Análisis The Crew: Wild Run

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
La Cumbre más extrema revitaliza por completo la conducción de mundo abierto de Ubisoft

Lo ha conseguido recientemente Destiny y ahora The Crew se apunta al carro: una expansión que revitalice el juego original, que cambie y añada a partes iguales, que mejore otras tantas, que insufle de vida y nuevas ventas la marca. Wild Run es para las carreras de Ubisoft lo que El Rey de los Poseídos para el shooter de Bungie, salvando las distancias, claro. Pero en cualquier caso un contenido de ampliación mastodóntico que trae de nuevo a escena el interesante y distinto MMO de conducción del otoño pasado con el joven Alex labrándose un nombre en la organización 510s de su hermano y su rol de poli infiltrado. Ivory Tower y Reflections han aumentado la adrenalina y sabido tomar bien las peores curvas.

Con un año a sus espaldas y DriveClub, Forza Horizon 2 y ahora Need for Speed compitiendo fuerte, no lo tenía nada fácil para seguir creciendo o mantener sus 3,5 millones de usuarios este sandbox de carreras, persecuciones, tuning y pruebas que buscan diversión ante todo. Conocedores de este ecosistema duro, el movimiento maestro de Ubisoft ha sido relanzar en un paquete que incluye a precio reducido el juego original más esta primera expansión, incluso un segundo paquete completo que da acceso a todo lo que se lance en el futuro -como mínimo otra gran expansión-. Y resulta que estas ediciones acaban siendo más que recomendables, pues de forma independiente este Wild Run cuesta 29,99 euros que no le sobran a cualquiera. Y justo con estos precios en mente tenemos que pasar a valorarlo y formalizar su review definitiva, de forma bastante positiva, de hecho.

Wild Run se presenta como un compendio de nuevas pruebas, misiones, vehículos, trazados, piezas de garaje, editores, recompensas, modos multijugador o disciplinas que funcionan a partir del off-road, las motos y las competiciones más extremas en súper estructuras y senderos peliagudos. Pero hay muchísimo tras este primer escaparate inicial, a activar en cualquier punto del juego pero que basa su mayor sede en el llamado Summit Tournament (La Cumbre). Hablamos de un DLC vasto, generoso en contenidos, y que además se preocupa por atender las peticiones de la comunidad de asiduos a este juego frente al resto. Algunas de esas exigencias venían en lo técnico o en el balanceo, cuestiones tocadas a fondo, que se perciben bastante arregladas, desde las necesarias físicas de los coches y accidentes, o la iluminación con climatología dinámica, hasta las recompensas y las sanciones, así como el matchmaking y nuevos eventos temporales.

Viento, lluvia o deslumbres afectan de lleno a la experiencia a los mandos, algo que echabamos de menos en el juego original. No se deja de hablar de un gameplay absolutamente arcade y con ciertos toques livianos, por supuesto, pero sí se han conseguido dar esas pinceladas jugables para que se sienta un poco más preciso, contundente y sin imprevistos que arruinen una carrera, factores que antes pasaban cierta factura a la calidad de experiencia al volante y diversión general. La variedad, cómo no, aumenta. Ya bastante destacable en su momento y ampliada con las distintas competiciones que se han impuesto estos meses, que ahora ganan otro puñado de nuevas pistas, parques y desafíos que rozan lo disparatado por su tratamiento salvaje y siempre peligroso, extremo.

Sí, se llama Wild Run por algo. Monster Trucks, motos de campo, poderosos dragsters de quemar rueda para los circuitos más vertiginosos y veloces, estructura hasta con rampas de salto, loopings y peraltes de 90º, todopoderosos 4×4, etc. se añaden a los garajes y pueblan un poco más de pruebas e iconos de interés el gigantesco mapa de Estados Unidos que caracteriza al título y sostiene toda la propuesta. El Summit Tournament tiene preparado un calendario de aquí a final de año bastante jugoso, señal de que Ivory Tower va a seguir defendiendo su producto durante un tiempo justo ahora que es probable que entren nuevos jugadores -también con nueva demo de 2 horas– o los que lo dejaron a medias con estos packs y reediciones ampliadas. Las nuevas pruebas son desafiantes, muchas exigen niveles y precios altos para participar.

Eso sí, la Historia principal no recibe ningún añadido de peso, más allá de que hay nuevos vehículos disponibles con su propio tacto y manejo, y zonas con algunos cambios, pero nada de misiones extra o algún epílogo especial como sí han incorporado otras expansiones, en Assassin’s Creed mismo. También se mantienen, y esto es lógicamente polémico, las opciones a micropagos con dinero real bastante visibles y expuestas, nunca obligatorias pero que llegaban -y llegan- a liar un poco para evitarlas y conseguir lo mismo jugando. Ahí no han querido intervenir.

Donde sí intervienen y mucho sus responsables, como decía, es en algunos aspectos gráficos que necesitaban mano dura. El poping y distancias difuminadas se reducen, ganan resolución algunas texturas que quedaron probres o se miden los daños de los vehículos para que sean más realistas. Estas mejoras visuales la reciben todas las versiones del juego, se hagan o no con esta Wild Run. A cambio, hay que seguir lamentando algunas debilidades del producto en materia técnica que no le dejan llegar un poco más alto, como los comportamientos de pesos e inercias en determinados accidentes aparatosos, el control quizá demasiado arcade de la mayoría de vehículos, o los gestos del piloto y roturas en las nuevas motocicletas, que no separan al conductor del manillar por muy fuerte que sea el choque ni se daña nunca en exceso la estructura básica de éstas. Cuestión de exigencias de las marcas, queremos suponer.

El multijugador es, cómo no, otra parte de The Crew que sale bien beneficiada de esta expansión. Aunque no hay nuevas pruebas cooperativas de la campaña central, sí que los nuevos desafíos y posibilidades con los vehículos inéditos consiguen hacer todavía más apetecible el juego compartido o contra otros. Se añaden nuevas herramientas de edición de pruebas y carreras, como el marcador de principio y fin de competiciones personalizadas, y se ha agilizado el matchmaking para que encontrar rivales a nuestro nivel sea más rápido y eficaz. También rinde mejor todo lo relacionado con las partidas en local, con grupos cerrados de amigos y más varemos a customizar para una experiencia satisfactoria y hacia donde queríamos.

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