Análisis – State of Mind

Jayran Espinosa · 18 enero, 2019
Un cuento transhumanista.
state of mind

El mañana siempre nos ha parecido más interesante que el hoy, especialmente si hablamos de avances en el campo de la tecnología. La ciencia ficción es un género que se utiliza como un ensayo teórico de sociedades futuristas y del alcance de las inteligencias artificiales, que en la mayoría de los casos acaban desembocando en distopías, más o menos férreas, y en una pérdida de libertad por parte del individuo en pos de la seguridad y felicidad.

En el título que nos trae el estudio alemán Daedalic Entertainment nos presentan un futuro cercano, donde las primeras fases del control ya se han asentado y los bots (nombre que reciben los androides) ya comienzan a ocupar puestos de trabajo más complejos. Un mundo en decadencia que se enfrenta a la singularidad, el transhumanismo y la colonización de otros planetas. ¡Así es el futuro de State of Mind!

La trama es lo más importante

El protagonista, Richard Nolan, debe resolver el misterio de su familia desaparecida

State of Mind es una aventura gráfica adulta en la que la narrativa es su principal atractivo y nadie debe llevarse engaños respecto a esta propuesta interactiva. Tiroteos, combates y demás etcéteras relativos a la acción están más que descartados.

La acción se sitúa en el año 2048, en la ciudad de Berlín. El protagonista principal de la historia es Richard Nolan, famoso y premiado periodista del medio de comunicación The Voice, cuya vida da un giro inesperado al sufrir un accidente de tráfico y ser diagnosticado con un tipo de amnesia. Sin saber muy bien cómo se ha visto envuelto en el accidente, Richard volverá a casa para descubrir que su mujer e hijo han desaparecido sin dejar rastro.

La noche de Berlín oculta una conspiración mundial

Durante su búsqueda, Richard entrará en contacto con el segundo protagonista, Adam Newman, un colega periodista residente en la idílica City5. Ambos se verán envueltos en una conspiración global que determinará el futuro de la raza humana.

No es que el periodista haya olvidado por completo su vida anterior, tenga una nueva personalidad y deba reconstruir su vida anterior, cosa que, dicho sea de paso, no le vendría del todo mal. Estamos ante un protagonista de novela negra: un hombre malhumorado, egocéntrico y cínico al que le cuesta empatizar hasta con su propio hijo.

Por si fuera poco, tampoco es un fan de las nuevas tecnologías, y lo deja claro en cada una de sus interacciones con su bot doméstico, Simon. Richard hace muchos méritos para colocarse en el ranking de protagonistas de videojuegos más odiados por los jugadores. Aspecto que no resta atractivo al título, sino más bien todo lo contrario. Pues como responde el antipático protagonista a Simon, él es muy humano.

Sin pelos en la lengua

Richard y Adam son las dos caras de una misma moneda. Adam es un buen padre y marido con una carrera en auge. Por su parte, Richard se encuentra al borde del precipicio sentimental y profesional.

Adam Newman, respetado y querido miembro de la comunidad de City5

Sus ciudades van a juego con la vida de cada protagonista. Berlín es una ciudad nocturna y lluviosa al más puro estilo Blade Runner, cuyas calles rezuman pobreza y opresión. Escenario donde la diferencia entre pobres y ricos está a punto de desatar la violencia en las calles. Como contrapunto tenemos City5, una ciudad ficticia, y viva imagen de la utopía futurista, en la que siempre brilla el sol y sus habitantes no conocen la pobreza o injusticia.

La siempre soleada y alegre City5

State of Mind hace especial hincapié en las distintas personalidades de los personajes que pueblan su mundo, ofreciendo múltiples puntos de vista a un mismo asunto, y lo hace sin ningún de reparo.

La trama está dirigida a un público adulto y habla de una gran variedad de temas relacionados con las drogas, sexo y violencia con total naturalidad, consiguiendo varios momentos bastante perturbadores. La ambientación puede ser ciencia ficción, pero sus protagonistas tienen problemas y relaciones reales.

Por temática y género, podría parecer que se trata de un Detroit: Become Human independiente. Sería una comparación comprensible, y solo unos minutos en su mundo bastan para comprobar que es errónea.

La inteligencia artificial como ser sintiente es uno de los temas que explora el juego, pero lo entrelaza con el resto avances tecnológicos vistos en la ciencia ficción. Sería más acertado decir que State of Mind reúne todos los temas del género en una sola historia.

La acción es secundaria

La acción solo tiene lugar en los vídeos y no requiere la intervención del jugador

El título escrito por Martin Gantenföhr parece haberse desarrollado bajo una idea: la trama debe imponerse a la jugabilidad. La historia, personajes y mundo son los auténticos protagonistas, y no existe una mecánica de juego que distraiga de ellos.

En una época donde los juegos para un jugador están en entredicho, Daedalic Enterntainment arriesga con un título situado al extremo de esta categoría. No solo es una aventura para el jugador solitario con una fortísima carga narrativa, también carece por completo de momentos de acción que requieran de la habilidad del jugador. La apuesta es aún más atrevida cuando descubrimos que no se han contentado con desarrollar un título de corta duración y la partida puede alcanzar las 15 horas.

Analizar información será vital para buscar nuevas pistas

El sistema de juego de State of Mind se basa en explorar sus distintos escenarios y entablar conversaciones con los NPCs de rigor, ya sea en persona o vía CloudCall (el Skype del futuro). En algunos momentos, se nos dará la opción de escoger respuestas para determinar la postura a adoptar con un determinado personaje, aunque estas no causarán un gran impacto en el devenir de los acontecimientos hasta alcanzar los momentos finales de la aventura.

Los escenarios del juego no son enormes ni hay miles de cosas que hacer en ellos. Solo podremos explorar los objetos resaltados y, en muchos casos, ni siquiera es obligatorio, y lo haremos solo si queremos conocer algo más sobre los personajes y su mundo.

No hay momentos de machacar botones o Quick Time Events, como sí ocurre en los juegos narrativos de Telltale Games o Quantic Dream. En este caso la acción es pasiva y el riesgo de muerte no existe. Los mayores momentos de interacción vienen marcados por puzles o el manejo de drones, pero nunca hay momentos de acción al uso.

Además, estas mecánicas nunca van a suponer un reto que impida al jugador avanzar en la historia. Y es una suerte, puesto que el control del personaje y la posición de la cámara dejan de ser los mejores en determinadas transiciones.

Apartado artístico minimalista

A estas alturas, el acabado de los personajes habrá llamado poderosamente la atención a más de uno. Podría deberse al bajo presupuesto de un juego independiente, pero la elección de su aspecto poligonal forma parte de la simbología del título.

El mundo del juego está al borde del colapso, fragmentado, y así se refleja en sus habitantes. La Tierra mostrada en State of Mind vive ataques terroristas diarios a nivel global, el conflicto entre Occidente y Oriente amenaza con tener un desenlace nuclear, muchos de los recursos se han agotado y la comida se fabrica con impresoras 3D llamadas ensambladores.

Todo estos problemas han llevado a muchos, incluidos los gobiernos, a pensar que la mejor solución es mandar colonos a Marte en busca de una vida y planeta mejores.

Personajes sin texturas ni acabados

Su aspecto llama la atención al principio, sobre todo al comprobar que sus escenarios si gozan de un buen acabado, pero pasados unos minutos y metidos en su trama, comienza a parecer de lo más normal.

El diseño poligonal podría llevar a suponer que la expresividad de los personajes sería inexistente y el trabajo recaería sobre los actores de doblaje, pero el estudio ha creado rasgos faciales bastante expresivos para los protagonistas.

Y hablando de voces, es bastante probable que la de Richard os suene mucho ya que le presta su voz en inglés Doug Cockle, Geralt de Rivia en la saga The Witcher.

El apartado sonoro sobresale gracias a una banda sonora que acompaña los momentos más álgidos de la trama, y con un excelente trabajo de doblaje, encargado de dotar de vida a unos personajes de apariencia rígida.

State of Mind no cuenta con doblaje al español, pero sí con textos traducidos a nuestro idioma. En general, es una traducción de calidad en la que aparecen pequeños errores que llaman poderosamente la atención, como la utilización de la palabra “Jugar” en lugar de “Reproducir” cuando queremos escuchar un mensaje dejado en nuestra CloudCall. Por suerte, este tipo de errores son escasos y no aparecen en el resto de diálogos ni afecta a la comprensión de la trama.

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