Gracias a Ubisoft España hemos podido analizar Starlink: Battle for Atlas, su nueva propuesta que pretende unir el videojuego con juguetes coleccionables reales en forma de naves espaciales. Una propuesta arriesgada por el coste adicional que suponen todos los accesorios para el juego. ¿Merece la pena darle una oportunidad a este nuevo proyecto? Os lo contamos a continuación.
Forja tu propia nave
Este título ofrece una jugabilidad basada en el equipamiento de nuestra nave de combate a través de personalizar los juguetes que previamente hayamos adquirido. Para ello, debemos conectar el adaptador de Starlink al mando de PlayStation 4 y a la consola.
En el adaptador podemos montar tanto a nuestro piloto como a nuestra nave de combate. Cada piloto tiene su propia habilidad personal y cada nave tiene unas estadísticas base determinadas. Este tándem es totalmente personalizable, pudiendo utilizar a cualquier piloto en cualquier nave de la que dispongamos, además de poder quitar y poner las alas a las mismas para modificar sus atributos.
Una vez elegido nuestro/nuestra piloto y su nave de combate toca el turno de elegir nuestro armamento. La munición en Starlink: Battle for Atlas se divide en Fuego, Hielo, Gravedad, Éstasis y Cinéticas. Cada una de estas municiones se divide a su vez en distintas armas, pudiendo formar parte de un lanzacohetes, una escopeta de corto alcance o un rayo de precisión entre algunos ejemplos.
Para poder abatir a nuestros enemigos y completar los diversos objetivos que el mundo de Atlas nos ofrecerá, deberemos intercambiar estos tipos de munición, buscando las debilidades de los rivales y aprovechando nuestro armamento en su contra.
Uno de vuestros miedos principales puede ser el siguiente: ¿Y si no he comprado un arma de cada tipo de munición? No os preocupéis, ya que el Starter Pack del título posee 3 de los 5 tipos que hemos nombrado, siendo Fuego y Hielo las dos más importantes en cuanto a frecuencia de uso. Además, siempre que necesitemos un tipo concreto de munición para abrir algo en concreto tendremos alrededor unos bidones que podremos lanzar para utilizarlos a modo de bombas, con que no es necesario comprar todos los packs de armas para disfrutar del juego en su totalidad.
La colección total de juguetes de Starlink: Battle for Atlas consta de 5 naves de combate, 9 pilotos diferentes y 15 tipos de armas distintas, por lo que la variedad está garantizada, siempre que pasemos por caja para adquirir todos estos coleccionables.
Estos juguetes responden a la perfección y la transición entre los cambios de armamento, naves o pilotos resulta muy cómoda y rápida una vez que nos acostumbramos a montar y desmontar los coleccionables. Además, su disposición encima del mando permite jugar sin que apenas notemos el accesorio que llevamos puesto.
Otro de los puntos a tener en cuenta es la posibilidad de poder añadir otra nave a un segundo mando para disfrutar del juego en pantalla dividida y poder explorar el espacio con otro/otra piloto a nuestro lado.
Comienza la lucha por la libertad
Starlink: Battle for Atlas nos pone en las manos de un escuadrón de pilotos llamado Starlink, cuyo objetivo es investigar Atlas, un nuevo mundo, en el que buscan conocer más acerca de la Nova, un elemento capaz de superar la velocidad de la luz, y el combustible de su nave, llamada Equinox.
Por desgracia, unos desconocidos que buscan este preciado elemento atacan la nave y secuestran a su comandante, S.T Grand, un científico capaz de refinar Nova, para aprovechar sus conocimientos en su propio beneficio.
Tras un breve tutorial en el que aprenderemos a usar nuestra nave, comprenderemos que la Legión, un ejército robótico creado por los Guardianes (los creadores de este mundo) está siendo controlada por estos desconocidos enemigos y utilizada para invadir este mundo, y nuestro deber será buscar aliados en cada planeta de Atlas, el mundo en el que vivimos, para poder tener una mínima posibilidad de obtener la victoria.
Para ello, podemos viajar a cada uno de los siete planetas de Atlas a bordo de nuestra nave, y una vez aterricemos, nuestro cometido será el ofrecer ayuda a los habitantes del planeta para que se vuelvan favorables a nuestra causa.
En un principio los planetas serán inhóspitos y desconocidos, y debemos explorarlos para obtener información de nuestro entorno. Para ello podemos escanear a la fauna que nos encontremos y aprender sobre su hábitat y su fisionomía, recoger muestras orgánicas de plantas o elementos del planeta, coger minerales de las vetas que divisemos, o introducirnos en naves abandonadas para recoger sus tesoros.
Además de esta flora y fauna salvajes, los propios colonos del planeta tienen diversos edificios con los que podemos interaccionar, divididos en Bases científicas, Refinerías, Armerías y Talleres.
Al hablar con estos colonos nos encargarán una pequeña misión (recoger una muestra de una planta concreta, recuperar un condensador de una guarida de Forajidos, proteger a una nave que está siendo atacada…) antes de unirse a nuestra causa.
Cuando reclutemos estos edificios, cada uno nos ofrecerá un servicio distinto: Las Bases ampliarán nuestro campo de visión en el planeta, las Refinerías nos proporcionarán Electrum, el dinero con el que comerciaremos en Atlas cada cierto tiempo, las Armerías reclutarán naves de combate que defenderán los planetas en nuestra ausencia y los Talleres nos permitirán crear mejoras para nuestra nave. Además, si entregamos distintos materiales o pagamos una cantidad determinada de recursos, podemos mejorar estas estructuras para mejorar sus estadísticas y los recursos que nos aportan.
Por supuesto, en cada planeta tenemos que lidiar con la Legión y sus tropas, cuyo objetivo es conquistar los planetas por la fuerza. Para inclinar la balanza a nuestro favor, debemos completar diversos objetivos, como destruir Colmenas de Diablillos (unos pequeños pero molestos enemigos) para asentar en sus restos nuestras propias bases, hackear y decodificar naves destruidas enemigas para obtener información favorable, destruir Extractores (grandes máquinas que “drenan” la energía y los recursos del planeta), reconquistar campamentos para que los habitantes del planeta puedan repoblarlos o, tras algunas horas de juego, aniquilar a los Titanes, enormes enemigos a modo de bosses, para evitar que coloquen nuevos Extractores y así afianzar la influencia de nuestro bando en el planeta.
Lamentablemente, en estos párrafos he resumido todas las actividades que podemos realizar en este título en la superficie de los planetas: Recados repetitivos para los habitantes, hackeo de naves y estructuras a modo de aguantar oleadas hasta que termine el contador, peleas con varios enemigos por el control de un campamento y destruir Extractores y Titanes para disminuir la presencia de la legión sobre el planeta en cuestión. En cada planeta se repite esta ecuación de forma idéntica, variando ligeramente el aspecto de los colonos y los tipos de enemigos según sus debilidades.
En unas pocas horas de juego, si somos un poco curiosos y nos desviamos ligeramente de la campaña principal para explorar los primeros planetas, habremos comprobado casi todo lo que Starlink: Battle for Atlas tiene que ofrecernos, lo que aunque para algunos sea bastante contenido y suficiente para estar horas y horas explorando y realizando tareas, para muchos otros quizás sea muy poca variedad, teniendo en cuenta el elevado coste de la colección.
Por ello es recomendable centrarnos en un principio en la campaña para poder desbloquear de golpe todo lo que este título llega a abarcar antes de aventurarnos a explorar nada más tomar las riendas de la nave.
Con las labores de exploración pasa exactamente lo mismo: En cada planeta tan solo hay tres especies de animales distintas y cuatro tipos de muestra que recoger, número que teniendo en cuenta el tamaño de los planetas y la cantidad de elementos no interactivos que resultan realmente atractivos a la vista como para estar tan desaprovechados, parece bastante escueto.
Algo de variedad ofrecen las Agujas de los Guardianes, una suerte de “puzles” en los que deberemos utilizar varios tipos de munición para completarlos y obtener información sobre los Guardianes y el funcionamiento de estos artefactos.
Un universo digno de admirar
Si en algo destaca este título es en su apartado gráfico, ya que, dejando a un lado la escasa variedad de especies que nos encontramos en nuestro viaje, los planetas están claramente diferenciados entre sí, cada uno con una ambientación muy particular.
Cada planeta tiene su propio hábitat, por lo que podemos encontrarnos ecosistemas tan variopintos como planetas llenos de cristales inmensos, lava y volcanes por doquier o junglas de colores vivos. La fauna también destaca por su originalidad, ya que sus diseños son muy vistosos, al igual que la flora que nos rodeará en todo momento, aunque apenas podamos interaccionar con estos elementos.
A su vez, los planetas también tienen un ciclo día-noche, por lo que conforme los recorremos y exploramos veremos como la luz va variando mientras pasa el tiempo, pudiendo ver amaneceres o atardeceres muy espectaculares, o cómo durante la noche el planeta parece realmente otro distinto a lo que hemos podido ver durante el día.
El espacio exterior está más vacío que los planetas, sirviendo de zona transicional en nuestro viaje. Aun así, mientras viajamos podemos ver todos los planetas de Atlas a nuestro alrededor, cada uno con su atmósfera y colores característicos. Mientras viajamos, los Forajidos pueden atacarnos mediante emboscadas, a la vez que podemos visitar restos de naves destruidas para obtener sus tesoros. El diseño de la Equinox, la nave central del escuadrón Starlink, también es digno de mención.
Durante los combates, tanto el uso de nuestro armamento como el de nuestros enemigos crean un caos de explosiones, efectos y colores, ya que según las armas que utilicemos seremos capaces de crear vórtices gravitatorios que retengan a los enemigos, bombas de hielo que los congelen o ametralladoras pesadas que destrocen sus defensas.
Los sonidos de las naves de combate están muy bien recreados, de manera que las sensaciones de aceleración, combate o vuelo siempre van acompañadas de efectos sonoros que favorecen la inmersión en el juego. Por otro lado, la banda sonora resalta cada situación a la perfección, otorgando epicidad a los combates mientras que la exploración suena mucho más calmada.
Haz del espacio tu campo de vuelo
El control de la nave se puede dividir en dos apartados distintos: Por un lado, mientras exploramos los planetas, podemos volar a ras de suelo, pudiendo saltar y acelerar para movernos por el entorno. A su vez, con los gatillos traseros disparamos las dos armas que llevemos equipadas, cada una con su barra de munición que se recargará automáticamente si la gastamos o dejamos de disparar. Para apuntar utilizamos la retícula central como si de un shooter en tercera persona se tratase.
Mientras combatimos podemos realizar trompos y volteretas para evitar los proyectiles enemigos a la vez que desplegamos un escudo para bloquear los ataques, siempre vigilando nuestra barra de “estamina” para evitar quedarnos vendidos en medio de una refriega.
Si notamos que nuestras armas no están realizando el daño adecuado a nuestros enemigos, podemos quitar el arma que queramos en cualquier momento e intercambiarla por otra, desbloqueando así nuevos combos elementales y haciendo un daño diferente para acabar con los rivales.
En cambio, si lo que preferimos es explorar y estudiar nuestro entorno, disponemos de un escáner en la nave para analizar a la fauna local y de un imán extractor para recoger los minerales, las muestras orgánicas del planeta o los restos de los enemigos que tengan cierto valor para venderlos en los edificios aliados.
Por otro lado, podremos activar los motores de vuelo de nuestra nave para surcar los cielos de los planetas, y si lo preferimos, encaminarnos al espacio a través de la atmósfera. Una vez aquí, podemos activar el Hiperimpulsor para dirigirnos hacia un nuevo destino. Los planetas están bastante lejos entre sí, y aunque cuando visitamos por primera vez un planeta desbloqueamos un Viaje Rápido al mismo, ir hacia un planeta desconocido resulta un tanto tedioso, ya que cada pocos metros seremos emboscados por los Forajidos y por la Legión.
Conforme avancemos en el juego, el espacio exterior se irá llenando de más elementos, como Acorazados de la Legión o Buques Insignia de los Forajidos que crean un ambiente de batallas estelares dignas de Star Wars, en las que deberemos destruir parte del armamento de las naves para luego destruirlas desde dentro mientras nuestros aliados se encargan de los cazas enemigos.
Las batallas en el espacio cambian ligeramente al no tener suelo bajo nuestros motores, por lo que podemos realizar trompos y volteretas para cambiar de dirección mientras acosamos a nuestros enemigos, siendo más difícil e incómodo apuntar con nuestras armas, cosa que no resta en cuanto a inmersión se refiere.
Aparte de la personalización que los juguetes coleccionables nos ofrece de por sí, dentro del juego adquiriremos distintas mejoras que nos permitirán modificar los atributos tanto de nuestra nave como de cada arma de la que dispongamos, de manera que podamos adaptar mejor el uso que le damos a cada elemento de nuestro vehículo. También podemos comprar mejoras para la Equinox, que influirán en todos los pilotos de Starlink, tales como aumentar nuestro daño a diversas estructuras de la Legión o aumentar la capacidad máxima de elementos que podemos recoger de los planetas antes de ir a descargar a una Base aliada.
Tanto las naves como los pilotos cuentan con un sistema de niveles y experiencia, la cual adquiriremos al completar misiones y abatir enemigos, de manera que podamos saber en todo momento si los enemigos que tenemos enfrente están a nuestro nivel o si es mejor centrarse en un planeta con un nivel inferior para fortalecernos. Por otro lado, al subir de nivel podemos mejorar la habilidad definitiva de nuestro piloto aumentando sus estadísticas.