Análisis – Frostpunk
Los juegos de estrategia y gestión siempre han sido terreno de PC. El teclado y ratón dan mayor accesibilidad a la hora de desplazarnos por los numerosos menús e instrucciones a la hora de colocar ejércitos, construir edificaciones y dar órdenes.
Por suerte, cada vez más estudios se atreven con la difícil tarea de adaptar los controles de sus juegos de estrategia a los mandos de consolas con muy buenos resultados. Si hace poco os hablábamos de Ancestors Legacy, hoy os traemos la última joya desarrollada por 11 bit studios.
Frostpunk es el nombre de su nuevo juego de estrategia. Lo de nuevo es relativo, pues el juego ya vio la luz el pasado año en PC. De igual forma que ocurrió con el impactante This War of Mine, el estudio polaco se ha tomado unos meses para adaptar la jugabilidad a PlayStation 4, y ya os podemos adelantar que el resultado ha merecido la espera.
¿Qué nos espera en Frostpunk? Un juego de estrategia del tipo city builder en el que soportamos una tensión constante para sacar adelante una ciudad en uno de los entornos más hostiles posibles: una segunda Edad de Hielo.
Llega la hora de demostrar a la humanidad qué tipo de gobernante se esconde en nuestro interior.
La Muerte Blanca
La acción de Frostpunk ocurre en un siglo XIX alternativo, el cual sigue el modelo tecnológico steampunk, donde el planeta nunca llega a recuperar de desastres naturales como la erupción del Krakatoa. Como resultado, el verdor desaparece y un invierno eterno cubre de nieve toda la superficie de la Tierra.
La vida tal y como la conocíamos desaparece, los gobiernos desparecen y las grandes capitales del mundo colapsan. La situación es extrema, con la raza humana enfrentándose a la extinción. Los recursos son insuficientes, la comida escasean y ningún refugio es lo suficientemente resistente para aplacar el frío. En resumen, vivimos en un mundo estilo Snowpiercer, pero sin tren.
En tal situación límite asumimos el rol de gobernante. Somos parte de un grupo de supervivientes del Imperio Británico que ha abandonado Londres en busca de un poco de esperanza. Nos hemos adentrado en las tierras del norte y somos recompensados con el hallazgo de un generador listo para operar.
Nuestro principal cometido consiste en mantener el generador encendido para que todo nuestro grupo (50 al comienzo de la campaña) se olvide del frío. Y no será fácil. Necesitamos carbón para alimentar el fuego y muchos más recursos para construir hogares y demás instalaciones que permitan el desarrollo de un enclave estable.
Cada día será una batalla contra el frío, enfermedades y accidentes. Todo lo que ocurra tendrá un impacto directo sobre nuestra gente. En todo momento vemos en pantalla las barras de Descontento (rojo) y Esperanza (azul), las cuales aumentarán o disminuirán en función de nuestra gestión. Nuestra vida depende de sacar adelante la ciudad y contentar a los habitantes por cualquier medio posible.
La felicidad es efímera en Frostpunk. Un día nos encontrarnos desarrollando el enclave a buen ritmo y con una población esperanzada, y al siguiente nos surge una facción de descontentos debido a una mala noticia del exterior.
Nuestra tarea como gobernante no solo se limita a construir, enviar exploradores al exterior y asignar trabajadores; también debemos participar de forma activa en el tipo de gobierno que queremos instaurar. Los ciudadanos nos exigirán que tomemos determinadas acciones (objetivos secundarios que afectan al ánimo de la población) y está en nuestras manos hacerles caso o no.
Como ya ocurría en su anterior título, This War of Mine, la trama nos exigirá tomar decisiones en momentos claves de su desarrollo. Muchas de ellas no serán nada fáciles, pues toda acción tiene consecuencias sobre nuestra gestión.
Por ejemplo, nuestros exploradores encuentran a un grupo de refugiados al borde la muerte y debemos decidir qué hacer. Si los dejamos a su suerte, morirán, pero si los escoltamos a nuestro asentamiento, el exceso de población podría consumir nuestros recursos y el ritmo de crecimiento. ¿Qué haces?
El juego en ningún momento premia o castiga al jugador por ser bueno o malo. Podemos ser un dictador de manual y, aún así, tener a la gente esperanzada y a la ciudad funcionando de forma eficiente. Sin importar el tipo de gobernante en el que nos convirtamos, lo difícil realmente será encontrar el equilibrio a la hora de tomar decisiones y dar prioridad a las construcciones.
La historia no nos lo pondrá nada fácil, con momentos de diálogos (o toma de decisiones) que nos harán tomar medidas con las que no nos sintamos nada cómodos. Una trama intensa y cruel como el mismo invierno.
El enemigo interior
Los primeros compases del modo campaña servirán para familiarizarnos con los recursos, construcciones, trabajadores y la importancia de tener vigiladas las temperaturas. Un aspecto que nos va a quedar muy claro desde el principio es que nada dura para siempre.
El mapa nos obliga a adaptarnos y evolucionar de forma constante. En un primer momento basta con mandar a los trabajadores a recoger recursos con sus propias manos. Sin embargo, una vez agotados, debemos construir instalaciones más avanzadas para explotar el resto de yacimientos.
Tanto para construir como para mantener los generadores funcionando, necesitamos de varios recursos. Los principales son madera, acero, carbón, núcleos de vapor y comida. La madera y acero son esenciales para construir edificios, el carbón mantiene en funcionamiento todas las fuentes de calor, los núcleos de vapor sirven como combustible para las instalaciones más avanzadas, y la comida será esencial para evitar las hambrunas.
En Frostpunk no podremos comenzar a construir edificios en la parte del mapa que nos venga en gana. El generador es el centro (literal) de nuestro enclave y a su alrededor empezaremos a construir las primeras carpas. A la hora de generar calor, el generador solo calentará a las edificaciones más próximas, pudiendo ampliar su alcance mediante la investigación y calefactores.
Todas nuestras ciudades tendrán forma de anillo, donde tendremos un espacio limitado para construir, por lo que aprovechar cada centímetro de espacio es esencial. Tampoco conviene olvidar la posibilidad de derribar las edificaciones más básicas para construir otras más avanzadas.
Cuando nuestra urbe crezca lo suficiente la gestión se irá complicando. Las amenazas diarias están siempre ahí, pero, al tener muchos edificios tan juntos unos de otros, a veces es difícil señalar el que se quiere gestionar. Por suerte existe la opción de detener el tiempo cuando lo deseemos.
Nuestra población está compuesta por trabajadores, ingenieros y niños, y cada uno es apto para realizar una u otra tarea. La extracción manual puede ser realizada por cualquiera, pero otras labores como trabajar en talleres o centros médicos, solo pueden ser realizadas por ingenieros.
Además de los trabajadores humanos, también podremos contar con unas criaturas mecánicas llamadas Autómatas. Estas creaciones pueden trabajar las 24 horas y valen por toda una cuadrilla de trabajadores. No comen, pero sí consumen otros recursos. El movimiento ludita tampoco se hará esperar.
Con respecto a los niños, dependerá de nosotros si queremos que trabajen o no. Además de construir hogares, cabañas de caza, minas, aserraderos, enfermerías y demás instalaciones que contribuyen a la acumulación de recursos, también hemos de encargarnos de legislar.
Cada cierto tiempo (más o menos 1 día en tiempo de juego), podemos firmar una nueva ley accediendo a su árbol. Aquí se nos mostrarán varias medidas que podemos tomar, las cuales afectarán al descontento y esperanza de la población y desbloquearán habilidades para ciertos edificios.
Por ejemplo, tomar una medida tan impopular como legalizar el trabajo infantil causará descontento, pero aumentará el número de trabajadores disponibles. Por supuesto, también está la opción de construir un colegio para los chiquillos y que vayan aprendiendo un oficio.
La anterior no será la única ley dura que podemos firmar si lo deseamos. Tampoco faltan jornadas de 24 horas, dar el visto bueno a los duelos o aprobar clubs de la lucha o casas de placer como entretenimiento para los trabajadores.
Moldear el comportamiento del pueblo queda en nuestras manos. Y este solo es el árbol general. Tras sobrevivir unos cuantos días, la trama nos “invita” a elegir una base para nuestro modelo social: Orden o Fe.
De igual forma que ocurre con las leyes generales, estos árboles ofrecen una buena variedad de opciones para determinar nuestro gobierno. ¿Quieres instaurar tu propia Inquisición? Tienes leyes para hacerlo. ¿Tu sueño es convertirte en el líder supremo de una sociedad fascista? Puedes poner en marcha tu máquina de propaganda.
Tienes total libertad moral para dirigir tu enclave, pues no será esta la que determine el éxito o fracaso de tu gestión.
El modo campaña de Frostpunk se divide en cuatro mapas con sus propios objetivos y tramas. Nuevo Hogar es el mapa que sirve de tutorial, con el objetivo básico (y nada fácil) de crear un enclave habitable y autosuficiente capaz de hacer frente a una gran tormenta helada. Las Arcas hace especial hincapié en los suministros de comida y abastecimiento como elementos claves para el futuro de la humanidad. Refugiados nos coloca como líderes de un campamento de refugiados donde no tardaremos en ser testigos de que la lucha de clases ha sobrevivido al apocalipsis. La Caída de Invernia nos lleva a una situación límite, con generador a punto de apagarse y un plan de evacuación de lo más arriesgado.
Además de todo el contenido anterior, el juego recibirá dos nuevos mapas para continuar conociendo la catástrofe: The Last Autumn (2019) y Project TVADGYCGJR (2020).
Si tras las 30 horas de campaña principal sigues con ganas de poner a prueba tus dotes de gobernante, el juego cuenta con el Modo Infinito. Esta modalidad dispone de dos opciones de juego: Resistencia y Apacible.
Resistencia supone enfrentarse a las condiciones más duras y a la gestión con pocos recursos. Un modo de juego solo recomendable para los verdaderos expertos. Por otro lado, Apacible nos permite construir con la misma libertad, pero bajo condiciones mucho más llevaderas y con abundancia de recursos. Una gran forma de experimentar antes de sumergirnos en la campaña principal.
Frostpunk es un juego de estrategia exigente y difícil, donde el esfuerzo del jugador se ve recompensado y una mala decisión puede conducir a una muerte en el exilio.
Mundo de luz y oscuridad
Aunque los juegos de estrategia no suelen contar con un apartado gráfico tan impresionante como los juegos en primera y tercera persona, sí saben cómo prestar atención a los detalles de sus mapas.
Los enclaves que iremos construyendo se muestran vivos desde el primer momento. Los habitantes siempre se van moviendo de un lado para otro (podemos conocer su nombre y profesión al señalarlos) y los edificios reflejan la actividad con distintas animaciones. Es un espectáculo alejar la vista para ver nuestra ciudad iluminada durante la noche.
Al haber optado por ambientar el título en un mundo postapocalíptico helado, la variedad de colores no es su punto fuerte, aunque el contraste entre la nieve y las construcciones mecánicas de vapor le da un aspecto imponente.
No hay escenas cinemáticas que narren sus tramas, sino imágenes estáticas muy crudas que nos helarán la sangre en varios momentos. El apartado artístico se integra a la perfección en el tono que nos propone el estudio polaco.
El juego dispone de voces en inglés durante los escasos momentos audibles de los que dispone. Lo que sí importa es que los textos se encuentran en castellano para comprender a la perfección cómo funciona cada uno de los elementos que tenemos a nuestra disposición.
Un aspecto que llama la atención es la poca variedad de pistas que nos ofrece su banda sonora. Al tratarse de un juego sin diálogos y con pocos efectos de sonidos, se hace raro que no se haya optado por nutrir un poco más este apartado.
En resumen, Frostpunk nos ofrece un desafío de estrategia único en su especie, donde el jugador tiene un control total sobre las medidas a tomar. ¿Te convertirás en la esperanza de la humanidad o en el tirano que marcará el nuevo siglo?