Análisis Sonic Mania

Manuel Gimeno · 29 diciembre, 2018
La entrega que los fans del erizo azul llevan años mereciéndose

La nostalgia se ha convertido en uno de los negocios más rentables de la actual generación de consolas. El buen recuerdo de experiencias pasadas deja vivo el deseo de volver a revivirlas con las modificaciones suficientes que permitan soportar sin traumas el implacable paso del tiempo. Esto lo hemos podido ver sobre todo dentro del ecosistema PlayStation que, lejos de abrir los brazos a la retrocompatibilidad como demandan sus usuarios, ha optado por recorrer el camino de ofrecer una suerte de remasterizaciones (y en ocasiones remakes) que han contado casi con tantos fans como detractores. Sería injusto, en cambio, meter a juegos como Sonic Mania en este saco tan complejo y controvertido. Y es que, aunque el atractivo inicial nace justamente de la nostalgia, uno se encuentra ante un título completamente nuevo, que se inspira en lo de clásico, pero que también lo amplía. Un título que es, sin duda, lo que todos los fans veteranos del erizo azul esperaban durante años, pero que también merecían.

Aunque éste no va a ser un texto más en el que se trate de despreciar la criticable trayectoria del máximo icono de SEGA. Pero tampoco ocultaré la evidencia de que hacen falta solamente un par de minutos recorriendo Green Hill para darse cuenta de que Sonic Mania tiene todo aquello que enamoró a varias generaciones de jugadores y jugadoras, pero en pleno año 2017. SEGA ha hecho bien en celebrar este 25 aniversario ofreciendo dos títulos de este personaje con perspectivas totalmente diferentes. La solidez del pasado con Sonic Mania y la esperanza de lo nuevo en Sonic Forces para averiguar cuál es realmente el mejor sendero a seguir.

Tal era el propósito, que la participación de Christian “Taxman” Whitehead y Simon “Stealth” Thomley evidenció al instante que SEGA no quería aquí experimentos extraños, sino ampliar sobre seguro la base ya establecida en los 90. Ambos, con una larga trayectoria dentro del ecosistema fan e indie de Sonic, posiblemente sean dos de las personas que más entienden la esencia del erizo. Justo por eso, la ampliación de los niveles de toda la vida y la adición de otros tantos nuevos son un redescubrimiento constante y disfrutable que hacen del juego una entrega completamente nueva.

Y todo, encontrando a Sonic The Hedgehog, Sonic The Hedgehog 2, Sonic CD y Sonic The Hedgehog 3 & Knuckles en cada esquina de los diferentes niveles. La mezcla entre contenido antiguo y nuevo se ensambla perfectamente, y saltar de un sitio a otro por niveles conocidos para darte de bruces con partes totalmente nuevas supone una de las experiencias más gratificantes que puedas experimentar en este juego. Incluso la aparición de nuevas habilidades que aportan mucha más variedad y estrategia a la hora de superar las diferentes fases del juego.

Todo lo nuevo que dispone Sonic Mania invita constantemente a que el jugador alterne entre la velocidad endiablada con la exploración. El diseño de las nuevas secciones y niveles no tiene nada que envidiar a lo visto en el pasado, y será habitual perderse en los laberintos de loopings con Sonic, Tails y Knuckles hasta hallar el parte final del trayecto. Mención especial a algunos jefes que se encuentran entre niveles y que, aunque sencillos, refuerzan ese aura a nuevo que desprende constantemente el juego.

Por supuesto, Sonic Mania entra también por los ojos. Los nostálgicos fliparán con el reencuentro de los recuerdos de hace años, pero los que no lo son tanto descubrirán un entorno de dos dimensiones con animaciones suaves, sprites mejorados y con una importante sensación de profundidad. Pero por encima de todo, la música vuelve a apuntalar un juego que canta solo, con instrumentos y voz propia en melodías y efectos que transportan a otro momento; pero con la calidad que se puede encontrar hoy en día.

El tacto es más fresco, algo más rápido y también más ágil. Sonic Mania se actualiza sobre todo en esta vertiente, pero sin renunciar en ningún caso a la sensibilidad que la memoria recuerda tras horas y horas agarrados al mando de la Mega Drive. Mucho tiene que ver en este aspecto los 60 FPS que luce ahora la propuesta, y que hacen que Sonic se mueva con una suavidad digna de los tiempos que corren. Sin embargo, poco se tarda en reajustar los pulgares, y a los pocos minutos se logra una velocidad en el control de la que uno no se quiere separar ya durante horas y horas de juego.

Muchos dirán que es esta entrega la que podría colocarse como principal después de aquellas ancladas en los 16 bits, y una de las razonas, además de las expuestas, es la introducción de una nueva mecánica. Hablo del drop dash, un elemento jugable que no por obvio dentro de un marco de evolución se hace menos disfrutable en este Sonic Mania. Si obviara que estamos ante un juego con niveles nuevos y modificados por completo, podría decir que es la mayor novedad; más allá incluso que la posibilidad de guardar o adición del modo crono y competición. Pero al final es todo el conjunto de estas características lo que hace a Sonic Mania lo que es: una entrega principal con todas las de la ley.

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