Hell yeah!, gritarían muchos al saber que Rock Band 4 iba a ser mayoritariamente compatible con los instrumentos que ya tuviéramos y gran cantidad de canciones ya adquiridas en versiones anteriores. No es mi caso, creo que los videojuegos musicales deben traer frescura, sonar distintos para funcionar y cautivar. Lo cierto es que este enfoque con vistas muy concentradas en el pasado y las conexiones de antiguos valores y compras ya realizadas supone a cambio un continuismo de gameplay que, esto ya para todo jugador, le pasa cierta factura a lo que se suponía como el regreso triunfal de la mejor marca musical para jugar en grupo. Rock Band 4 se percibe, de entrada, como un viejo conocido, un grupo al que ya hemos visto muchas veces pero que nos encanta y tiene algunos nuevos temas o reconversiones de clásicos en su repertorio que invitan a darle otro vistazo. Este nuevo título es como una gira más de los Rolling, nos sabemos su rollo en directo, lo que vamos a encontrar y repertorio exacto, de sobra, pero no molesta disfrutarlos de nuevo.
Con esto en mente y aceptado, enfrentarse a lo nuevo de Harmonix supone, cómo no, un placer. El estudio especialista en llevar ritmos, acordes y melodías a la pantalla de un videojuego y hacernos vibrar sintiendo que lo clavamos ha conseguido hacer un mejor trabajo de lo que logró en la generación pasada, dando forma a unas partidas donde las teclas a tocar, los platos que golpear con las baquetas o los gallitos que cantar en el micro están mejor fusionados con lo que sería la interpretación real de la canción, se siente más realista y se respeta más el pentagrama. Jugar a canciones antiguas delata en seguida que este nuevo tracklist de 65 temazos del rock más actual y el clásico está más trabajado, se busca que no haya secuencias repetitivas y que lo que va pidiendo el juego en pantalla sea absolutamente satisfactorio de tocar y concuerde llamativamente con lo que estamos oyendo.
Es sorprendentemente interesante, sorprendente por la vuelta de tuerca a lo de siempre que, en definitiva, es. Es un aspecto que se refuerza también gracias a nuevos parámetros de puntuación e intento de combo sin fallos, como multiplicadores grupales o secuencias especiales donde se la juega la banda entera y ninguno puede fallar. Hay algo de táctica en cómo afrontamos cada actuación, cuando disparamos el Overdrive y hasta con qué mantenimiento de tecla o plato se juega. Todo esto ya lo conocíamos de antes, pero en RB4 se lleva un poquito más lejos y se siente como mejorado.
Lo que uno encuentra es un gameplay clasicorro, sin grandes cambios centrales, pero más complejo y sofisticado para que se perciba diferente y con más atención al realismo y que cada botón suene de una forma. Tanto es así, que Rock Band 4 ahora llega a dejarnos momentos de solos de guitarra, bajo, voz o batería para que demos a cada canción un puntito personal y creativo, asignando a cada comando un sonido y dejándolos fluir en una única exigencia adecuada al tempo. Hubiera estado muy bien que esta idea se llevase un poco más allá, con editores para personalizar pistas y grabarlas o incluso un modo de creación y composición de canciones nuevas partiendo desde cero -lo hemos visto en otros-. No ha sido así, el freestyle y uso “a tu gusto” se queda en medianas frases donde nos dejan crear sonido sobre la base de cada canción, pero siempre con notable miedo o cautela, sin poner de verdad en manos del jugador un cambio radical o un abierto y sosegado modo de edición. Ésta de los editores libres es una ausencia incómoda, siguiendo las palabras de sus creadores y la clara apuesta del título por el freestyle, suponíamos que iba a estar.
Exiten otros desatinos, como todo lo relacionado con el asunto de la retrocompatibilidad de canciones. Rock Band 4 siempre ha basado su interés, comunicación comercial y fuerza en dejar al jugador tener en el nuevo título las pistas que ya compró en los anteriores. Esto llega con muchos matices y letra pequeña. Para empezar, todas las canciones que tenemos de juegos Rock Band en formato físico, en disco, se quedarán para siempre allí, no las convierte al nuevo, punto que marcas como SingStar, por ejemplo, sí se marcan. Tampoco las traspasa al nuevo si nuestras compras digitales de antaño se hicieron en una consola que no es de la misma familia que la que está corriendo Rock Band 4. Es decir, RB4 en PS4 recoge todo lo que adquirimos en PS3 con esta misma cuenta de PlayStation Network. Igual en Xbox One respecto a Xbox 360. Y más, hay canciones que no renuevan licencia, que se van a quedar en el juego que las reunió o en aquellas versiones. El caso más escandaloso es el recomendable pack de The Beatles, que no se traspasa de ninguna forma a Rock Band 4 y se encerrará para siempre en el superventas Rock Band Beatles. No me han gustado estas noticias.
Igual que me parece pobre y algo barata la presentación de interfaz, menús, apartado gráfico y hasta lista o detalles de las canciones (nombre-grupo-dificultad…). Vale que Harmonix quería seguir su habitual estilo caricaturesco en esta entrega, pero se echan pronto de menos determinados accesos directos, estructura de menús más visual y no tan arcaica con listas verticales, un editor de personajes a la altura de los tiempos que corren y no solo con siete opciones por campo, y no tanta invitación obsesiva a la Store para que nos gastemos los cuartos en nuevas canciones, a 0,79€ y 1,49€ cada una. Navegar por los menús es soso y no siempre fácil, pues algunas modalidades están escondidas donde no recordábamos que se podía acceder. Los diseños de los personajes, no demasiados y con un editor limitadito, a menudo pecan de simples y con el juego de animaciones mínimas. No pasa nada con eso, no es importante en este juego y lo que pedimos de él, pero desluce, claro.
A cambio, el sonido, cómo no, es de lo mejor del producto. No solo por la variedad de géneros guitarreros que recorre y los buenísimos grupos y singles que encontramos en su enorme librería de canciones disponibles, sino también en cómo suena nuestra interpretación, los FX aplicados al lanzamiento de potenciadores o señales de récord, combos, etc. Al hablar de un juego musical es crucial que el apartado de audio cumpla, y en RB4 se alcanzan cotas mejores de las esperadas en esto. Sin alardes de infarto o sorpresa plena, pero muy bien. Y esto sí es importante.
La sobriedad gráfica frente al contundente sonido, al menos, se traduce también en sencillez para conectar y calibrar los instrumentos. Especialmente los nuevos, fabricados por Mad Catz, que presentan buena rigidez y peso además de tener ciertas ventajas como autocalibrado sin necesidad de medir latencia acorde a nuestro televisor, indicadores LED o botones extra respecto a los clásicos, una segunda ristra de botones de color en la boca del mástil, platillos más resistentes, etc. Otro asunto ya es el precio de éstos, muy elevado…
Rock Band 4 es un juego social, pero social en sentido tradicional. La prácticamente ausencia de modalidades de juego online –que choca en los tiempos que corren pero que ha sido una decisión consciente para buscar otros valores- nos obligará a jugar acompañados de verdad, físicamente. Desde luego, el mayor disfrute viene cuando 4 jugadores comparten pantalla y habitación ya que, como decía antes, hay mucha más emoción, inmersión, presencia en escena de cada jugador y secuencias o exigencias creadas de forma grupal. Ya no vale con tener una actuación individualista y más o menos bien llevada, ahora hay algunos momentos donde es importante saberse coordinar y compartir destreza.
Esto es interesante, aunque también genera pique, sobre todo en la nueva modalidad Tocar un Concierto, cuando por cosas del directo tendremos que cambiar el setlist en mitad de una actuación y votar qué queremos que venga después u obedecer al público que pide un bis o un tema concreto. También está Ir de Gira, que no lleva por todo el mundo desbloqueando esceanarios, ropa y complementos para enriquecer el ya mencionado austero editor de personaje.
Son buenas ideas como modos rehechos, pero no encontramos una modalidad tan buena como, por ejemplo, aquel World Tour de Rock Band 2. Y, en una franquicia que vuelve, se esperan siempre pasos adelante en cada una de sus categorías. Tampoco llegaremos a sentir que tenga mucho contenido, aunque el que tiene esté bien trabajado.