Ubisoft no lo ha tenido fácil con Tom Clancy’s The Division, y no se puede negar que gran parte de la culpa ha recaído sobre sus propios hombros. Los fantasmas del downgrade aparecieron un año después de anunciarse el título con un puesta en escena que quitaba el hipo, curaba la gripe y te hacía más guapo solo con ver aquel famoso vídeo; pero poco quedó de todo aquello cuando el juego empezó a mostrarse (de verdad) a la prensa especializada. Pero aquí acaba la referencia al downgrade, a una mala praxis en la promoción de proyectos que Ubisoft hace más de un año que abandonó. Porque después de todo aquello, incluso después de un silencio informativo que me hizo dudar de la calidad final del título, me encuentro ante un juego sobresaliente.
Ya sea en el Podcast LaPS4 o en algún que otro texto que os he dejado caer por la página web en algún momento, no me he cansado de trazar similitudes entre The Division y Destiny por razones obvias, y es que ambos son el primer acercamiento de calidad de este género a un tipo de plataforma prácticamente virgen en estas vicisitudes como lo es la consola de sobremesa. Pero para bien y para mal, ambos títulos tienen elementos que les diferencian y los hacen únicos a su manera, encontrando en el juego de Ubisoft seguramente como enseña un equilibrio total en todas las herramientas que el juego ofrece al jugador.
Hablo del componente RPG y las habilidades disponibles, del sistema de disparos, de la personalización de las armas y piezas de armadura, de la Zona Oscura (PvP), de la historia, las misiones secundarias, de la inteligencia artificial… Casi todo en The Division es sólido como una roca en su conjunto y te da la sensación conforme vas progresando de que pocos detalles se les han escapado a los chicos y chicas de Ubisoft Massive a la hora de crear un proyecto tan mastodóntico como difícil por todos los retos tecnológicos que plantea.
La clave de esta sinergia positiva que se forma al juntar aspectos de RPG, de juegos de disparos en tercera persona y de títulos cooperativos online radica en dos aspectos claros: el argumento y la sencillez. Gracias al primero, donde se nos presenta una Nueva York devastada por un virus mortal que se desata en pleno Black Friday, todo lo que hacemos está relacionado, todo tiene su incidencia en las misiones y la consecuencia de nuestra progresión se atisba en la propia base de operaciones. Una situación que bien podría haberse sacado de La Peste, de Albert Camus, y que a través de tres hilos conductores como lo son la medicina, la tecnología y la seguridad, se establece una ramificación que va desde las misiones principales y secundarias, hasta los tres tipos de habilidades homónimas que existen.
Pero con el segundo uno se asegura de entender todo lo que pasa a su alrededor. Abusando de nuevo de la comparación con Destiny, Ubisoft Massive te muestra mejor y muy sutilmente cómo funcionan todas las herramientas y ese mundo que han creado. De entrada uno ya sabe por dónde empezar, qué hacer, cómo moverse, entiende la progresión del juego e incluso se llega a aclarar dentro una interfaz extremadamente saturada. Un MMO debe expresarse bien, está obligado a hacerse entender, y Tom Clancy’s The Division lo consigue con un éxito relativo.
Y con todo esto es muy fácil entrar de lleno a todas las opciones que ofrece el juego, que como he comentado anteriormente son muchas, y que nutren de contenido a la propuesta incluso después de haberla terminado. Pero eso sí, aunque The Division está pensado para ser jugado en solitario perfectamente y así poder completar uno solo la historia, la experiencia se maximiza en todos los aspectos formando grupo con al menos un amigo o amiga más. Si tu personaje está solo olvídate de ser revivido, de trazar estrategias para vencer al enemigo y prepárate para disfrutar de una versión reducida y limitada de todo lo que puede ofrecer en verdad el juego de Ubisoft.
El PvP de The Division me ha terminado pareciendo una de las mayores virtudes del juego y una de las innovaciones más importantes que aporta Ubisoft Massive a esto de los videojuegos en el plano online
Durante el normal desarrollo, las misiones principales destacan por su profundidad y variedad de escenarios, situaciones y enemigos. Mientras, las secundarias adolecen, a partir de un determinado punto, de una previsibilidad y estructura similar que se acaba convirtiendo en una de las peores cosas que tiene el juego. Los denominados encuentros, además, perderán interés con el paso de las horas y la evolución del personaje, ya que con la base de operaciones completa y el nivel máximo alcanzado en el ala médica, ala de seguridad y ala tecnológica, la motivación para completarlas desciende drásticamente.
Se establece con esto un punto de inflexión justo en lo que te ofrece a nivel rejugable, y todo eso tiene un nombre: la Zona Oscura. El PvP de The Division, que reconozco que no me acabó de convencer en la sesión preview que realicé en Malmö hace poco más de un mes, me ha terminado pareciendo una de las mayores virtudes del juego y una de las innovaciones más importantes que aporta Ubisoft Massive a esto de los videojuegos en el plano online. Y es que, en este espacio cerrado y contaminado en pleno dentro de la ciudad, puedes encontrarte con otras personas que, al igual que tu, buscarán las mejores armas y armaduras desperdigadas con el objetivo de extraerlas, descontaminarlas y poder usarlas. Pero claro, ¿qué pasa si en lugar de buscar estos objetos ataco a los demás y me quedo con los suyos? ¿Y si tengo algo muy valioso para llevarlo al punto de extracción y me cruzo con un grupo de cuatro jugadores? Pues ocurre que se llegan a producir situaciones muy curiosas y poco habituales. La tensión deja paso a la duda, a observar al otro personaje y tratar de descubrir cuáles son sus intenciones. ¿Querrá atacarme o tendrá la misma duda que yo? ¿Me espero a que me dé la espalda para seguir con mi camino o me voy retirando lentamente? Sensaciones que traspasan la frontera en lo relativo a mecánicas, y transforman el juego casi en un experimento sociológico que sorprenderá a todo aquel que lo llegue a probar.
Y todo por los ansiados objetos, por tener un equipamiento mejor que el actual. La fórmula clásica de todo MMO, el sacar la adicción que pueda residir en todos y cada uno de nosotros, está presente también en The Division. Aquí justamente es donde se puede observar la evolución que, por ejemplo, experimenta el sistema de disparos del juego. Lo que en un principio puede parecer tosco y poco convencional, pronto comenzará a evolucionar satisfactoriamente con la consecución de herramientas de nivel superior que te permiten vencer a ese endemoniado enemigo que no logras sobrepasar. Una búsqueda constante y recurrente, tanto como lo pueda ser alcanzar un nuevo nivel y enfrentarte a enemigos de rango superior.
Pero todo esto, en The Division, tiene sus limitaciones. Y es que, al contrario de lo que podría ocurrir en juegos como Ultima Online, World of Warcraft o el mismo Destiny, conseguir nuevas armas y armaduras se limita única y exclusivamente a aumentar el valor numérico de cada atributo actual. Es cierto que realmente esta es la mayor motivación siempre, pero en The Division cada uno de estos objetos no tendrá ningún tipo de incidencia estética en nuestro personaje, algo que me lleva de lleno a nombrar el segundo punto negativo de esta entrega: la falta de carisma. La consecución de objetos es justamente la máxima representación de un problema que se atisba ya en el planteamiento de la historia, porque tener como protagonista a una fuerza especial armada es algo muy manido ya, y sin otros elementos que la hagan destacar todo lo que le suceda, haga, de dónde venga y hacia dónde vaya, te puede dar igual, como me pasó a mí durante las casi 30 horas de juego que tardé en completar la historia junto con un buen puñado de misiones secundarias y peleas en el PvP.
Los objetos, además, son el motor de rejugabilidad de la propuesta al completar la historia. La Zona Oscura destaca en este aspecto, como he comentado antes, pero también las incursiones que se añadirán gratuitamente a partir de abril, y que espero con ansia para ver qué reto y recompensas proponen al jugador. Al igual que ocurrió con Destiny, el juego se irá completando de forma progresiva y gratuita con estas misiones. Y claro, cómo no, para quien quede satisfecho podrá ampliar la experiencia con el completo plan de DLCs que fue anunciado recientemente.
Porque aunque esto no debería ser noticia cuando hablamos de cualquier videojuego, hoy en día sí lo es; y si el título en cuestión es plenamente online, más aún. Tom Clancy’s The Division funciona bien y ha tenido una puesta en escena prácticamente exenta de incidentes graves para ser el segundo mayor lanzamiento de la historia para una nueva propiedad intelectual. Sí, yo, al igual que vosotros, he visto los vídeos de las cómicas colas al inicio del juego, o la obstrucción de la puerta por parte de algún que otro idiota (arregladas ambas incidencias ya en el momento de publicación de este análisis). Pero más allá de esto, el juego se ha comportado de forma correcta y estable, dando aún mayor sensación de solidez y de trabajo bien hecho al proyecto de Ubisoft Massive.[RELACIONADO=Una Nueva York fiel pero infectada]
Pero lo que no nos ha gustado del apartado técnico es todo aquello relacionado con el sonido a excepción del doblaje, con el que Ubisoft vuelve a hacer un esfuerzo importante para colocar las voces en castellano. Los efectos de sonido en los disparos, en general, son flojos y carentes de fuerza; mientras que la banda sonora pasa muy desapercibida durante todas las horas de juego, quedando muy, muy lejos de ser un resultado a la altura de la calidad que exhibe todo lo demás.
La inteligencia artificial también responde bien en líneas generales, aunque en un primer momento parezca lo contrario. Con cada subida de nivel los enemigos se tornan mucho más agresivos, cambian el patrón de movimientos y te sorprenden; así que no nos encontramos estrictamente con el típico caso de subida de vida y aumento del daño que se inflige. De hecho, en general, suponen un reto cuando están igual o algo por encima al nivel que uno lleva, situación en la que las habilidades como la torreta, la granada rastreadora y demás se convierten en algo fundamental. Eso sí, y por enésima vez, muy lejos quedan del gran trabajo de Bungie con los enemigos de Destiny.
Si de normal a la compañía gala le caen palos por sistema desde hace tiempo, es justo reconocer aquí un trabajo muy bueno en el conjunto de la propuesta. El de Ubisoft Massive es un juego que debes tener si te gusta jugar online y en cooperativo con otros jugadores; te ofrecerá muchas horas de diversión y te satisfará con todas sus opciones jugables. Nunca Nueva York había ofrecido tantas opciones como escenario de juego, ni tampoco la ciudad se había mostrado tan bella dentro de la anarquía y el caos contra los que pretenden luchas los agente de The Division.