Análisis Wolfenstein II: The New Colossus
Resulta la mar de curioso que hace tan sólo unos días llegarán a las tiendas tres aventuras monojugador de gran calidad, en un momento en el que varias grandes distribuidoras han puesto en duda su viabilidad económica. Super Mario Odyssey, Assassin’s Creed Origins y Wolfenstein II: The New Colossus aterrizan en varias plataformas para reafirmar unos estilos diferenciados por sus mecánicas jugables, pero ideados para que una única persona los disfrute en la intimidad (por mucho que la propuesta de Nintendo tenga opciones cooperativas). Y mientras que Odyssey regala horas de alegría a los usuarios de Switch y Origins invita a creer en la resurrección de la marca de Ubisoft, la nueva entrega de Wolfenstein viene a reafirmar que sería lo más parecido a un videojuego escrito por Tarantino tras ver varios maratones de películas antinazis puesto de anfetas.
MachineGames retoma su trabajo tras sorprender en 2014 con Wolfenstein: The New Order, un shooter single-player de la vieja escuela que aún sin tomarse en serio a sí mismo lograba contar una historia más interesante de lo esperado y recuperaba una jugabilidad perdida en el amplio océano de FPS multijugador de los últimos años. Con la puesta de largo de Wolfenstein II: The New Colossus, el estudio sueco demuestra estar en plena forma y ser capaz de ofrecer uno de los mejores títulos que el género nos ha dado en los últimos años. Bethesda nos dejó disfrutar del reinicio de la saga Doom en 2016 y ahora nos ofrece otra bestia de acción en primera persona que se olvida de medias tintas y apuesta por el más y mejor como justificación de lo que debe ser una secuela.
Make America Nazi-free again
The New Colossus continúa la historia de The New Order. Cinco meses después de los acontecimientos del primer juego, B.J. Blazkowicz vuelve a la carga con la sana intención de despertar al pueblo estadounidense de la opresión nazi y unir al movimiento de resistencia que lucha en las calles. MachineGames construye una historia salvaje, con momentos bizarros que nos recuerdan lo mucho que le debe la marca Wolfenstein a la serie B cinematográfica, por lo que desde aquí os recomiendo evitar a toda costa leer sobre los hechos que suceden en la trama. El factor sorpresa es fundamental para disfrutar del título como es debido, aunque evitar spoilers a estas alturas sea una misión casi imposible. Si lo conseguís, seréis recompensados con algunas de las secuencias más extravagantes que se han visto en un AAA en los últimos años.
Wolfenstein II: The New Colossus no innova en su forma de narrar una historia interactiva, pero lo hace de una forma tan divertida y cinematográfica que poco importa. Jens Matthies y Tommy Tordsson Björk hacen sólido un guión que en otras manos podría haber sido ridículo, mientras que ellos consiguen alternar escenas de gran carga dramática con otras delirantes que envidiaría el mismísimo Ed Wood. Dotar de personalidad y sentimientos a un montón de músculos como Blazkowicz tiene su mérito, lo mismo que convertir a Frau Engel en una de las villanas más odiosas de la generación. Puede que algunos personajes sean clichés andantes y algunas situaciones sean del todo inverosímiles, pero desde aquí recomiendo dejarse llevar por la historia y aparcar cualquier esperanza de realismo.
Junto con su trama desvergonzada, The New Colossus destaca por una jugabilidad divertida, directa y rápida. Alternar el ataque a pecho descubierto con el uso de coberturas es de lo más útil, por lo que escudriñar el entorno es necesario. El gunplay de la propuesta resulta soberbio, con la posibilidad de portar dos armas de forma simultánea, pudiendo alternar entre diferentes tipos, lo que confiere al juego cierto factor estratégico a la hora de masacrar nazis. MachineGames recupera para la ocasión algunos elementos propios del sigilo, ubicando en cada área a uno o dos comandantes a los que interesa despachar pronto para evitar que den la alarma. También llena cada escenario con decenas de coleccionables, haciendo que el valor rejugable de la obra crezca como la espuma. The New Colossus incluso abre un poco sus zonas para ofrecer misiones secundarias y nos invita a cazar Übercommanders, con un endgame que se limita a repetir las áreas ya vistas durante la campaña, pero que alarga la duración del título y lo hace más completo.
Al igual que sucedía en The New Order, podemos movernos libremente por un entorno seguro en el que practicar nuestra puntería o conocer mejor a otros miembros del Círculo de Kreisau instalado en El Martillo de Eva, nuestro hogar y centro de operaciones. Incluso nos deja jugar al título original de la saga en una recreativa, como ya sucediera en el título anterior. MachineGames sabe lo que importa la duración de un videojuego contemporáneo por lo que, aunque en ocasiones hacemos frente a objetivos metidos con calzador, se agradecen todos estos detalles que alargan la vida jugable del título. Una vida jugable que depende del nivel de dificultad elegido. La IA de los enemigos va desde la estupidez casi completa en su opción más accesible hasta la locura del modo Mein Leben, desbloqueado al terminar la campaña y un reto para los jugadores más experimentados.
The New Colossus incluso se toma la licencia de ofrecer dos versiones de la misma historia, dependiendo de una decisión que tomamos en The New Order y que aquí volvemos a tomar al principio del juego, a modo de recordatorio. Esto ajusta las cinemáticas del título y, aunque en su desarrollo sea casi idéntico, cambia el desarrollo de varios personajes, escenas y diálogos. En resumen, Wolfenstein II tiene una duración bien medida y acorde a la forma que cada uno tiene de jugar. Kits de mejora de armas, habilidades que nos hacen más fuertes dependiendo de la forma en la que matamos nazis y otro montón de opciones hacen de la propuesta una de las más equilibradas en lo que respecta a contenido que el género shooter single-player nos ha dejado esta generación.
Y aún con todo lo anterior, Wolfenstein II: The New Colossus no es perfecto. La transición entre cinemática y gameplay no es lo fluida que me hubiera gustado y hay momentos espectaculares que se muestran de forma abrupta. Su endgame alarga la experiencia, pero se limita a reciclar los escenarios vistos en la campaña. El título no aporta ninguna novedad a un género explotado hasta la saciedad, por mucho que su delirante historia lo haga diferente del resto de shooters del mercado. Hay enfrentamientos contra enemigos contundentes, pero no hay tiroteos memorables contra bestias mecánicas gigantes como el London Monitor del original. Y, puede que lo peor para un servidor, The New Colossus es tan anticlimático en su conclusión que ojalá hubiera hecho una foto de mi cara incrédula para utilizarla como ilustración de la expresión «¿qué me estás contando?».
Por suerte, aunque así leído de golpe parezca todo muy dramático, el nuevo Wolfenstein tapa sus vergüenzas a base de nazis masacrados, miembros cercenados (en machineGames tienen una obsesión malsana por amputar brazos y otras partes del cuerpo) y escenas pasadas de rosca, junto con un apartado gráfico solvente y un estilo artístico que recoge el testigo de lo visto en The New Order. Escenarios devastados por bombas nucleares se mezclan con bases militares nazis, poblaciones estadounidenses ocupadas y otros entornos un pelín genéricos que terminan bañados por la sangre supremacista derramada por el amigo Blazkowicz. MachineGames hace un buen trabajo con el motor id Tech 6, con una tasa de imágenes por segundo estable y una planificación de cinemáticas de gran nivel.
También acompaña la notable localización del título al español, con un doblaje de calidad. Aunque con una curiosidad algo molesta. Y es que, durante toda una secuencia de vídeo, una pista de audio en italiano se cuela en la versión española del juego. No es difícil saber qué dicen los personajes y no resulta clave para la trama, pero no entiendo cómo Bethesda ha pasado por alto un error así. Uno que espero y deseo se solucione a la mayor brevedad posible. Por lo demás, Mick Gordon y Martin Stig Andersen componen una buena banda sonora que termina de darle todo el empaque necesario a un conjunto que satisface a todos los niveles.
Wolfenstein II: The New Colossus no es un juego perfecto, repito. Pero sí es un título sorprendente, extravagante, capaz de sortear con desparpajo la línea que separa lo bizarro de lo ridículo en muchos momentos de su historia. Es un título rejugable, con un montón de extras por descubrir y un endgame que aporta más horas de contenido. Pero sobre todas estas cosas, Wolfenstein II es diversión. Un shooter que confirma el buen estado de salud de los juegos para una única persona. Un FPS que a base de mala leche y violencia descomunal deja a los nazis y supremacistas por los suelos, haciendo de la sátira su arma más poderosa. Ojala MachineGames le ponga el broche de oro dentro de unos años con una tercera entrega en la que derroquemos de una vez por todas al Führer de esta alocada ucronía.