Análisis – Blasphemous

Sergio Alarcón · 11 septiembre, 2019
Analizamos la odisea pixelada con tintes de mitología cristiana de la mano de The Game Kitchen
Blasphemous

Cuando The Game Kitchen puso a Blasphemous en su campaña de Kickstarter, esperaban cumplir solamente el mínimo de 50.000 dólares que necesitaban para llevar a cabo su proyecto, pero cerraron la recaudación con casi 400.000 dólares y una comunidad fascinada a la vez que esperanzada de que este título fuese todo lo que prometía y más.

Gracias a ello, este título «made in Spain» ha ido creciendo y desarrollándose a lo largo de tres largos años en los que todo se ha pulido y perfeccionado de cara a impresionar al mundo entero. ¿Es la Penitencia tan fascinante como promete? Dentro análisis.

La maldición del Milagro

En Blasphemous encarnamos a un silencioso Penitente, el único superviviente de la gran masacre de la Hermandad del Lamento Mudo, y atrapado en un ciclo de resurrección y muerte constantes, cuya misión es purgar a esta maldición que ha caído sobre las tierras de Orthodoxia llamada El Milagro, que ha sumido a sus habitantes en una decadente locura y desesperación.

Para ello, debemos explorar el mapeado buscando a las Tres Santos Rostros para poder acceder al Milagro y excolmulgar su impío ser.

El punto clave del mapa, así como nuestra «base» será Albero, un pueblo sumido en la desesperación cuya única esperanza es la misericordia y altruismo que ofrece una orden de misioneros que se encargan de curar y velar a los afligidos por el poder del Milagro, y cuya ayuda será indispensable para nuestra penitencia.

A partir de aquí, el resto del universo de Blasphemous no tendrá ninguna piedad con nosotros, con todo tipo de criaturas, cada cual más grotesca y retorcida, intentando matarnos continuamente.

Esto es solamente una pequeñísima parte de la profunda historia de este título, ya que al igual que su principal inspiración, Dark Souls, el juego de The Game Kitchen ofrece casi la totalidad de su Lore en las descripciones de objetos y elementos que encontramos repartidos por su mundo.

Los tintes más que claros de la mitología cristiana, tanto en la historia en sí como en el diseño del mapeado y de los propios enemigos y bosses, otorga una perspectiva muy interesante a la par que oscura y retorcida, ya que no estamos acostumbrados a verla en un videojuego.

Blasphemous ante todo es un metroidvania, por lo que iremos desbloqueando su mapeado conforme lo vayamos explorando. La conformación del mismo recuerda a los mejores Castlevania, tanto por la distribución de las diferentes zonas (diferenciadas por temática y enemigos) como por la cantidad de secretos que esconden sus rincones.

Por supuesto, necesitaremos volver a explorarlo una y otra vez conforme vayamos desbloqueando nuevas habilidades con las que acceder a zonas antes totalmente inaccesibles, sobre todo si queremos recoger todos los coleccionables.

El poder de la Penitencia

Nuestra principal arma para poder sobrevivir a los horrores de Blasphemous será nuestra espada, Mea Culpa, la cual podemos mejorar en sus altares para adquirir nuevas habilidades, tales como realizar ataques cargados, en caída o incluso a distancia, ofreciendo muchas posibilidades de gameplay a la hora de afrontar los desafíos que se nos pongan por delante.

Nuestras otras dos grandes mecánicas de combate serán, por un lado el dash o deslizamiento, con el que esquivar y sobrepasar a los enemigos, y por otro, el parry o bloqueo, con el que contraatacar los ataques enemigos si manejamos los tiempos correctamente o paliar los daños de los ataques más potentes.

Esta última mecánica funciona a la perfección, obligándonos a dominarla si queremos evitar sufrir más de la cuenta, pero ofreciendo a su vez una gran satisfacción cuando la utilizamos con éxito, ya que además de contrarrestar el daño, también puede darnos la posibilidad de aturdir a los enemigos, pudiendo ejecutarlos de maneras grotescas para así ganar más lágrimas de Enmienda, las «almas» de Blasphemous.

Junto a estas mecánicas, tenemos un sistema de combate hack and slash rápido y exigente, pero perfectamente implementado, de manera que cada golpe se siente real gracias a la vibración del mando y a los efectos en pantalla.

La toma de decisiones debe ser rápida, eligiendo en cada momento cuándo golpear, cuando esquivar y cuando realizar un bloqueo, ya que depende del tipo de ataque enemigo nos quedaremos vendidos si no sabemos qué mecánica escogida en cada enfrentamiento, y morir es mucho más sencillo de lo que parece.

Lamentablemente, hay ciertos errores que lastran ligeramente la experiencia, como la inexactitud al agarrarse a los salientes, mecánica bastante utilizada durante el juego como para no estar suficientemente pulida, lo que da lugar a caídas y muertes totalmente injustificadas.

La violencia y el gore están a la orden del día.

Para ayudarnos en nuestra penitencia, podremos obtener distintos objetos y mejoras con las que equiparnos.

Por un lado, portamos un rosario en el que engarzar cuentas de oración, las cuales nos ofrecerán mejoras extra, tales como un aumento de la defensa, poder ver la vida de los enemigos o resistir mejor el fuego.

También podemos recoger reliquias bendecidas, las cuales nos otorgan nuevas habilidades, como ver caminos ocultos o poder escuchar a personajes y NPCs con los que antes no podíamos interactuar, por lo que resultan indispensables para completar el 100% del juego.

Por último, podemos reforzar a Mea Culpa con distintos pomos, los cuales nos ofrecerán ventajas (aumentar el tiempo de duración del parry), pero siempre quitándonos algo a cambio (aumentando a su vez el tiempo de exposición a los ataques si fallamos el susodicho parry).

También podemos recoger nuevas vasijas de bilis para aumentar nuestras curaciones, así como mejorar nuestra barra de vida y de fervor, con el que utilizamos las habilidades especiales o Rezos.

Si bien es cierto que el abanico de posibilidades en cuanto al combate se refiere es bastante amplio, a veces da la sensación de que utilizar todos estos golpes nuevos es ligeramente forzoso, ya que simplemente con golpear, esquivar y bloquear sin complicarnos más de la cuenta es mucho más cómodo que pensar en ejecutar alguna técnica más complicada y ser duramente castigados por no calcular bien los tiempos.

Morir en Blasphemous también tiene un precio, y es que cada vez que nos abatan, dejaremos un Fragmento de Culpa en el lugar del fallecimiento y reviviremos en el último altar que hayamos activado.

Este fragmento nos reducirá la barra de fervor hasta que no lo recojamos o paguemos para expiar nuestra culpa y recuperarlo sin arriesgarnos a volver a morir en una zona peligrosa, ya que conforme muramos repetidas veces nuestro Fervor será duramente castigado.

Si morimos perdemos barra de Fervor hasta que no recojamos nuestros Fragmentos de Culpa.

La demente belleza de Blasphemous

Como ya hemos comentado, la utilización de la Semana Santa y su folclore crea un diseño jugable oscuro y deprimente a la vez que memorable, ya que tanto el diseño de sus escenarios como el de sus enemigos conforman un universo variado y agradecido de explorar.

En términos globales, la variedad de los enemigos es grande aunque en una misma zona a veces resulta un tanto repetitivo, pero su diseño artístico palia esta escasez. Dementes latigándose, mujeres crucificadas que golpean con la propia cruz, espíritus encapuchados encadenados a sus altares… Todas estas grotescas criaturas buscarán proteger al Milagro a toda costa.

Lo más espectacular posiblemente sea el diseño de los bosses, cuya dificultad y aspecto resultan en verdaderos quebraderos de cabeza a la hora de afrontar estos combates.

El diseño de los Bosses es increíble, ofreciendo combates memorables a la vez que exigentes.

Nuestra odisea nos lleva a recorrer zonas tan variadas que van desde cumbres nevadas hasta profundas catacumbas, cada una con un diseño y unas mecánicas a desarrollar completamente distintas (gotas de veneno cayendo de tuberías, calderos de lava inundando la zona…)

El plataformeo está a la orden del día, y el mapeado está repleto de caminos ocultos y zonas secretas por descubrir, algunas llenas de trampas que nos pondrán en jaque si queremos recoger algún que otro ítem que nos facilitará la Penitencia, aunque algunas de sus mecánicas, como agarrase a los salientes o clavar nuestra espada en las maderas, se deberían de haber pulido más para mejorar la experiencia de juego.

Otra de las mejores bazas de Blasphemous es su apartado sonoro, llena de canciones basadas en la música tradicional española y perfectamente escogidas para acompañar al gameplay en todo momento, ofreciendo una continua delicia audiovisual mientras completamos nuestra penitencia.

En definitiva, The Game Kitchen ha utilizado el estilo pixel-art de una forma magistral, combinándolo con el folclore cristiano para crear un metroidvania memorable, cargado de una profunda y retorcida historia que corona una jugabilidad exigente y calculada.

 

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