápido y mortífero (valga el juego de palabras) Muerte y rezas porque esto no sea el final de la historia. Que nos cuenten más, queremos un Platino que nos haga jugar con los cuatro Jinetes, queremos saber cómo termina la mayor guerra de la historia.
Atención spoiler, tanto de juego como de libros… ya hemos advertido. Aquellos que leyeran la saga literaria de Andrzej Sapkowski sin duda tuvieron que contener las ganas de tirar La Dama del Lago contra la pared con ese final en el que Geralt… no terminaba demasiado bien. Es por ello que ver cómo CD Projekt llevaba al mundo de los videojuegos al Lobo Blanco fue algo visto con temor por los fans. Pero contra todo pronóstico, The Witcher y sus secuelas se convirtieron, sin mucho lugar a dudas, en la mejor adaptación de una obra literaria al mundo de los videojuegos.
Nadie que conociera al personaje esperaría que la historia fuese a terminar del todo bien, sino más bien en un plano claroscuro dudoso que no aclarase nada. La multitud de finales del juego no ayuda a hacerse una idea de cómo ha terminado realmente el viaje de Geralt, pero conseguir el Platino sólo hace que no vengan a la mente tres palabras: va fail, Gwynbleidd. Ójala no fuese este el último juego de la franquicia.
No lo sabemos. No vemos el futuro, no sabemos realmente nada de estos juegos. Es más, ¡es posible que mañana mismo salgan sus listas de trofeos y ni siquiera tengan Platino! Vale, eso no va a pasar. Pero hay algo que comparten y es que tanto desde Naughty Dog como desde From Software se ha aclarado que serán las última entrega de sus respectivas franquicias. Por supuesto no sabemos el contexto argumental en el que va a suceder esto, pero desde luego, va a hacer que más de uno los juegue de otra manera.
Nosotros tenemos clara una cosa: los trofeos no son simplemente marcas, un dato más en una lista de imaginarios galardones. Todos cuentan una historia, muchos nos hacen recordar días lluviosos en los que hemos estado gratamente entretenidos e historias que nunca podrá alcanzar el mundo del cine.