Análisis – Code Vein
Tras varios retrasos en su desarrollo, Code Vein hace aparición por fin en nuestras consolas. Bandai Namco ha apostado por el género Soulslike para ambientar esta aventura.
Sus desarrolladores han querido dar mimo y perfección al título gracias al feedback de los usuarios, de manera que sale al mercado recién horneado y dispuesto a buscar su puesto en este género tan demandado últimamente.
¿Qué tal le ha sentado la cocción a fuego lento? Dentro análisis.
El tormento de los Renacidos
En Code Vein encarnamos a un Renacido (creado a placer gracias al editor de personajes), un ser humano que murió y que debido al parásito ROB ha vuelto a la vida. Habiendo perdido todos nuestros recuerdos, despertamos junto a una extraña chica que nos enseña cómo utilizar nuestra sangre para reavivar fuentes de perlas de sangre, el único vestigio de sangre humana que queda en los alrededores, con la que nos podemos nutrir y calmar nuestra sed.
Tras ser arrestados por otros Renacidos somos enviados precisamente a recolectar estas perlas, ya que es un bien escaso y los maleantes del lugar utilizan a los más débiles para hacer el trabajo sucio.
En nuestra búsqueda conocemos a Louis, otro Renacido que nos acompaña en esta primera zona, la cual actúa a modo de tutorial.
Finalmente nos enfrentamos a otro miembro de este equipo de búsqueda, el cual se ha convertido en un Perdido, un Renacido que ha ingerido demasiada miasma y ha perdido su capacidad de razonar, abandonándose a su sed de sangre.
Tras la batalla con el primer Boss del juego, comprenderemos que no somos un Revenant cualquiera, sino que tenemos la capacidad de absorber los Vestigios de los Renacidos caídos y purificar la miasma que asola estas tierras.
Louis nos lleva a su Base de Operaciones en la que conoceremos a sus compañeros de armas. Aquí será donde comenzará la verdadera aventura, ya que nos convertimos en la última esperanza de esta pequeña resistencia de Renacidos que busca acabar con este sufrimiento y liberar a este mundo de la maldición creada a partir de la misteriosa Operación Matarreinas.
Como podéis esperar, el mundo en el que se desarrolla Code Vein esta totalmente desolado y lleno de Perdidos, Renacidos maleantes y todo tipo de criaturas cuyo único objetivo será acabar con nosotros.
El diseño de niveles cumple con su cometido sin ser destacable, con los muérdagos a modo de las clásicas hogueras y con multitud de atajos con los que conectar distintas zonas del mapeado, sobre el que podemos pivotar en todo momento gracias al teletransporte.
La base de operaciones es la zona segura por excelencia, pues allí podemos mejorar nuestro equipo, comprar nuevas armas y objetos o adentrarnos en mazmorras profundas, cuya dificultad es más elevada a cambio de mejores recompensas.
Rompiendo el código de sangre
Cada Renacido tiene un código de sangre, el cual le otorga unas características y habilidades distintas. Por suerte nuestro código de sangre está roto, lo que nos permite absorber y asimilar los códigos de sangre de otros Renacidos, por lo que esta mecánica se convierte en el eje principal de la personalización del título.
Así pues, si utilizamos un código de sangre Luchador, nuestras estadísticas y habilidades se basarán en fortalecer nuestro combate cuerpo a cuerpo, mientras que si utilizamos otros códigos como el de Cazador, nuestro principal método de daño serán los disparos a distancia.
De esta manera, podemos moldear a nuestro personaje según el estilo de combate que queramos presentar en todo momento, ya que además de los ataques clásicos utilizando los golpes débiles y fuertes, tenemos a nuestra disposición las distintas habilidades que nos ofrece cada código de sangre, tales como aumentar nuestro daño momentáneamente, utilizar magias a distancia o curar a nuestro aliado si está en un apuro.
Aparte de los códigos de sangre y las distintas habilidades que nos ofrecen, podemos equiparnos con atuendos y armas a medida de manera similar a otros títulos del género, todas ellas mejorables y personalizables si reunimos los requisitos adecuados.
Con toda esta variedad, Code Vein ofrece un gameplay con muchas posibilidades en un principio, pero no llegan a ser tan distintas como puede parecer, de manera que se pierde el potencial de diversidad de builds que el título podría tener.
Aun así, el combate es placentero y divertido, ya que una vez que dominamos los distintos ataques y habilidades que nos otorgan nuestras armas y nuestro código de sangre, a la vez que aprendemos a gestionar el Icor (el maná de este título), podemos conseguir combos realmente espectaculares y devastadores, sobre todo si conseguimos realizar bloqueos exactos o levantar a los enemigos del suelo.
Otra de las mecánicas clave de este título es la posibilidad de llevar aliados a la aventura, siendo esto obligatorio casi en todo momento, de manera que el gameplay se suaviza y la dificultad no es tan elevada, ya que además de quitarnos a los enemigos de encima, nuestros compañeros serán capaces de curarnos, aumentar nuestras estadísticas e incluso resucitarnos en batalla si caemos vencidos, cosa que a los jugadores más hardcore del género quizás no les entusiasme tanto.
Esto mismo ocurre cuando jugamos en Modo cooperativo, de manera que un amigo online nos puede echar una mano con algún jefe que se nos atasque, o con las Mazmorras profundas para conseguir botín de mejor calidad.
Junto a esto y a la presencia de un minimapa, recorrer los escenarios de Code Vein se hace mucho más sencillo y accesible que en otros títulos del género, de manera que la sensación de desesperación y de tensión es mucho menos frecuente, lo que lo convierte en un título más llevadero para los que quieran iniciarse en este tipo de contenido, pero menos gratificante para los expertos en la materia.
Un mundo en decadencia
Ante todo, Code Vein y su universo muestran desolación, y esto se refleja tanto en el diseño de los escenarios como en el de los enemigos.
El mapeado no es muy variado, transcurriendo la acción principalmente en una gran urbe en ruinas y sus distintas partes, sobre todo en los primeros compases del juego.
Los enemigos se repiten bastante en cuanto a diseño, variando sus ataques y mecánicas de combate. El plato fuerte en este apartado está en los jefes finales, pues cuentan con diseños más elaborados aunque no llegan a ser tan memorables como en otros títulos del género como Bloodborne o Dark Souls.
En cuanto al apartado gráfico –versión analizada en PlayStation 4 Pro– se detecta algún que otro bajón de frames y diversos errores gráficos, como popping de elementos o fallos en el combate que a veces llegan a lastrar un poco la experiencia, ya que en un título con dificultad elevada como este la exactitud de los controles es vital para no perecer en los enfrentamientos.
Las zonas cerradas consiguen mantener una tasa de 60 fotogramas por segundo debido al desbloqueo de los mismos, pero esto varía según nos movamos por los escenarios, los cuales gozan de una iluminación muy bien diseñada.
Un punto muy positivo en Code Vein es su banda sonora, cargada de melodías épicas que realzan cada momento, creando una ambientación mucho más profunda y unos combates mucho más intensos.
En definitiva, Code Vein ha aprovechado la cocción de los últimos retrasos, pero no ha terminado de pulir algunos errores que siguen siendo significativos.