Análisis – Ghost Recon: Breakpoint

Sergio Alarcón · 13 noviembre, 2019
Analizamos la nueva propuesta de Ubisoft basada en su shooter táctico por excelencia, más grande y ambiciosa que nunca.
Tom Clancy’s Ghost Recon Breakpoint

La saga Ghost Recon ha ido escalando en cuanto a importancia y ambición por parte de Ubisoft en los últimos años, remodelando y perfeccionando su fórmula con cada entrega.

En esta ocasión, sus creadores han querido dar un paso más allá, el cual busca ampliar aún más las fronteras en cuanto a tamaño y jugabilidad se refiere.

¿Ha conseguido Ubisoft llevar a los Ghost a un nuevo exponente? Dentro análisis.

Walker, un exghost, ha tomado la isla de Auroa con su grupo paramilitar.

Alta traición

Como viene siendo habitual en la saga Ghost Recon, nuestra aventura comienza con la creación de nuestro avatar, pudiendo elegir entre varios modelos tanto masculinos como femeninos.

En el momento en el que hayamos creado a nuestro Ghost a nuestra imagen y semejanza, nos convertiremos en líderes de un gran Escuadrón de los Ghost, el cual se dirige a las proximidades de la isla de Auroa, una isla ficticia situada en los alrededores de Nueva Zelanda, ya que un buque americano ha perdido la comunicación en esta región y debemos investigar la causa.

Al aproximarnos, unos drones de combate derriban a todo el escuadrón, haciéndonos caer en la isla. Cuando despertamos e investigamos lo ocurrido, comprobaremos que esta isla, hogar de una fundación de científicos encargados de crear «el futuro de la humanidad», ha sido tomada por un grupo paramilitar liderado por uno de nuestros excompañeros, controlando así toda la tecnología creada en ella.

Por suerte no estamos solos, ya que al tiempo encontramos a un grupo de nativos que resisten el control de esta facción, organizando sus acciones en una gran cueva, que funciona a modo de Base de Operaciones.

Aquí comienza realmente Ghost Recon: Breakpointya que una vez terminado este «tutorial» se nos bombardea con una infinidad de misiones principales, secundarias y de facción (para ganar confianza con nuestros nuevos aliados), por lo que debemos abandonar este refugio para recuperar a los supervivientes de nuestro escuadrón a la vez que intentamos debilitar a los invasores.

Así pues, podemos realizar nuestros objetivos en el orden en el que queramos, o dedicarnos a explorar el grandísimo mapeado que esta isla nos ofrece.

Avanzar por la isla no es sencillo, ya que cada cuatro pasos nos encontramos con distintas brigadas y escuadrones enemigos que nos obligan a utilizar nuestra inteligencia para, o bien pasar desapercibidos, o bien acabar con todos ellos sin llamar demasiado la atención.

Junto a estas brigadas, numerosos drones, helicópteros y aviones nos acosarán constantemente desde el aire, mientras que otras máquinas de combate nos pondrán en jaque en tierra.

Es por ello que, tras varias misiones completadas con más o menos facilidad, es cuando explotamos el sistema de misiones y objetivos que plantea este título, ya que tanto al hablar con los NPCs como al investigar nuestro entorno, llenaremos el mapa de distintas metas y tareas que cumplir, por lo que nos encontraremos ante un ir y venir continuo que a veces se hace un tanto incómodo, ya que las misiones otorgadas por los NPCs en ocasiones son «artificiales» dada la precaria situación en la que nos encontramos.

Para facilitar algo el desplazamiento podemos montar en todo tipo de vehículos, desde lanchas hasta helicópteros de combate, o utilizar el «viaje rápido» entre los distintos vivacs que encontremos esparcidos por el mapa.

Esta aventura está ideada para jugarse junto a nuestros amigos creando un escuadrón con el que utilizar toda nuestra pericia y conocimiento táctico para afrontar las situaciones, pero lo cierto es que jugar en solitario es completamente viable, ya que la IA enemiga es bastante limitada y en pocas ocasiones tenemos la sensación de vernos entre la espada y la pared.

Además, la distribución del mundo es muy ambiciosa, tanto que llega a pecar de ello, ya que da lugar a situaciones muy inverosímiles, tales como que en una misma llanura nos encontremos a un grupo de enemigos y a un campamento aliado a escasos metros sin ningún tipo de consecuencia, cosa que aunque no molesta en cuanto a la jugabilidad se refiere, resta realismo al título.

Desenfunda tu pericia

Algo que la saga Ghost Recon siempre ha pretendido pulir hasta la extenuación ha sido su gameplay en cuanto a armamento y equipo se refiere.

En esta nueva entrega, el toque rolero ha tomado forma otorgándonos la posibilidad de escoger una clase para especializar a nuestro Ghost según nuestro estilo de juego.

Por poner un ejemplo, la Clase Pantera se especializa en el sigilo, y conforme vayamos adquiriendo puntos de habilidad al subir de nivel a nuestro personaje, podemos aprender nuevas habilidades, tanto pasivas como activas, para tener más herramientas a la hora de afrontar los desafíos que se nos propongan, como poder cortar vallas, llevar más drones encima o ser indetectables durante un tiempo.

Aparte de estas habilidades, nuestro personaje dispondrá tanto de un amplio arsenal de armas como de equipamiento para sobrevivir en Auroa.

El nivel del equipo aumenta si nos equipamos piezas y armas mejores, las cuales no solamente podremos comprar en los distintos puntos de venta de la isla, sino que a través de las investigaciones que realicemos podremos señalar en el mapa la ubicación de las mismas o de sus planos de fabricación, de manera que la exploración se vuelve algo más interesante con esta iniciativa.

El uso de las armas es bastante realista, sintiendo en nuestras manos (y en nuestro personaje) el impacto de cada bala y cada explosión.

Tanto el apuntado como el cambio entre armas y gadgets es rápido e intuitivo y nos permite cambiar nuestra estrategia en todo momento, pasando del sigilo a la acción de manera cómoda y eficaz.

El que sin duda es para mi el punto más flojo de este título es el control del personaje y su posición respecto a las estructuras, ya que es una verdadera odisea colocarnos correctamente tras una barricada, con constantes cambios de hombro de la cámara involuntarios, dejándonos vendidos en una escaramuza en más de una ocasión.

El movimiento por el terreno es tosco y poco natural, pudiendo quedar atascados en una subida porque nuestro personaje no interactúa correctamente con el entorno, con riesgo de caer ladera abajo.

Existen ciertos cambios en las físicas, como al desplazarnos colina abajo, pero llenas de problemas técnicos.

El mismo problema ocurre con los vehículos o la interacción con el entorno, ya que si tenemos demasiados objetivos juntos cuesta que nuestro personaje enfoque la acción que realmente queremos hacer, subiéndonos más de una vez a un vehículo en vez de hablar con alguien o viceversa, por poner algún ejemplo.

Estos problemas son algo incomprensibles visto el gran sistema de coberturas de otros juegos de la franquicia, como The Division 2.

Esto influye en el nuevo modo de juego de la saga, llamado Ghost War, consistente en un PvP en el que jugaremos escuadra contra escuadra intentando cumplir un objetivo (eliminar al escuadrón contrario, controlar un punto concreto…) mientras utilizamos nuestro arsenal táctico para alcanzar la victoria.

Así pues, lejos de ser un simple modo de juego online, Ghost War exprime al máximo las cartas puestas sobre la mesa en Ghost Recon: Breakpoint para que la táctica y la pericia predominen sobre los tiros sin ton ni son.

Esperar pacientemente con nuestro rifle a que el dron de nuestro compañero localice al francotirador enemigo, utilizar granadas de humo y disparar al aire para llamar la atención mientras otro aliado se cuela en la retaguardia rival… Estos son algunos de los ejemplos que podemos ver en este modo de juego.

Pero como hemos comentado, los fallos técnicos vuelven a hacer aparición aquí, quizás donde más necesitamos ese punto extra de perfección en cuanto a mecánicas se refiere y que llega a lastrar ligeramente la experiencia de juego.

La belleza de la guerra

La isla de Auroa y sus parajes buscan sorprendernos a cada momento, ofreciéndonos una cantidad ingente de terreno por explorar, repleto de todo tipo de accidentes geográficos, desde altas montañas hasta profundos lagos, pueblos costeros, bosques frondosos o largas llanuras.

Todo esto, junto al ciclo día-noche, crea un mundo dinámico con el cual debemos crear una sinergia para adquirir ventaja frente a nuestros enemigos a la vez que nos deja imágenes y paisajes realmente memorables.

El problema es el mismo del que cojea el gameplay: el apartado técnico. Y es que gráficamente el juego carece de una buena optimización, con tirones de frames, elementos que tardan demasiado en cargar y fallos en cuanto a la interacción con el entorno, lo que ensombrece el «asombro» que nos crea en un principio.

La interacción con los personajes es algo pobre, con fallos en la coordinación diálogo-subtítulos y las expresiones faciales de los personajes no llegan a estar tan pulidas como en otros juegos de la generación.

Los bugs gráficos son demasiado abundantes.

Respecto al apartado sonoro, cumple completamente con su cometido, sobre todo al jugar con auriculares, ya que detectar los pasos y la distancia respecto a nuestros enemigos es fundamental para llevar a cabo una buena escaramuza.

En definitiva, Ghost Recon: Breakpoint intenta llevar a la saga a un nuevo exponente tanto en su profundidad como en su grandeza en general, pero se deja atrás fallos y detalles que ensombrecen el resultado final.

Este análisis ha sido realizado en una PlayStation 4 Pro gracias a una copia proporcionada por Ubisoft España.

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