Análisis The Elder Scrolls V: Skyrim VR
No recuerdo la cantidad de veces que he comenzado una aventura nueva en The Elder Scrolls V: Skyrim. La obra de Bethesda, lanzada originalmente en 2011, se ha convertido en una suerte de tótem del género RPG que se resiste a dejar de estar en boca de todos. Hace unos días llegó a las tiendas su, dicen, notable versión para Nintendo Switch. También se estrenó su adaptación para dispositivos de realidad virtual como PlayStation VR, edición que me ha tocado analizar en esta ocasión y que ya os puedo asegurar que resulta absorbente e inmersiva, aunque también es de recibo destacar el tiempo de adaptación necesario para poder disfrutarla.
Y es que, casi con toda probabilidad, Skyrim VR sea el juego más largo y grande de todos los que se pueden disfrutar en estos momentos en PSVR, por lo que Bethesda se las ha tenido que ingeniar para no saturar de información a los jugadores y jugadoras que decidan poner sus manos sobre la aventura. Una aventura que muchos conocemos de sobra a estas alturas de la película, pero que no deja de ser espectacular si nos dejamos atrapar por su propuesta. Una vez aparcados los prejuicios iniciales sobre la adaptación a realidad virtual, el título de Bethesda se antoja como un buen camino a seguir para los grandes títulos del mercado en dicha materia.
Tamriel como nunca antes se había visto
En lo argumental, Skyrim VR se mantiene intacto con respecto a su versión original. De hecho, como no podía ser de otra manera, la obra de Bethesda se presenta íntegra en esta versión de realidad virtual, incluyendo los contenidos adicionales aparecidos para el título hace varios años, al igual que sucediera con la Special Edition para PS4 y Xbox One. Una de las principales diferencias con la remasterización la encuentro en el precio, puede que algo elevado para un título que vio la luz hace seis años y por el que Bethesda pretende que volvamos a pagar como si fuera un juego nuevo. Por mucha adaptación que haya a realidad virtual, pedir un desembolso tan elevado al consumidor está fuera de lugar. Al menos en mi humilde opinión.
Con lo anterior en mente, y teniendo en cuenta que este análisis únicamente tratará cuestiones relacionada con la VR de Skyrim, descubro con alegría que el título presenta múltiples opciones de control, para que haya diversas posibilidad de elección a la hora de moverse por Tamriel. Es posible disfrutar de la obra con DualShock 4 y con PlayStation Move, ambos con diversos ajustes disponibles en el menú de opciones del juego. Puede que el control con el mando de PS4 sea el más llevadero, aunque es cierto que elimina la posibilidad de utilizar el control por movimiento que habilita Move y que permite descubrir uno de los aspectos más divertidos del conjunto: el manejo de armas, arcos y hechizos con nuestros movimientos.
A la vez, el control con Move se puede realizar de varias formas, incluyendo una con el teletransporte como principal opción u otra que mueve al personaje de forma más llevadera para la vista, aunque también menos dinámica a la hora de observar el entorno. Ya sabéis lo mucho que detesto escribir análisis que más bien parecen manuales de instrucciones, pero en este caso concreto parece que no tengo otra alternativa. El caso es que el teletransporte me resultó molesto y muy poco inmersivo, mientras que la opción de mantener apretado el botón Move para moverme hacia adelante terminó por convencerme. No obstante, como he dicho antes, Skyrim VR presenta muchas opciones de control y diversos ajustes que requieren de paciencia y de tiempo para que cada el jugador o jugadora descubra cuál se adapta mejor a su forma de jugar.
El periodo de adaptación y aprendizaje en Skyrim es fundamental y puede que sea el gran obstáculo a superar durante las primeras horas de juego. Una vez que consigues dominar el control de la obra, el trabajo de Bethesda se antoja notable y consigue transportar a quien se deje llevar por la ambientación a un mundo tan interesante como peligroso. Si Skyrim ya era un lugar en el que perderse, con esta revisión para la realidad virtual descubrimos un escenario en el que resulta imposible no quedarse embobado. Luchar contra criaturas enormes es más espectacular que nunca y adentrarse en una nueva ciudad, perderte por sus callejones y charlar con sus gentes toda una delicia. Skyrim es un juego lleno de vida y, aunque eso ya se podía apreciar en su versión original, adquiere aún más entidad cuando hablamos de realidad virtual, puesto que sumerge al usuario/a de una forma nunca antes vista en la franquicia.
Dicho todo lo anterior, también es de recibo destacar que Skyrim VR pierde calidad gráfica para adaptarse a las posibilidades de la realidad virtual, como otros tantos títulos. Si a eso le sumamos que la obra original data de 2011, es fácil darse cuenta de los elementos que están desfasados y de lo alejado que está el juego de otros exponentes VR más recientes, aunque gracias a su buen apartado artístico es capaz de mantener un nivel audiovisual de muy digna solvencia. No puedo dejar de mencionar, sin embargo, que los tiempos de carga son algo molestos. En lo que respecta al sonido, Skyrim VR llega a PS4 con la misma banda sonora, el mismo doblaje y todo lo que ya pudimos descubrir en el juego original. La labor de localización es tremenda, aunque sigue chirriando escuchar muchas voces repetidas.
Sea como fuere, The Elder Scrolls V: Skyrim VR es una experiencia de lo más interesante, una propuesta completa y duradera que demuestra lo mucho que se puede lograr en materia de inmersión con la realidad virtual, aunque sea con un juego de hace seis años. Bethesda ha sabido trasladar todas las buenas sensaciones del título original a esta revisión, con diversas opciones de control y una cantidad de horas de juego que asusta. A la compañía se le ha ido la mano con el precio, y con este tipo de producciones siempre es de recibo tener en cuenta el malestar que puede generar pasar mucho rato con PSVR sobre la cabeza. Con todo, Skyrim VR atrapa y sus cosas buenas pueden ser el ejemplo a seguir para los futuros títulos de realidad virtual que desarrollen las grandes compañías.