Análisis – Song of Horror
Tres de la mañana. Tienes sed, pero todo está a oscuras. Agudizas el oído para comprobar si hay alguien (o algo) en el pasillo antes de abrir la puerta. No se oye nada, pero eso no te tranquiliza. Abres la puerta y te lanzas con el corazón desbocado al interruptor de la luz rezando porque se encienda lo antes posible.
Esa sensación de agobio y ansiedad que todos y todas hemos sufrido corriendo por los pasillos de nuestras casas huyendo de la oscuridad pese a saber que no hay nada más allá es la que pretende invocar Protocol Games en Song of Horror.
Desde la salida de Outlast, el terror psicológico frente a entes o enemigos a los que no podemos combatir (con la huida como única posibilidad de sobrevivir) ha supuesto un soplo de aire fresco dentro del género de terror en la industria de los videojuegos, sobre todo tras la desaparición de sagas como Silent Hill o evoluciones hacia la acción como la que sufrió Resident Evil con su quinta y sexta entrega.
Song of Horror busca volver a los auténticos orígenes del terror rememorando su época dorada tanto con su premisa como con sus controles. ¿Lo ha conseguido? Dentro análisis.
La maldición de la caja de música
La trama de Song of Horror gira alrededor de una misteriosa caja de música, la cual provoca a las personas que toman contacto con ella que pierdan la cordura y acaben suicidándose de maneras grotescas. El protagonista de la historia, Daniel, tiene la mala suerte de encontrar la caja en la antigua casa de un conocido, a quien ha ido a visitar tras no saber nada de él en varios días. Por suerte Daniel luchará contra la locura con la ayuda de varios personajes relacionados con su presente y su pasado.
Así pues, durante los cinco capítulos (mas un epílogo y un prólogo) que dura el título podremos manejar a varios personajes distintos con los que avanzar en la trama. Los personajes se diferencian entre sí gracias a diferentes objetos pasivos que poseen y cambios en sus estadísticas, cuya importancia explicaré más adelante. En su piel recorremos distintos escenarios dependiendo del capítulo en el que nos encontremos, como una vieja mansión o una tienda de antigüedades.
Estos dos elementos, personajes y capítulos, pivotan sobre la que es la mecánica principal del juego y a la que sus autores han dado mucha importancia, la muerte permanente. Aunque existen diferentes niveles de dificultad, el juego nos insta a jugar con esta mecánica activada, de manera que si durante un capítulo tomamos una mala decisión y fallece uno de los personajes, éste se perderá para siempre, debiendo volver a comenzar de cero si queremos recuperarlo.
Como podéis imaginar, esta posibilidad provoca un extra de tensión que refuerza la sensación de agobio y angustia que busca el juego y nos obliga a andarnos con pies de plomo a cada decisión que tomemos, y precisamente aquí es cuando comienzan algunos de los problemas que lastran a este juego.
Cuando se introduce una mecánica tan radical como ésta en la premisa de un juego se lidia con la fina línea que separa la tensión jugable de la frustración artificial, y para mantener el equilibrio se deben manejar bien las situaciones en las que un todo o nada puede suponer arruinarte la partida entera. Títulos como Until Dawn o Man of Medan se han visto afectados por esta falta de equilibrio, y Song of Horror padece de algunos momentos en los que más de una persona puede abandonar el mando por no sentir que tiene la culpa de lo que le ha ocurrido.
Terror a la antigua usanza
Song of Horror no se esconde a la hora de mostrar sus referencias tanto en el desarrollo de la trama como en sus mecánicas y patrones jugables. Su control es tosco y hostil, rozando la sensación de estar mal implementado, pero recordando a títulos como Silent Hill 2 o los tres Resident Evil originales, en los que precisamente esta hostilidad en los movimientos de los y las personajes aumentaban la tensión durante las tensiones de juego, ya que era complicado huir de los enemigos y reforzaban la sensación de indefensión.
Gracias a esto, movernos por los escenarios es siempre un desafío, y esto también es gracias a la excelente ambientación que Protocol Games ha conseguido crear para mantener un miedo constante en nuestro corazón. Para mi hay dos elementos fundamentales en un buen escenario de juego de terror, y son los sonidos ambientales y el juego de luces y sombras. Tanto en un apartado como en otro Song of Horror cumple a la perfección, ya que el juego está diseñado para que no podamos descansar ni un solo momento. Crujidos a nuestro paso, luces que se apagan o parpadean, pasillos oscuros con una radio que se enciende a voluntad al final… Estos son algunos ejemplos que el título utiliza de manera estratégica para mantener a la jugadora al borde del sobresalto en todo momento.
Pero Song of Horror se fundamenta en dos grandes pilares, que beben directamente del terror clásico de la industria y que apuntan directamente al corazón de los y las fans del género.
Por un lado, los puzles como mecánica jugable presente de principio a fin. En cada capítulo iremos encontrando diferentes objetos y utensilios repartidos por el escenario, así como fotografías, notas o elementos que nos otorguen información acerca de lo que ocurre a nuestro alrededor. Para poder avanzar debemos revisar nuestro entorno con atención, ya que cada detalle puede suponer una pista para resolver un acertijo más adelante. Conforme vayamos descubriendo nuevas zonas tendremos acceso a más objetos que nos obligarán a volver sobre nuestros pasos y recorrer los escenarios una y otra vez con la consiguiente tensión que eso supone, ya que todo puede cambiar a nuestro alrededor en un abrir y cerrar de ojos en una amenaza constante.
Por desgracia, basar prácticamente el cincuenta por ciento del gameplay en puzles y acertijos implica tener una gran originalidad a la hora de plantear los mismos, de manera que el jugador/a tenga la sensación de poder resolverlos con su ingenio y su esfuerzo por explorar y razonar sin encontrarse con muros de hormigón en forma de puzles insulsos o casi imposibles de resolver por falta de pistas o relación con la trama.
Song of Horror tiene puzles muy originales y su planteamiento es una auténtica delicia, pero en varios puntos de la trama estos puzles bajan en calidad y dejan de aportar al gameplay, lo que puede llevar a un aumento de la frustración que no se puede paliar con la curiosidad que la historia despierta en el jugador/a.
Este vaivén de sensaciones se viene reforzado por el otro pilar de Song of Horror, y es su enemigo principal, La Presencia. En este título no nos enfrentamos a zombis, fantasmas o enemigos tangentes, concretos, sino que un ente domina todo el entorno en el que nos movemos y en cualquier momento puede poner en jaque la vida de los protagonistas de esta historia. Así pues, si ya recorrer los angostos escenarios en busca de objetos o pistas para poder avanzar era angustioso, pensar que en cualquier momento La Presencia puede intentar acabar con nuestra vida es deliciosamente estresante, o al menos así debería ser.
El problema con este enemigo es que apenas tiene dos mecánicas basadas en Quick Time Events (pulsar diferentes botones en el momento adecuado) para atacarnos y poder combatirlo. Así pues, si La Presencia intenta entrar en la habitación en la que nos hayamos por una puerta, podemos luchar por cerrarla a través de un pequeño minijuego calculando la fuerza que hacemos, mientras que si notamos que viene a por nosotros directamente, debemos escondernos bajo mesas o armarios repartidos por las distintas habitaciones del escenario, luchando por mantener la serenidad y los latidos de nuestro corazón para impedir que este ente nos encuentre.
Las dos o tres primeras veces que estas situaciones ocurren provocan un vuelvo al corazón y aumentan la tensión del gameplay de manera excelente, ya que todos los pequeños elementos del gameplay culminan con la aparición del enemigo principal. El problema es que conforme esto se repite en el tiempo pasa de ser emocionante a aburrido, volviéndose un mero impedimento que nos retrasa a la hora de terminar el capítulo.
También podemos escuchar a través de las puertas antes de cruzarlas para saber si la siguiente habitación está inundada por la maldición de La Presencia, lo que resulta interesante en los primeros compases de la partida pero luego se vuelve un lastre más para el gameplay, ya que si no escuchamos y cruzamos la puerta nuestro personaje morirá irremediablemente.
Como podéis leer, Song of Horror tiene muy buenas ideas, y la mayoría están bien implementadas hasta cierto punto, pero sufre de varios lastres importantes en las mismas que provocan que no llegue a brillar como su premisa o su base teórica debería.
La importancia de los detalles
Song of Horror ha apostado por beber de la esencia primigenia del género del terror en la industria, y la ha conseguido plasmar con su ambientación y su gameplay a costa de sacrificar varios estándares que en la generación actual de consolas (Playstation 4 en esta ocasión) se consideran fundamentales.
Así pues, el apartado gráfico de este título es un verdadero juego de luces y sombras, expresión que viene como anillo al dedo para la ocasión. Por un lado, su uso de los elementos clave del género del terror es brillante, consiguiendo escenarios realmente aterradores a la vez que refuerza esa sensación con pequeños detalles que consiguen traspasar la barrera del terror estándar. Por desgracia, las texturas del juego y los modelados de los personajes, así como sus animaciones al interactuar con el entorno son bastante pobres, casi como de un juego de PlayStation 3, por lo que esos elementos «vintage» como son los controles y movimientos toscos o el uso de la cámara fija para acentuar la sensación de opresión e indefensión se ven rebajados en cuanto a calidad se refiere por el resto de elementos artísticos que rodean a esta obra.
Por otro lado, el apartado sonoro es muy notorio, ya que juega excelentemente con la tensión que los ruidos más simples pueden generar en situaciones y momentos determinados. Escuchar el corazón de nuestro protagonista cuando comienza a ponerse nervioso/a o un simple crujido de una tabla bajo nuestros pasos son ejemplos claros de cómo no es necesario el «susto fácil» y las «scary faces» en pantalla de manera continua para crear un ambiente de tensión, y Song of Horror consigue dominar el equilibrio entre estos elementos para acercarse al nivel de títulos como Silent Hill 2, en los que la psicología y el silencio son armas más poderosas que un grupo de enemigos o un boss grotesco.
En definitiva, Song of Horror ofrece una experiencia de terror que cumplirá con los estándares de los y las grandes fans del género, pero que echará atrás a unas cuantas personas debido a su inestabilidad en la concepción de los puzles y las mecánicas que llegan a lastrar la experiencia del juego. Si buscáis un pedacito del terror que os enamoró hace unas cuantas generaciones, dadle una oportunidad y valorad esta obra, ya que la intención está y las ideas son brillantes pese a su ejecución final.
Este análisis ha sido realizado en una PlayStation 5 gracias a una copia de prensa facilitada por Meridiem Games.