Análisis – Death Stranding

Sergio Alarcón · 23 diciembre, 2019
Hideo Kojima vuelve al mundo del videojuego con una obra propia, dispuesta a marcar un antes y un después tanto en su carrera como en la industria de los videojuegos.
Death Stranding

«I’m back». Con estas palabras y el tráiler de su nuevo proyecto en solitario, Hideo Kojima sorprendió a la industria del videojuego, ya que tras su accidentada salida de Konami, la mayor parte de la comunidad pensó que el creativo había terminado sus días de gloria.

Sin embargo nada más lejos de la realidad, ya que Kojima había fundado su propio estudio, Kojima Productions, y había reclutado y recuperado a antiguos compañeros de trabajo y colaboradores/as para crear una nueva IP con la promesa de «revolucionar los videojuegos».

Tráiler tras tráiler, Death Stranding nos ha insuflado incertidumbre y curiosidad a partes iguales directamente en vena, dejándonos claro que, lejos de haberse relegado a un segundo plano, Hideo Kojima había regresado para dar un golpe sobre la mesa y dar rienda suelta a toda su magia y creatividad, acompañado de grandes nombres como Guillermo del Toro, Norman Reedus o Mads Mikkelsen para aportar su excepcional granito de arena a la que prometía ser su nueva gran obra maestra.

¿Ha conseguido Death Stranding llegar a conectar con nuestros corazones? Dentro análisis.

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Posiblemente la historia de Death Stranding sea la parte más importante del título y de la que menos debemos hablar en este análisis para que así conserve toda su magia, así que me limitaré a resumir lo que cualquier persona que se haya informado vagamente sobre el mismo.

América ha sido devastada por un evento catastrófico, quedando tan solo los vestigios de lo que una vez fue y con la mayor parte de la humanidad restante viviendo bajo tierra y de forma aislada, mantenida a flote por la escasa tecnología que ha prevalecido.

La superficie está poblada por bandidos, ladrones y EV, almas de gente fallecida que no han sido capaces de cruzar al otro lado, y que en el momento en el que un humano muere y consiguen acceder a su cuerpo,  crean vacíos de antimateria capaces de arrasar ciudades enteras, a la vez que un fenómeno meteorológico llamado declive arrasa todo cuanto toca, acelerando su degradación.

Con todos estos factores poniendo en jaque al ser humano encarnamos a Sam Porter Bridges, un conocido «portador» que se dedica (como su nombre indica), a transportar mercancía de un lugar a otro arriesgando su vida en el trayecto.

Tras volver de nuestro último encargo y conocer a diversos personajes ya vistos en los tráilers, como Die-Hardman o Deadman, se nos encomienda una misión de la mano de la mismísima presidenta de los Estados Unidos: volver a unir América a la vez que ayudamos a la población que queda.

Esta es la premisa desde la que parte Death Stranding, y sobre la cual se basa tanto su gameplay como su narrativa, ya que nuestro quehacer principal consiste en llegar a nuevos emplazamientos clave para unirlos a la red nacional mientras cumplimos con los distintos encargos que nos encomienden, cruzando todo el continente en este gran viaje.

Estos encargos varían desde llevar medicamentos a habitantes aislados hasta transportar materiales de construcción para ampliar las infraestructuras de las que disponemos, y al llevarlos a cabo somos puntuados en función de distintas variantes, como el estado de la carga o el tiempo de entrega, ganando más confianza con los distintos emplazamientos conforme más «likes» nos llevemos y aumente nuestro nivel de portador.

Dicho esto, podemos optar por cumplir de forma estricta los encargos principales para avanzar en la historia o entretenernos en cumplir todos los encargos a nuestra disposición, los cuales pueden tener objetivos especiales, como no mojar la carga, entregarla en menos de X tiempo o llevarla de una manera especial.

Hasta aquí este breve resumen puede parecer que presenta a un título que simplemente se basa en ir desde el punto A al punto B a entregar X paquete para así acceder a una nueva misión, pero Death Stranding va mucho más allá de esta premisa.

Dicho esto, el propio juego no engaña a nadie y deja claro desde un principio que no es para todo el mundo, y que busca ofrecer una experiencia distinta a todo lo que hemos jugado hasta ahora.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar

Death Stranding compone la mezcla perfecta entre gameplay y narrativa, algo que Hideo Kojima siempre ha sabido nivelar de manera magistral.

Por ello, el título nos ofrece unas mecánicas sencillas para manejarnos por su mundo, pivotando siempre en el transporte y entrega de mercancía.

Cargar tanta responsabilidad a nuestras espaldas nos obliga a estar pendientes de manera continua de hacia dónde vamos, cómo queremos ir y por dónde vamos a ir, de manera que tras trazar nuestra ruta ideal (sorteando obstáculos, buscando un terreno fácil, bordeando peligros), debemos elegir cuidadosamente qué carga vamos a transportar y su distribución, pues esto afectará a nuestra velocidad, nuestra resistencia y nuestro equilibrio.

Conforme más carga llevemos, peor será nuestro equilibrio.

Así pues, cada uno de los viajes es una experiencia singular, en los que debemos estar atentos a cada pisada que demos, vigilando el terreno con nuestro Odradek y manteniendo el equilibrio con los gatillos para no resbalar, a la vez que evitamos los encontronazos con los enemigos que nos acechan.

Para sortear todos estos obstáculos se ponen a nuestra disposición todo tipo de herramientas y estructuras, tales como escaleras, puentes, torres de vigilancia e incluso carreteras que cruzan gran parte del mapa.

Este arsenal irá aumentando conforme cumplamos encargos y nos ofrezcan nueva tecnología, dando un incentivo más para continuar con nuestra labor a cambio de descubrir algo nuevo con lo que introducir más variedad a los trayectos para cumplir los objetivos venideros.

Los vehículos facilitan enormemente el desplazamiento.

Incluso dispondremos de vehículos, tales como motocicletas o coches, con los que recorrer el terreno de forma más rápida y sin preocupaciones, aunque siempre obligándonos a calcular bien las rutas para no destrozar la carga.

El mapeado del título es enorme y muy variado, por lo que repartiremos nuestros encargos a través de grandes llanuras de hierba, extensos parajes rocosos e incluso montañas llenas de nieve y desniveles.

Con todo esto, el título nos pone varias cartas sobre la mesa y nos anima a crear nosotros mismos nuestra propia experiencia de juego, pero siempre dejando claro que disfrutar del viaje y de cada trayecto, es lo que nos tiene que animar a seguir avanzando sin importar lo que nos ponga por delante, ya que el equilibrio entre dificultades y herramientas a nuestra disposición está perfectamente medido.

Correr sin mirar atrás para terminar un encargo es una opción, pero detenernos a observar el paisaje, a descansar al lado de un riachuelo o a disfrutar de la banda sonora mientras caminamos hacia nuestro destino siempre está recompensado.

Otro de los grandes pilares del gameplay de este título es BB, un bebé conectado a nosotros tanto sentimental como físicamente mediante un cordón umbilical en nuestro traje, que nos permitirá detectar a los EVComo todo bebé, nuestro BB necesita atención, y deberemos calmarlo cuando aumente su estrés, ya sea debido a una caída por nuestra culpa o al someterlo a demasiada tensión en una zona conflictiva, para aumentar nuestro vínculo con él, además de ofrecer una parte muy importante en la narrativa del juego.

La peculiaridad que tiene Sam Porter Bridges es que es un «repatriado«, lo que quiere decir que no puede morir, sino que su alma y su cuerpo se separan en un lugar llamado La Grieta, en la que se deben unir de nuevo para poder volver a la vida, con el correspondiente vacío creado en el mundo de los vivos como precio a pagar y sus fatales consecuencias.

En ciertos momentos de Death Strandingel estilo de juego cambia completamente dando paso a fases en las que los tiroteos cobran protagonismo.

El control de las armas y el apuntado es ligeramente tosco (recordemos que somos un portador, no un militar), pero esto no estropea en ningún momento la experiencia jugable, ya que una vez más, esta mecánica es una mera excusa para focalizar la importancia en el por qué de esta situación y su significado dentro de la trama.

Conectando el mundo

Puede parecer que simplemente el gameplay, pese a la cantidad de variedad que nos ofrece, puede echar para atrás a parte de la comunidad debido a la falta de un incentivo más grande para continuar explotando estas mecánicas, y esto viene servido en bandeja de oro por la narrativa.

Una vez más Hideo Kojima utiliza su magia para contar una historia que posiblemente solo sea posible narrar utilizando el videojuego como vector, cargada de cinemáticas, giros de guión y un universo increíblemente rico en detalles.

La parte más importante y excelente de esta narrativa la componen sus personajes, con una importancia tan grande que abarcan un capítulo del juego por cada uno de ellos, en los que conocemos su historia, sus ambiciones y su papel en este salvaje mundo.

La profundidad narrativa que tienen los personajes de Death Stranding es fascinante.

Todos ellos están dotados de una profundidad como pocas veces se ha logrado en la industria, haciendo que con tan solo unas cuantas cinemáticas consigamos empatizar y sentir algo por ellos, dejando de ser meros personajes secundarios para convertirse en algo más, todo ello sumado al gran reparto y al excelente doblaje que acompañan a Death Stranding en todo momento.

Incluso los personajes más banales, como los lugareños y supervivientes que encontramos en nuestro viaje, tienen una subtrama y una importancia más o menos significativa que nos hará replantearnos en más de una ocasión nuestra forma de pensar y de jugar, ya que el mundo de Death Stranding está en constante dinamismo y lo que nosotros podemos considerar una banalidad puede repercutir de manera directa en el juego.

El toque personal de Kojima impregna cada pixel del juego, con detalles, guiños y animaciones constantes que continuamente nos sacan una sonrisa de la cara o nos sorprenden de la forma más imaginativa posible, rompiendo la cuarta pared en más de una ocasión.

Podemos interaccionar con Sam de infinitas maneras.

El claro ejemplo de esto es la sala privada de Sam, una suerte de refugio que disponemos en cada gran sede que desbloqueemos, y en el que podemos descansar para recuperar fuerzas, orinar, defecar o darnos una ducha, además de interactuar con Sam de infinitas maneras (no le miréis donde no tenéis que mirar o sino…)

De esta manera, Death Stranding siempre te ofrece algo, un reclamo para que por un lado disfrutes de su viaje, de ir hacia el siguiente destino poniendo tus cinco sentidos en el proceso, pero a su vez dándote un objetivo, como lo es el querer saber qué pasará cuando llegue y qué sorpresa me depara en ese lugar, para que en ningún momento caigas en la monotonía o en el hastío, utilizando las herramientas narrativas de una manera como solamente Hideo Kojima y su equipo pueden lograr.

El mañana está en tus manos

Por mucho que el resto de personajes puedan ofrecernos minutos inolvidables de calma, diálogo y socialización, es inevitable no sentir la inmensa soledad que el mundo de Death Stranding nos obliga a recorrer a la hora de cumplir el siguiente encargo.

Aquí es donde entra en juego el singular modo online del título, llamado Social Strand System, con el que estaremos «conectados» indirectamente al resto de jugadores que hayan recorrido el mismo mundo que nosotros en otro momento.

Las herramientas utilizadas por el resto de la comunidad nos sirven para avanzar más fácilmente.

Esta conexión es lo que Kojima ha buscado en todo momento al crear Death Stranding en su búsqueda de conectar a los jugadores de todo el mundo.

Esto se ve reflejado en la mecánica de ayuda indirecta sobre la que pivota este modo online: todas las estructuras que creemos en nuestro mundo aparecen en el mundo de otros jugadores, y viceversa.

¿Esto qué significa? Imaginaos que para realizar una entrega debemos alcanzar la cima de una pequeña montaña, para lo que no vamos suficientemente equipados, por lo que en un principio debemos perder una gran cantidad de tiempo en sortearla, pero al llegar a su falda nos damos cuenta de que otros jugadores han creado una red de anclajes de escalada y escaleras  con las que podemos llegar a nuestro objetivo de manera fácil y sencilla.

Crear una red de tirolinas para atravesar una zona montañosa sin siquiera tocar el suelo es uno de los muchos ejemplos de interacción entre personas.

Lo mismo ocurre con los puentes o las carreteras, e incluso podemos acceder a una taquilla pública en la que recoger ítems y cargas que otros jugadores y jugadoras han dejado allí para disfrute del resto de la comunidad.

No hay posibilidad de crear conflicto o «trollear» a nadie, de manera que cualquier acción que realicemos, sea tan banal como poner un emoticono indicativo o de tanta magnitud como asfaltar medio mapeado para unir sus distintos puntos servirá para ayudar al resto de las personas que estén disfrutando de esta experiencia, haciendo esta mucho más amena y accesible, a la vez que comprobamos cómo todo nuestro entorno se va viendo modificado conforme vamos desbloqueando nuevas tecnologías, observando los frutos de nuestro esfuerzo uniendo América de nuevo.

Un horizonte inigualable

Cuando Hideo Kojima anunció que Guerrilla Games iba a cederle su motor gráfico para este proyecto y viendo cómo lucía Horizon: Zero Dawn, pocos fueron los que dudaron de que Death Stranding iba a ser todo un portento gráfico, y el título ha cumplido las expectativas con creces.

Los detalles gráficos están cuidados de manera casi enfermiza.

El título lleva a la consola de Sony a su máximo nivel, cuidando cada detalle de manera casi enfermiza, culminando en la animación de sus personajes, logrando un detalle gráfico a corta distancia realmente asombroso.

Lo mismo ocurre con el paisaje y los escenarios del juego, alcanzando un nivel de profundidad difícilmente igualable, de manera que por mucho que nuestro siguiente destino esté a kilómetros de distancia podemos ver a la perfección el camino que nos separa del mismo y todos los elementos que pueden suponernos un problema en nuestro viaje, cosa que a su vez suma puntos al gameplay de cara a planificar una buena ruta de entrega.

Death Stranding ofrece paisajes inolvidables.

Otro de los puntos más cuidados es el sistema de físicas en el que pivota el título, y que es un punto fundamental debido a que nuestro desplazamiento y nuestras entregas dependen en gran medida del mismo.

Bordear una montaña o buscar un acceso menos profundo para cruzar un río pueden sin duda retrasar nuestra siguiente entrega, pero eso hará que el terreno sobre el que nos desplacemos sea menos agresivo para nosotros que si decidimos acortar «en línea recta», pudiendo fácilmente despeñarnos por una ladera destrozando nuestra carga o pasando por una zona de EV que nos obligará a ser más cuidadosos.

De la misma manera, si somos demasiado ambiciosos de cara a cargarnos para llevar muchos encargos de vez, nos costará mucho avanzar, perdiendo el equilibrio con facilidad e imposibilitando el poder correr o escondernos de nuestros perseguidores, por lo que planificar una buena gestión de la carga a transportar es otra de las mecánicas que debemos aprender a respetar si no queremos perder la mitad de nuestro trabajo por el camino.

Pero sin duda, el gran pilar técnico por el cual Death Stranding no sería lo mismo ni alcanzaría el gran nivel artístico del que puede presumir es su increíble apartado sonoro.

Low Roar encabeza una banda sonora utilizada de manera magistral para aportar un toque mágico tanto a la narrativa como al gameplay.

Disfrutar del viaje, en eso se resume Death Stranding.

Vivir la calma tras una tempestad en la que una simple canción introducida en el momento exacto rompe la banalidad del momento para convertirlo en algo memorable, al igual que la epicidad de un gran enfrentamiento se ve realzada por otra pieza genialmente encajada, siguiendo esta premisa de manera continua, ofreciendo escenas en las que desde los clichés o guiños más banales se vuelven inolvidables con el uso de técnicas como la disonancia ludonarrativa o la elección magistral de la música acompañante.

En definitiva, Death Stranding es una obra de arte, y como tal tendrá tanto seguidores como detractores, pero nadie puede negar que es una experiencia única, arriesgada en su planteamiento y sus mecánicas, que busca ofrecer una historia intrigante y compleja a la vez que nos anima a disfrutar del camino.

Hideo Kojima lo ha arriesgado todo en este proyecto, volcando toda su creatividad en realizar un título arriesgado para contar la historia que realmente quiere contar, y el resultado ha sido una experiencia singular, que si bien puede no contentar a parte de la comunidad, se convierte en algo único, diferente a todo lo creado con anterioridad, marcando un antes y un después en la manera de hacernos protagonistas de una historia a través de un videojuego.

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