En el mundo del videojuego las siglas «MGS» no tienen lugar para el desconocimiento. Todo gamer sabe a lo que nos referimos al pronunciarlas, conoce el significado, es consciente del legado prestado a sus fieles seguidores, de la enorme calidad de la que hablamos.
Este hecho no es arbitrario. Y no lo es por que en el contenido se ha puesto todo el mimo, la esencia, el talento y la perseverancia que le prestaría un buen pintor a su mejor obra. Dotándola de unos tintes cinematográficos impresionantes, un despliegue técnico soberbio, una trama que pasará a la posteridad y unos personajes tan memorables y carismáticos que casi funcionan por si solos.
Es así como Hideo Kojima y su equipo han conseguido que cada nueva entrega de la saga lleve consigo un auténtico revuelo mediático y una buena presencia de la fidelidad y confianza de los usuarios. «MGS» es ya un mito, una franquicia que vende plataformas y genera una profunda marca genérica entre su propia identidad y todo lo demás.
Bajo este intenso tapiz «Metal Gear 4: Guns of the Patriots» llega a las estanterías tras dos largos años de innumerables rumores y en general una constante presencia en eventos y medios especializados. Especialmente el hecho de que esta cuarta entrega sea exclusiva del sistema «PS3» también ha contribuido a debatir sobre su validez, incluso muchos meses antes de conocer los resultados. La atención respecto a «Metal Gear Solid 4» siempre ha sido como la más intensa de todas.
No hay lugar para más malinterpretaciones ni perversos rumores. Kojima nos proporciona la guinda personalizada en la última experiencia de su trabajo más ambicioso y talentoso, con la esperanza y convicción de que no dejará decepcionado a nadie. El suspiro final de Solid Snake, el destino de un arma creada para la guerra que desea por todos los medios cumplir con su cometido, destruir un sistema del que formó parte desde el principio.
Desde hoy comienza la era del final de un mito. La obra cumbre.
Esta frase nos lleva de la mano al comienzo de «Metal Gear Solid 4». Se trata únicamente de cuatro palabras, pero en general vienen a definir muy fielmente el estado anímico de Solid Snake, el comienzo de todo. Un soldado que ha perdido el rumbo, que es consciente de su tumultuoso pasado repleto de cuestiones sin resolver, de fantasmas, y que se ve descontrolado por un impredecible presente en el que las reglas de la guerra son bien distintas, debido principalmente a la expansión de la tecnología bélica, a nuevos sistemas de control y a un intenso desarrollo económico/bélico bastante alejado de los valores y las propiedades de la escuela de «Les Enfants Terribles».
Por alguna razón Snake ha envejecido muy rápidamente. Sólo han transcurrido nueve años tras el incidente de «Shadow Moses» y vemos que su aspecto no concuerda con esta condición. Bajo esta y otras duras razones nuestro protagonista siente que su tiempo ha finalizado. Pero tras visitar la tumba de una vieja heroína, la aparición de Roy Campbell y Hal Emerich (Otacon) vuelve a introducirle en un conflicto que parece no tener fin, pero que gracias a él los planes para hacerse a un lado de Snake se han de posponer. «Hay algo que debo hacer».
Es así como la vieja leyenda retorna para pisar los campos de batalla en un último y esperanzador intento de acabar con la tiranía bélica, la cuál amenaza con extenderse y descontrolarse por todo el globo de la mano de algunos personajes a los que todos reconoceremos y con la sombra de los «Patriots» siempre alerta, ¿o no?.
La de «MGS» siempre ha sido una historia bélica, pero la magia de su contenido radica en la inmensa diversidad de cuestiones sobre la condición humana que aparecen. Viejas glorias descontroladas por el poder y que han olvidado sus primerizos ideales, hombres apresados por el sabor de la guerra, violentos pasados, la soledad, el amor, la nostalgia, el arrepentimiento, el odio…
Tratar la trama de cualquier entrega de esta saga es caminar por un crujiente y anémico puente levadizo. Esto es algo excepcional. Que una obra se pueda echar al traste con sólo contar un porcentaje muy pequeño de cualquier parte de su contenido sólo denota la gran carga argumental que sustenta. Es por esa razón por la cuál no desvelaremos demasiado en éste análisis, lo importante es situar al lector, no propiciar el desmorone ni de un sólo segundo de la historia del juego.
En base a esta historia hay que advertir que Kojima ha creado un título expresamente dirigido a los jugadores que han vivido y disfrutado cada una de las anteriores entregas. Esto nos obliga a recomendar encarecidamente que se jueguen los tres primeros títulos antes de comenzar, (tres títulos que no olvidaréis). O por lo menos hacerse con una buen texto que nos narre adecuadamente cada paso del argumento. De lo contrario podremos encontrarnos en un inmenso mar de nombres y referencias de los que no tendremos ni la menor idea.
Si cumplimos esta condición vamos a disfrutar como unos auténticos enanos. «MGS4» no sólo responde a todas las incógnitas que nos dejaron sus antecesores, sino que lo hace con una maestría incomparable. Seremos testigos de unos diálogos tan intensos que nos harán reir, llorar o recordar nostálgicamente, de la vuelta de viejos y queridos conocidos, y de unos hechos que tejen con cuidado esmero lo que en sí es una culminación soberbia.
Como ya es costumbre del equipo habitual de Kojima en cada entrega de la saga, a través de «MGS4» se nos ofrece un auténtico escaparate de lo que una PS3 es capaz de representar técnicamente. Es curioso como a simple vista el juego merece nuestra aprobación pero no es totalmente capaz de impresionarnos y, a medida que vamos fijándonos en los pequeños matices, nos damos cuenta de lo que tenemos ante nosotros.
El juego ofrece un festival de efectos de luz que componen en muchos de sus matices lo mejor que se ha visto jamás. Vamos a disfrutar de una gama de colores tan viva como eficaz en cuanto a ambientación, que se ocupa de realzar una paleta de texturas que, a pesar de tener sus pequeños altibajos, en algunos casos alcanza unas cotas de profundidad sobresalientes.
Tanto en oriente medio, pasando por Sudamérica o Alaska, todo está tratado con suma dedicación. Relieves de paredes y suelos totalmente realistas, innumerables detalles en la composición del entorno, un número de elementos vivos impresionante (vegetación, carteles móviles, superficies que reaccionan a nuestro paso, etc). Sencillamente, un trabajo a la altura de lo esperado. No han cabido ni por un sólo instante los atributos simplones en «MGS4».
Y no acabamos aquí, porque la estabilidad con la que se manifiestan dichos escenarios es de retirarse el sombrero placenteramente. Todo se mantiene impasible ante el movimiento de nuestra cámara. Desde el más mínimo píxel hasta el detalle más recóndito. Una propiedad que contribuye directamente a otorgar la sensación de pulcredad ante cualquiera de nuestras acciones.
En el fragor de las batallas es donde vamos a poder embadurnarnos de la esencia que Kojima y sus chicos han tenido en mente desde el principio, estar rodeados de un conflicto real. Lo que nos envuelve es una contundente sensación de cruentos enfrentamientos que carece de comparación alguna. Violentas explosiones generando el caos visual con destrozos impresionantes, partículas de polvo y suciedad surcando el aire, amenazadores temblores del relieve y mil y una señales más del paso de las armas.
Continuando con las alegrías, el diseño y las animaciones de los personajes que recorrerán los enclaves de «MGS4» componen una incontestable muestra de un trabajo de obra maestra. Incluyendo también a los impresionantes «Gekko» y algunas sorpresas más en forma de maquinaria avanzada de guerra.
Y es que el Snake que controlaremos con nuestro pad ha sido tan bestialmente trabajado que en un principio dudamos de si el resto de la plantilla seguirá ese patrón. Pues si, exceptuando a los cientos de soldados enemigos, (en los que, lógicamente, se han puesto menos recursos), personajes como Otacón, Vamp o Raiden lucen un aspecto de lujo. Con diseños renovados al completo y unas cualidades en cuanto a texturas y animaciones sencillamente soberbias.
Los protagonistas de los muchos videos de los que seremos testigos en el juego han dejado de ser meras recreaciones poligonales para comenzar a ser tan humanos como tú o como yo. De otro planeta provienen el desfile de expresiones faciales y corporales de sus protagonistas, amén de los cuidadísimos planos que se nos ofrecen en todo momento. Auténticas escenas del mejor cine que podáis imaginar. Una delicia
Dejando a un lado el inmenso trabajo que se ha volcado en la recreación del texturado y diseño del bueno de «Les enfants terribles». Snake nos dejará con la boca abierta casi a cada paso que de. La gama de elementos móviles en su cuerpo no sólo no tiene fin, sino que además es muy posible que estemos hablando del mejor trabajo hasta la fecha. La manera que tiene ese cabello de ondear al viento, cada prenda que se pone, cada movimiento de su anatomía.
Las animaciones de soldados enemigos si se muestran algo por debajo del resto. Eso si, todo reacciona completamente bien, sin bugs, sin tirones ni movimientos extraños. Cada uno de los pasos que se da está más que justificado y nada de lo que se muestra llega a desentonar significativamente.
Quizás uno de los pocos puntos negros de este «MGS4» técnicamente hablando pueda ser la presencia de ligeras bajadas de frames en los momentos más costosos de recrear. No deja de ser curioso el subidón que sufrimos en espacios pequeños y vacíos, donde se nos muestra un movimiento endiablademente fluído. En el aire queda el debate de si esta variación puede ser debida a los límites técnicos de PS3 o a un uso no experimentado de su arquitectura. El futuro nos lo hará saber.
Esta cuarta entrega se puede disfrutar a un máximo resolutivo de 720p nativos. Recomendamos insistentemente hacerse con un buen televisor que sustente dicha resolución, sentarse y disfrutar del espectáculo.
Este apartado siempre ha sido tan cuidado como los demás en toda la saga de «Metal Gear Solid», y no va a ser menos en esta última entrega. Como debe de ser, como lo merece.
Harrry Gregson-Williams se vuelve a consolidar como creador principal del apartado sonoro-musical, presentando unas composiciones esta vez algo distintas a lo acostumbrado, con una esencia claramente más depresiva y sobrecojedora. Lo cierto es que casan a la perfección con lo que la obra de Kojima reclama. Esta es una historia que conlleva una aplastante carga emocional muy definida y Gregson-Williams se ha mostrado una destreza ejemplar al respecto.
Pero esta vez el sonido de un «MGS» conseguirá tocarnos de lleno en lo más profundo de nuestro fibra sensible. La nostalgia nos invadirá como a un puñado de desertores sin rumbo, ya que en momentos clave de la acción sonarán una colección de temas clásicos de la saga que evocarán nuestros más vívidos recuerdos de tiempos pasados inmersos en el universo de «Metal Gear Solid». Un auténtico regalo y casi un tributo a nuestra fidelidad a través de todos estos años.
Además, en nuestro inventario podremos hacer uso de un bonito «I-pod» que almacenará todos los temas sobre el juego y sus predecesores que deseemos escuchar en cualquier momento de la acción. Un detalle inédito y muy acertado.
Lamentablemente, y como ya conocemos todos, el doblaje de esta cuarta entrega no repetirá las condiciones que se dieron en el primer título. Todas las voces están en un completo inglés, (aunque perfectamente subtitulado al español), algo que nos ha desilusionado algo después de las promesas de Kojima al respecto.
A pesar de ello, la inconfundible voz de David Hayter (Snake) y el resto de reparto han llevado a cabo lo que podría llegar a ser uno de los mejores doblajes visto jamás en un videojuego. No sólo continúa con el buen nivel mostrado en el segundo y tercer capítulo, sino que lo supera incluso. Voces sentidas, repletas de fascinación, ira, amor, melancolía o dolor.
Por último hay que mencionar los impresionantes resultados del acuerdo entre «Dolby» y «Konami», que dota al título de un impresionante sonido 5.1 Surround que desmenuza y superpone la soberbia gama de sonidos que se nos ofrece.
La jugabilidad es probablemente el punto más determinado en los «MGS», y tan singular como casi cualquier otro. El autoproclamado «Tactical Espionage Action» alcanza un nuevo nivel más allá de lo visto hasta ahora en esta cuarta entrega.
No deja de ser impresionante la manera en la que Kojima nos ha abierto el campo de acción esta vez. La idea se mantiene, pero en esta ocasión podremos elegir nuestro camino, o mejor dicho el estilo al recorrerlo. Seguirá muy presente la infiltración, y de hecho, aunque más compleja, esa siempre acaba por ser la mejor elección si nuestro propósito pasa por mantener nuestras raciones en el bolsillo y una cota de muertes lo más baja posible.
Aún así nos veremos liberados. Esto significa que , a pesar de que la linealidad de nuestro recorrido continuará siendo un factor imponente, seremos nosotros mismos quienes decidamos si nos abriremos camino a balazos o continuaremos siendo una indetectable sombra para nuestros enemigos.
El tiempo ha transcurrido y los avances provistos por nuestro leal Otacon llegan a nuestras envejecidas manos en un momento en el que utilizarlos va a suponer una experiencia aún mas intensa de lo acostumbrado.
Lo más llamativo del nuevo equipo avanzado de Snake podría ser el traje «Octocamo». Hablamos de un atuendo que es capaz de mimetizarse con el entorno para conseguir un efecto camaleónico que nos dotará de un altísimo porcentaje de camuflaje con sólo pegarnos a una superficie. A pesar de que esto no nos librará totalmente de los enemigos, supone una grandísma ayuda y una opción muy original.
El «MK-II» es una diminuta versión del «Metal Gear Rex» que nos acompañará durante toda la aventura. A través de él nos podremos comunicar con Otacon, pero además nos será posible controlarlo para supervisar zonas e incluso reducir algún enemigo. Controlarlo es realmente divertido y sus utilidades son tan diversas que lo mejor es experimentar para poder sacarle todo el partido. Un poderoso aliado.
Por último, el «Solid Eye», (con el cuál nos pareceremos sospechosamente a Big Boss) es el trasto menos llamativo, posiblemente porque su utilidad es la de reunir varios visores en un sólo elemento. A través de él podremos hacer Zoom, visión nocturna, reconocer los ítems a bastante distancia o disponer de una información de la situación de los enemigos más detallada. Con él como con otros aparatos hay que vigilar el nivel de batería disponible.
Por supuesto continuarán en nómina los ya míticos cigarrillos, raciones, números de Playboy, cajas de cartón y algunas pequeñas sorpresas que conviene mucho descubrir por uno mismo.
La esencia de la infiltración no ha perdido ni un sólo ápice. Es más, la intensa sensación de tensión en «MGS4» nos sacudirá como como una enorme estampida. Las técnicas CQC se han ampliado y mejorado, pudiendo reducir a nuestros rivales de maneras muy distintas y atractivas. Además el gigantesco arsenal de armas de las que dispondremos no tiene comparación alguna. Espectacular.
Existen dos indicadores que también son novedad. El primero nos muestra el nivel de estrés al que Snake está sometido en la batalla. Si el índice es alto nos costará más controlar a nuestro protagonista, igual como ocurrirá con el segundo, el indicador de la «Psique». Con respecto a éste último vamos a disfrutar de una colección de situaciones graciosísimas que no os debéis perder.
La IA rival va a depender bastante del nivel de dificultad que elijamos, aunque a cada vez que volvamos a pasar el juego iremos descubriendo más y más matices al respecto. Pero realmente el comportamiento de los soldados es impresionante en algunas ocasiones, a pesar de que en otras continuarán siendo tan estúpidos como de costumbre.
Esta vez la acción se ha visto sometida a una mayor variedad. Tendremos misiones de persecuciones, típicas de infiltración, de rastreo o duros enfrentamientos cara a cara. El recorrido por los cinco apartados generales del juego se convertirá en una costosa y divertidísima prueba a la que someterse.
La cámara es totalmente móvil, además se ha ajustado a la perfección para que podamos seguir la acción sin problema alguno, incluso bajo la nueva perspectiva FPS y un sistema de apuntado mejorado. Y bueno, los planos que se nos ofrecen nos van a provocar detenernos en numerosas ocasiones para contemplar el entorno placenteramente. Todo se presenta muy sencillo de controlar, un punto muy a favor.
Algo, no ya importante, sino crucial en cada entrega de la saga han sido los enfrentamientos con los jefes. Esta vez Kojima recurre a una revisión tecnológica y estética de antiguas leyendas. Si bien es cierto que en algunos de ellos no se llega a alcanzar las cotas de dinamismo y emoción que en pasadas entregas, en otras incluso se superan. Especialmente en un par o tres de ocasiones en las que babearemos ante lo que tenemos frente a nosotros y la emoción que supone jugarlo.
Este «MGS4» es completamente rejugable. Si lo jugamos a un ritmo normal la duración de la partida oscilará entre las 19 o 18 horas, pero hay que tener en cuenta que restando los inmensos y bestiales videos las cosas aminoran considerablemente. Aún así, el título está bien provisto, no es corto. Otro tema es el hecho de que se nos haga corto. No tengáis duda sobre ello.
Metal Gear Solid elevado a una nueva dimensión. Quizás la suma de todo lo visto y la adhesión de una incontestable culminación. Una auténtica experiencia que nadie debe perderse.
En un principio Kojima pensó en «MGO» como un título independiente. Pero más tarde se incluyó en el disco ampliando más si cabe el valor del producto.
El resultado viene a mejorar inmensamente lo visto en «MGS3» y ofrece una muy bien dotada paleta de opciones. Un sistema que no se desmarca mucho de lo que pudimos disfrutar en la beta prestada por Konami un mes antes del lanzamiento del título. Con tedioso registro de Game-ID y Konami-ID incluídos. Eso si, nos valen perfectamente las antiguas cuentas de la beta.
En primer lugar hay que sopesar el hecho de que éste modo online basado en el universo «Metal Gear» no consigue plasmar totalmente la esencia de la aventura original. En muchos momentos la acción se desarrolla de manera mucho más convencional, sobretodo en los modos «Deathmatch», donde no reconoceremos, al menos en las primeras partidas, la influencia de la saga.
La diferencia está en el inventario. Es así, «MGO» presta a sus usuarios la mayor parte de los movimientos e ítems que pueden usar en la aventura principal. Con un poco de buen hacer e imaginación nos va a ser posible desplazarnos con cautela, ser serpientes de nuevo, sombras anónimas que se alzan en el momento oportuno para atravesar las almas de los oponentes. Es cuestión de practicar y avanzarnos al resto. Nadie dice que sea fácil, por cierto.
Lo primero que hacemos al iniciar nuestro registro es configurar el aspecto y la voz del personaje que controlaremos. No hay demasiadas opciones en un principio, pero Konami promete ampliar el rango próximamente. Además asignaremos muchos tipos de habilidades especiales que deberemos aumentar con los puntos de experiencia que conseguiremos a bas de nuestro buen hacer en las partidas. Algunas de ellas son realmente determinantes, no hemos de descuidar este aspecto.
Dispondremos de todo un mundo de personalización y búsqueda de las partidas. Además se ha potenciado mucho la organización de las mismas, a través de geniales propiedades como un lista de amigos única del juego, chat en cualquier momento del encuentro, sistema de headset con muy buen funcionamiento y una gama de órdenes sencillas que podremos transmitir a nuestro equipo con facilidad.
Entre los típicos modos de juego «Deathmatch», «DM por equipos» o «Dominación», descubrimos algunos originales. Como el modo en el que aleatoriamente uno de los personajes representará a Snake y otro le ayudará haciendo las veces del pequeño robot MK-II. Ambos dispondrán de un camuflaje semitransparente, pero será Snake quién posea una mayor velocidad, mejor equipo y la concreta misión de hacerse con todas la placas del escenario sin ser visto por ninguno de los miembros de los dos equipos, que lucharán para encontrarle y mantener a raya al contrario. Un modo muy acertado, y que se convierte quizás en el mayor estandarte del universo «MGS».
El arsenal que se nos brinda es muy diverso. Desde rifles de asalto, pistolas, armas tranquilizadoras o granadas (adquiridos mediante «puntos Drebin»), pasando por los típicos objetos de camuflaje del modo principal, como cajas o bidones. Y no sólo eso, además un curioso y surtido material armamentísco enclavado en los escenarios aumentará las posibilidades jugables.
Los escenarios que recorreremos en el modo son bastante amplios, casi al nivel técnico del modo principal y están basados en algunos típicos de la saga o la cuarta entrega, además de otros completamente nuevos . De esta manera, tramar las estrategias frente a los rivales cuando comenzamos a controlar los mapeados se convierte en una tarea complicada pero efectiva.
Es posible que a muchos jugadores habituados a modos online más frenéticos y basados en la más pura y dura habilidad con el pad consideren a «MGO» un título sin pulso, carente de ritmo y con una excesiva resistencia a los disparos. Hay que pensar que «MGO» mantiene un estilo muy concreto, y sólo aquellos que sepan interpretar y destilar su esencia podrán sacarle todo el partido que posee.
No es perfecto ni compone la mayor atracción de «MGS4», pero su calidad alcanza un clímax que puede ser casi tan duradero como el que más.
Por último mencionar que el servicio que se da está casi completamente libre de lag o de desconexiones incómodas, de forma que se pueden seguir las partidas con seguridad. Eso si, Konami ha de mejorar algo la velocidad y sencillez en la búsqueda, veremos en que queda todo.
No me importa nada reconocerlo. Con «Metal Gear Solid 4» he llorado como un niño, he reído a carcajadas, he sentido una profunda melancolía y he reflexionado sobre la condición humana y el mundo que la sustenta.
Y hombre, que un videojuego arrastre tales emociones, consiga culminar con absoluta majestuosidad toda una histórica saga y lo remate con una capacidad para divertirnos pad en mano descomunal, sólo puede acabar en alabanzas.
He decidido puntuarlo con un 100. No me malinterpretéis, este no es un juego perfecto, no es insuperable y no está exento de posibles mejoras. Pero las sensaciones que recorren nuestra mente al jugarlo están muy por encima de lo habitual. El 100 es símbolo de magia, de majestuosidad, de un buen hacer colosalmente detallista, de un trabajo que todos recordaremos para siempre. El 100 no es sinónimo de perfección, debido principalmente a que esa es una meta inalcanzable bajo cualquier método o ambición.
Saborear cada minuto de juego se convierte en una razón más para rendirse ante «MGS4». Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto, que no me olvidaba completamente del paisaje exterior. De pronto te ves allí, te identificas con lo que ocurre, te involucras en la acción y lamentas cada segundo de desgracia o te enorgulleces de cada instante de gloria.
Hablamos de sensaciones únicas, esas sensaciones que nos han acompañado durante toda la saga y que esta vez se han visto amplificadas hasta una nueva e impactante dimensión. «Metal Gear» continúa conllevando un modo de jugar único, pese a existir miles de ofertas ern la competencia, ningún título más ha sabido exponer al jugador a una furiosa esencia tan majestuosa como esa.
Existen muchos usuarios que siempre se han quejado del número de vídeos y del espacio que ocupan las conversaciones por códec en la saga. Yo contesto a ello comentando que uno puede ponerse a jugar cualquier «MGS» suprimiéndolos tranquilamente. Y concretamente en el caso de ésta cuarta entrega el título puede mantener una muy considerable duración sin los intervalos del argumento. A pesar de que pensar en la posibilidad de que un jugador no disfrute de las escenas y las conversaciones de «MGS4» sólo me causa un auténtico horror. Sería algo así como lanzar diamantes a un container repleto de estiércol.
No dejaré este apartado sin mencionar el buen número de pequeños detalles que nos ha regalado Kojima a los fans de la saga en «MGS4». Como una culminación incontestable que es, no se olvida del pasado, y comprobaréis como se os encoje el corazón tras reconocer el sonido, el aura, el sabor de antiguos momentos gloriosos de anteriores capítulos surcando entre la acción. Fijándote en esto no sabes si odiar a Kojima por sus sucios trucos de baratillo o amarle profundamente por ser tan considerado.
Mejor nos decantamos por lo segundo, ¿no?
Tenemos un nuevo e imparable mito recorriendo los circuitos de nuestras PS3. De hecho, lo que tenemos entre manos es, ni más ni menos, una auténtica obra maestra. Un trabajo que viene a colocar un brillante punto y final a una saga que lleva ya veinte años proveyendonos de impagables momentos.
Este es, sin duda, el más impagable de todos. La cuarta entrega de la saga es la más duradera, la más impactante, la más conmovedora, la más, lo más. Un material que nadie debería perderse y que, a pesar de estar claramente destinado al público que ha seguido la imponente carrera de «MGS» atenta y gustosamente, pide a gritos que se juegue con la mayor de las intensidades por todo aquel que posea una PS3.
Su potencia técnica asombrará a cualquiera, sus posibilidades entretendrán al usuario más exigente y sus bestiales momentos atraparán la conciencia de todo aquel que se someta a ellos.
Desde laps4.com sólo nos queda recomendar de la manera más optimista posible la adquisición de ésta última batalla de Solid Snake.
– A favor
– Su mejorada y aplastante jugabilidad.
– El excepcional argumento. Cargado de momentos sobrecojedores, únicos.
– Su inmenso número de posibilidades.
– El genial apartado técnico
En contra
– Algunas leves alteraciones en la tasa de frames.
– La ausencia de un prometido doblaje al español.