Análisis Until Dawn: Rush of Blood

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
El pasaje del terror que la realidad virtual... ¿necesitaba?

Tren de la bruja, pasaje del terror, montaña rusa de la muerte… Hay muchas formas de llamar a las atracciones de feria basadas en montar al jugador en una vagoneta y hacerle viajar por un raíl rodeado de sustos fáciles, marionetas macabras, curvas inesperadas en la oscuridad y sonidos de ultratumba. Y también hay un montón de parques de atracciones y ferias que tienen pasajes de este estilo basados en el disparo con pistolas láser y la puntuación en ruta, como el pasaje de Scooby Doo en Parque Warner de Madrid o la ruta de Buzz Lightyear en los parques Disneyland. Partiendo de todo esto, el estudio que hizo el interesante Until Dawn de PS4 el año pasado, ahora nos da un ticket de viaje para Rush of Blood, su particular atracción diabólica que no tiene mucho que ver con el relato slasher de Josh y sus amigos en la montaña pero que, a cambio, nos lleva hasta la era de los circos y la verbenas de los años 50, esa etapa inspiradora que también reflejó American Horror Story en su cuarta temporada con su Freak Show.

Este spin-off del estilo original es un viaje perturbado por distintas estancias y recorridos, con sus cuestas y curvas peraltadas a toda velocidad, pero con la mayoría de tramos lentos para que nos dé tiempo a hacer blancos en todo lo que se mueva y tiene una diana en la frente, de manera que nuestro contador de puntos no pare de subir y multiplicar. Se puede jugar con DualShock 4, pero el manejo con un PS Move en cada mano se plantea como indiscutiblemente muy superior, más natural y preciso, haciéndonos sentir un arma en cada mano. Es otro juego con los dos Moves. Eso sí, siempre un juego conformista y, una vez más en realidad virtual, no demasiado largo ni arriesgado. Es una idea extendida un poco más, pero se corta cuando empezaba a ponerse interesante, como Batman: Arkham VR… Al menos no cuesta 40 euros, como otras experiencias…

La historia, el motor principal que tiraba del Until Dawn cinematográfico original, aquí apenas existe. Los capítulos se pueden jugar desordenados, están desbloqueados desde el principio, y cada uno nos lleva a un horror distinto, con los habituales temas de las pesadillas y el género, como las casas encantadas, los payasos asesinos, los más salvajes mataderos de animales de granja, las iglesias y cementerios, o las jugueterías endemoniadas. ¿El reto? Sobrevivir y lograr puntuaciones remarcables que comparar con amigos en diversas tablas online y búsqueda de todos los secretos para sacarse el Trofeo de Platino. Pero más allá de ese aguante ante diversos peligros, enemigos y trampas, la experiencia no supone mucho más para jugadores invitados a los que les pongamos el casco de realidad virtual. No hay muchos capítulos ni diferencias abismales entre éstos. Explorarlos todos es una mera curiosidad. Recomiendo jugarlos en orden.

Sí que es más interesante, por ejemplo, las cajas de armas mejores a las pistolitas iniciales que van apareciendo y podemos abrir para obtener escopetas y ametralladoras, o los paneles y trampas que nos exigen reflejos y adoptar posiciones de cabeza para poder pasar sin dañarnos. Esta montaña rusa no es especialmente vertiginosa pero tiene decenas de mecanismos que nos supondrán la muerte y el reinicio del nivel si no tenemos cuidado, atención y reflejos rápidos. La mayoría de estancias por las que pasa el pasajero de este tren del terror son viscerales y de terror fácil, sin demasiada psicología, acompañadas de unos efectos de audio magistralmente sincronizados con la imagen y que ayudan a crear un clima asfixiante, muy interactivo.

El tratamiento psiquiátrico, hacia lo que más teme o asusta al jugador, hacia los horrores del ser humano, y ese enfoque medianamente detectivesco del anterior juego de Supermassive están aquí también, aunque sea disfrazado de montaña rusa del terror. Hay secuencias cinemáticas que intentan exponer este ángulo. Y digo intentan porque lo que hacen es cortar la acción más que otra cosa, y preparar algún susto repentino de esos que harán saltar a muchos. ¡Cuidado no se os escape el PlayStation VR, apretáoslo bien!

En lo técnico no hay mucho que elogiar, pero tampoco que criticarle. Rush of Blood mueve bien lo que tiene que mover bien, sin pixelados desmedidos como DriveClub VR pero sí con algunos dientes de sierra compartidos y que parece que nos van a acompañar siempre en PSVR. Tampoco es el portento de RIGS. Lo que es importante que sea estable y satisfactorio es el disparo y la contundencia de cada tipo de arma y superficie de diana, y en esto es más preciso y está por encima de otros exponentes, como The London Heist y sus enemigos de plastilina, dentro de PlayStation VR Worlds. Además es tan inmersivo como se le pide, abusando de muchas secuencias oscuras que promueven el susto fácil y la adrenalina que no baja. Hasta que se acaba, antes de lo esperable…

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