Cinco años después del lanzamiento de Grand Theft Auto V, Rockstar pretende volver a romper el mercado y la industria de los videojuegos con otra obra faraónica, que busca convertirse en el Juego del Mes, el Juego del Año y el Juego de la actual generación de consolas.
Vuelve el Lejano Oeste, los vaqueros y los forajidos y una época en la que un revolver bien desenfundado soluciona la mayoría de los problemas terrenales. La pregunta es: ¿Ha conseguido Red Dead Redemption 2 convertirse en la obra maestra que todo el mundo espera? Os lo contamos a continuación.
Bienvenidos a los últimos vestigios del Lejano Oeste
A modo de precuela de la primera entrega, Red Dead Redemption 2 está ambientado a finales del siglo XIX, en un momento en el que el Salvaje Oeste está en decadencia, puesto que la ley comienza a imperar por todo el territorio americano y las bandas de forajidos están comenzando a desaparecer.
Nosotros encarnamos a Arthur Morgan, un forajido que desde muy joven fue criado y tutelado por Dutch, jefe de la banda de Van der Linde, una de las pocas bandas organizadas que quedan en el Salvaje Oeste, el cual deja de ser tan Salvaje para dar paso a un cambio de época.
La banda de Van der Linde funciona como una familia, como un grupo de personas unidas por un vínculo especial, el de sobrevivir, a la vez que giran en torno a una persona, Dutch. La personalidad que se le ha otorgado a cada miembro de la banda hace que realmente nos sintamos como parte de un todo, y aunque Arthur Morgan sea el único personaje jugable de este título, al relacionarnos con los demás nos imbuimos en sus historias y nos cercioramos de que somos uno más en algo más grande y más complejo que nuestro protagonista.
Esta interacción está perfectamente ejecutada, de manera que en ningún momento parezca artificial, sino todo lo contrario. Cabalgar junto a otro de los integrantes para ir a cazar, a asaltar un tren o simplemente jugar una partida de dominó para matar el rato ofrece algunos de los momentos más emotivos y espectaculares de este título, ya que en todo momento hay una conversación entablada, cargada de anécdotas, chascarrillos, recuerdos o bromas, y que junto a la cámara cinematográfica nos harán sentir como en una película del oeste mientras admiramos los bellos paisajes que Red Dead Redemption 2 nos ofrece.
En ningún momento se vuelve pesado el viaje hacia un objetivo, ya que nos servirá para conocer mejor a los personajes que forman parte de nuestra pequeña comunidad.
Además, al igual que Arthur evoluciona conforme vayamos viviendo su aventura, el resto de la banda evoluciona y crece junto a nosotros, de manera que según cómo nos relacionemos con los demás, si los ayudamos o los dejamos de lado, ellos también responderán frente al forajido de una manera similar, por lo que la sensación de que no son meros personajes secundarios si no que están vivos y confían en nosotros para sobrevivir en este territorio hostil se acrecenta cada vez que entablemos contacto con ellos y ellas.
No solo los miembros de la banda están excelentemente representados, si no que todos y cada uno de los personajes que nos encontremos en esta aventura han sido cuidadosamente creados.
Desde el vagabundo ebrio que pide dinero en la calle hasta el dependiente de la tienda de suministros tienen sus propios diálogos, su forma de pensar y de socializarse y según nuestras acciones nos recordarán y actuarán en consecuencia, de manera que si cometemos un crimen sin ocultar nuestro rostro, puede ser que los familiares de esa persona se tomen la justicia por su mano si volvemos a pasar por esa zona, aunque sea varias horas de juego después.
Pero, ¿quién es Arthur Morgan? Este es el nombre del forajido al que encarnamos, y os aseguro que es un nombre que difícilmente olvidaréis todos aquellos y aquellas que os metáis en su piel, ya que Rockstar ha logrado crear a uno de los personajes más emblemáticos de la industria de los videojuegos, como ya hizo en su día con el ahora joven John Marston en la primera entrega de esta saga.
La personalidad y los pensamientos de Arthur Morgan no se nos presentan de buenas a primeras, si no que será a través de la interacción con los objetos de su entorno (fotos en la mesilla de su habitáculo, cartas de viejos conocidos, recuerdos de tiempos pasados…) o con el resto de miembros de la banda cuando descubriremos cómo es en realidad el protagonista de esta aventura.
Arthur representa al Salvaje Oeste y a todo lo que ello conlleva. Un forajido que desde niño ha vivido junto a Dutch, quien lo ha criado y entrenado para ser su mano derecha en la banda, siempre leal y dispuesto a todo porque esta “familia” prevalezca a pesar de las circunstancias, aunque eso conlleve asesinar a sangre fría. Es un personaje profundo, cargado de emociones, de dudas y de sentimientos y ponernos en su piel nos hará sufrir con él y alegrarnos por sus triunfos de una manera que pocos títulos han conseguido.
Este forajido no es un personaje blanco o negro, sino que está imbuido en una gran escala de grises que le otorga una personalidad excepcionalmente trabajada y profunda. ¿Es una buena persona a pesar de todos los crímenes cometidos? ¿Le merece la pena seguir luchando contra un destino inevitable? Son algunas preguntas que el propio protagonista se hace a sí mismo y conseguirá que nosotros mismos realicemos constantemente juicios de valor en función de nuestras propias acciones.
Conforme pasa el tiempo, el forajido escribe en su propio diario sus memorias, sus valoraciones y sus miedos, para ayudarnos a recordar en todo momento el recorrido que hemos realizado junto a él desde que tomamos el control de su odisea por este cruel paraje y cómo se siente con cada decisión tomada.
Por supuesto, más allá de los diálogos que encasillan a Arthur en una personalidad más o menos concreta, serán nuestras decisiones las que terminen de moldear a este personaje, ya que en muchas de las ocasiones tendremos más de una posibilidad de elección a la hora de afrontar una situación.
¿Asesinar al asesino de aquella muchacha o entregarlo a la justicia? ¿Robar sin violencia o dejar un cúmulo de cadáveres? Según cómo decidamos vivir nuestra historia, el sistema de Honor nos permitirá volvernos una persona decente y recta (dentro de lo que cabe siendo forajidos) o un asesino cruel, despiadado y sin ningún rasgo de compasión ni piedad por nada ni nadie.
Aparte de su personalidad y su moral, nuestro forajido es un ser de carne y hueso, por lo que tiene la necesidad de mantenerse alimentado y descansado para sobrevivir. Gracias al nuevo sistema de núcleos, en todo momento podemos conocer cómo se encuentra Arthur y actuar en consecuencia.
Comer nos otorga más salud, pero un aumento excesivo de peso provocará que nuestra resistencia se resienta y aguantaremos menos corriendo. Lo mismo ocurre al revés, ya que adelgazar en exceso nos reducirá la salud a cambio de correr más tiempo.
Por ello, podemos alquilar habitaciones para dormir, comprar (o robar) comida y bebida para restablecer nuestros núcleos o montar un campamento en medio de la naturaleza para cocinar y descansar tras una jornada de viaje. Por supuesto, vuelve de vuelta el Dead Eye, con el que podemos abatir a nuestros rivales con facilidad relantizando el tiempo para apuntar.
Por otro lado, tendremos a nuestra disposición multitud de atuendos distintos, de manera que podemos vestir a Arthur según la ocasión lo requiera. Tanto un calor excesivo como una temperatura demasiado baja dañarán nuestra salud así que cambiarnos de atuendo será esencial para progresar en la aventura. Además, personajes como el Trampero nos crearan atuendos especiales si le traemos la piel de distintos animales.
Si queremos causar buena impresión, debemos asearnos y adecentar nuestro aspecto para las mejores ocasiones, así que podemos pagar por darnos un baño (a modo de minijuego) o afeitarnos para cambiar de look de vez en cuando, haciendo de la personalización un gran punto a favor en esta aventura.
En definitiva, Arthur Morgan no es un simple protagonista a modo de avatar como excusa para jugar a un videojuego, si no que junto a él, podemos vivir una historia excepcional, su propia aventura personal a la vez que sufrimos en sus carnes el cambio de época que busca acabar con todo lo que le importa. Es un personaje casi real, que come, duerme, bebe, quiere y siente, y todo ello le otorga un grado de humanidad y profundidad soberbio.
El Oeste en la palma de nuestra mano
Rockstar vuelve a dar una lección magistral sobre cómo contar una buena historia de manera fluida y natural, llegando al punto en el que hasta es posible dudar de si estamos realizando una misión principal o simplemente se nos está contando un poco más acerca del mundo que nos rodea.
El mundo creado por Rockstar para la ocasión es probablemente el más completo y realista que he tenido ocasión de disfrutar nunca en un videojuego, siendo prácticamente una simulación perfecta de cómo fue la vida en aquella época.
En Red Dead Redemption 2 se ha apostado por una total interacción e inmersión con el entorno que nos rodea, por lo que cabalgar por el Oeste tiene infinidad de oportunidades y consecuencias. De camino a una ciudad podemos detenernos a recoger unas cuantas flores para más tarde crear una medicina, o quizás una joven está siendo acosada por una banda de maleantes y estará en nuestras manos el permitir el crimen o inmiscuirnos. Estos son algunos de los millones de ejemplos que puedo contaros, ya que el mundo que Rockstar ha creado merece ser descubierto por cada jugador de forma personal.
Con más de 200 especies distintas de animales y plantas, recorrer cada rincón de estas tierras no deja de ser un espectáculo visual en todo momento, ya que todo cambia a nuestro alrededor en función de dónde estemos.
Parajes nevados apenas transitables, zonas pantanosas, llanuras y bosques llenos de ciervos… En ningún momento se hace pesado el viaje a caballo hacia un destino, ya que perderse en este mundo es deliciosamente fácil, y cuando os deis cuenta, llevaréis horas y horas sin haber realizado ninguna misión principal a causa de habernos dedicado simplemente a cabalgar y explorar parte de este vasto mundo.
Relacionadas con esta gran cantidad de seres vivos con los que relacionarnos están la caza y la pesca. Estas dos actividades son las bases tanto de nuestro sustento personal como del de nuestra banda. El grandioso nivel de realismo impera aquí también, yendo un paso más allá que otros títulos similares.
Para poder comenzar una partida de caza, se ha incorporado el Eagle Eye, una vista especial con la que seguir el rastro de una presa en medio de la naturaleza, de manera que podamos abordar una cacería en función del terreno que haya recorrido nuestra presa.
Como ya hemos visto en otros títulos, según como abatimos a un animal podemos devaluar más sus recursos, así que si queremos una cacería limpia debemos apostar por cazar con nuestro arco en vez de con un rifle. Resulta curioso y espectacular cómo si abatimos a un animal de un balazo y nos hacemos un atuendo con su piel, el balazo queda marcado en nuestro traje, recordándonos dónde le disparamos.
Una vez abatida la presa podemos despellejarla mediante una abrumadora animación para aprovechar todas sus partes, para después cargarla en nuestra montura junto con el cuerpo del animal para poder llevarlos a nuestro campamento y donarlos como provisiones o sacar un provecho económico en alguna ciudad.
Así pues, olvidaos de pasar cerca del cadáver de un animal y «recoger» sus piezas de la nada, si no que el arte de la caza se convierte en un ritual, en un conjunto de pasos que nos pegarán horas y horas a la pantalla solamente por el puro placer de mejorar nuestra técnica a la vez que alimentamos a nuestros compañeros o ganamos un poco de dinero para nuestro beneficio.
Por otro lado, podemos aprovechar los ríos y pantanos llenos de vida que nos rodean para pescar. Para ello podemos crear y utilizar distintos tipos de cebos, según la especie de peces que queramos pescar, y a través de un sencillo minijuego podemos abastecernos de hasta 30 tipos de especies distintas de peces, cada una de ellas con sus propias características.
Todas estas actividades vienen cargadas de desafíos que cumplir, de manera que siempre tenemos algo nuevo que probar o que intentar superar a la hora de pasar un buen rato realizando tareas secundarias, lo que otorga muchas más horas de juego respecto a la historia principal.
Para no perdernos nada de todo lo que vayamos descubriendo, tenemos a nuestra disposición un Compendio en el que se van registrando todos nuestros logros, además de información acerca de la flora y fauna que hemos ido investigando, de manera que siempre tenemos a mano una pequeña guía del mundo presentado por Red Dead Redemption 2.
Todo esto junto con las fotos que realicemos o el progreso de nuestro personaje podemos compartirlo en todo momento con el resto de jugadores y jugadoras gracias al Social Club, del que ya hemos hablado en noticias anteriores.
Otro de los grandes apartados de este título son las poblaciones. Ya sean ciudades como tal o pequeños poblados o granjas repartidas por el mapeado, la sensación de comunidad y de vida que desprenden es impresionante. Podemos interaccionar con todos los habitantes de estas poblaciones de muchas maneras diferentes, y en todo momento podemos vivir situaciones de lo más diversas debido a que los personajes que nos rodean no son meros NPCs y buscarán relacionarse con nosotros, cada uno a su manera.
Las diferentes maneras de comerciar resultan muy originales, ya sea en forma de catálogos en las tiendas de estas poblaciones, totalmente ambientados en la época, o simplemente cogiendo los víveres de las estanterías para pagarlas más adelante. Son detalles menores pero que suman puntos a un conjunto culminado de manera magistral.
El clímax resultante de la unión entre el elevado grado de interacción del título junto a la importancia de las relaciones que nuestro protagonista entabla con su entorno, se produce en la relación que Arthur Morgan tiene con su montura. Nuestro caballo no es un mero instrumento de transporte con el que alcanzar nuestro objetivo con más rapidez, si no que será nuestro compañero de fatigas, nuestro amigo y ayudante.
Por ello, debemos estar siempre pendientes de que nuestra montura se encuentre en buen estado en todo momento. Podemos alimentarlo para tener su salud y resistencias siempre al máximo, a la vez que procuramos mantenerlo limpio cepillándolo o bañándolo en los ríos y lagos.
Conforme establezcamos un lazo con nuestro caballo a base de montarlo, cuidarlo y acariciarlo, la relación entre jinete y montura se va fortaleciendo, aumentando así sus capacidades máximas, de manera que responde mejor a nuestras órdenes y aprende nuevas técnicas, como ponerse a dos patas.
A su vez, en los Establos podemos comprar distintas mejoras que aumenten sus estadísticas, como estribos, sillas o alforjas nuevas para personalizar aún más a nuestro compañero.
Además de nuestro medio principal de transporte por el Oeste, nuestro caballo también será el portador de todas nuestras herramientas, ya que Arthur no puede portar todas sus armas y equipo a la vez. Por ello, cada vez que nos bajemos del caballo para afrontar una situación, debemos elegir cuidadosamente qué armas y utensilios nos vamos a llevar con nosotros antes de separarnos de nuestra montura.
Todas estas mecánicas, que quizás parezcan banales en un primer momento, consiguen crear una sensación de relación real entre nosotros y los caballos que criamos en el juego, de manera que sin darnos cuenta valoraremos a nuestra montura cada vez más.
Personalmente perdí a mi primer caballo tras 6 horas de juego a su lado (un tren mal calculado tuvo la culpa) y sentí una rabia e impotencia que no había sentido por ninguna otra “mascota” en un videojuego, puesto que la muerte es permanente y tuve que “pedir prestado” otro caballo para poder proseguir la aventura, perdiendo todos los niveles de afecto que había conseguido.
Un mundo salvajemente bello
Gráficamente, Rockstar ha vuelto a demostrar que la estrategia de pulir y definir un único título durante varios años sirve para explotar una generación de consolas a un punto inigualable, como ya ocurrió con Grand Theft Auto V en PlayStation 3 y Xbox 360.
El uso del sistema de físicas Euphoria combinado con el motor gráfico RAGE de Rockstar consigue un nivel de detalle impecable. La incidencia de la luz en los elementos, los cambios de iluminación conforme pasan las horas, los modelados de los personajes, los detalles de cada animación, el agua de un río discurriendo montaña abajo, la nieve acumulándose en nuestros ropajes y en las crines de nuestra montura… Todo está pulido de manera exhaustiva y casi perfecta.
Podría quedarme horas quieto, en medio de la nada, tan solo observando cómo la fauna se siente totalmente viva a mi alrededor, cómo cambia la luz del sol o de la luna ofreciendo un paisaje inolvidable, o cómo comienza a llover y tanto mi caballo como mis ropajes se empapan a la vez que caen truenos y relámpagos por doquier.
Por supuesto, nada es perfecto, y menos en un título de estas características, de manera que podemos ver bugs menores, como movimientos extraños del caballo al saltar o algunos cambios de cámara poco favorecedores al realizar una acción concreta, pero son tan minoritarios y poco importantes que no llegan a restar en absoluto a la meta gráfica que Rockstar ha conseguido alcanzar en este título.
Yendo a los detalles más mínimos, hasta las armas (nuestras mejores amigas en este entorno) han sido recreadas de manera casi enfermiza, junto con la posibilidad de modificarlas y “tunearlas” casi a placer, de manera que podamos cambiar algunas de sus partes y ponerles distintos acabados, limpiarlas para recuperar su funcionalidad inicial o realizarles grabados para personalizarlas a nuestra manera.
En cuanto al apartado sonoro, la banda sonora de Red Dead Redemption 2 está ejecutada de manera sublime, ya que adapta su actividad a lo que estamos viviendo a la perfección. Los momentos a caballo, totalmente banales e inocuos, están acompañados de una banda sonora que simplemente nos acompaña y “rellena” lo que disfrutamos visualmente con algo suave y sencillo, mientras que en momentos emblemáticos realza la escena de manera épica, con canciones memorables que se quedaran grabadas en nuestra memoria para siempre.
Cantar canciones picantes y joviales en el campamento tras haber realizado un golpe con éxito o escuchar el jolgorio de una taberna al entrar a tomar una cerveza son algunos ejemplos de “inmersión acústica” que podemos encontrarnos en este título.
Y no solo de música está formado el mundo, si no que la cantidad de sonidos que nos rodean en todo momento es realmente abrumadora. Poneos los cascos, parad a vuestro caballo en medio de una ciudad, y dejad que el sonido de los borrachos cantando al lado de una taberna, de los vendedores de periódicos animando a la gente a adquirir un ejemplar, o de los caballos resollando al tirar de un carruaje, os envuelvan y os hagan sentiros como un vaquero más en ese entorno. Lo mismo ocurre en medio de la naturaleza al escuchar el agua correr o a los animales moverse y relacionarse a nuestro alrededor.
El control de Arthur Morgan es muy similar a lo que hemos visto en anteriores entregas de Rockstar, tanto Grand Theft Auto como el anterior Red Dead Redemption.
La principal novedad está en la facilidad para interactuar con nuestro entorno, pulsando L2 para centrar nuestra atención en algo en concreto, ya sea otro personaje o en una montura o elemento de interés, para a continuación elegir qué acción queremos realizar respecto a lo que estemos mirando.
De esta manera podemos realizar acciones de manera muy sencilla y rápida: ¿Provocamos a ese tarugo que está molestando a una señorita en una taberna? ¿Amenazamos a este vendedor para que nos abra la puerta del negocio clandestino de su trastienda? Todo tiene sus pros y sus contras y con tan solo dos botones podemos comenzar una situación que quizás no nos favorezca en absoluto, así que tened cuidado con cómo os comportáis, ya que muchas personas en este título son de «gatillo fácil».
Como ya hemos comentado, toda acción que Arthur realizar tiene su propia animación, y todas ellas están implementadas de manera fluida y natural, de forma que en ningún momento vamos a sentir que el personaje se mueve de manera “robótica” o artificial. Desde despellejar a un animal a simplemente subir unas escaleras, empujar una puerta para entrar a una taberna, montarnos en nuestra yegua o coger un puñado de flechas para añadirlas a nuestra alforja, todo está perfectamente implementado y crea una sensación de realismo que supera todas las expectativas.
Este grado de realismo tan extremo puede pareceros en un primer momento quizás un tanto excesivo y pesado, ya que todas las acciones que realicemos tienen su propia cinemática y eso implica más tiempo empleado entre acciones, pero una vez que entendamos que el objetivo de este título es llevar la palabra “videojuego” a un nuevo exponente, tan solo nos quedará disfrutar del espectáculo visual que se nos ofrece.
Chequear los bolsillos de un enemigo abatido para introducir un reloj en nuestra bolsa a modo de botín, dejar un camino en la nieve al abrirnos paso por las montañas o comprobar cómo tanto nuestro ropaje como nuestro caballo se manchan de sangre tras cargar una presa recién abatida son ejemplos que, siendo más o menos trascendentales, todos ellos ofrecen un nivel de detallismo y excelencia que me ha dejado completamente boquiabierto.
Poniendo una situación muy recurrente a modo de ejemplo: Al cazar a un animal y despellejarlo, cargamos su piel y su cadáver sobre nuestro hombro y luego en nuestro caballo, por lo que tanto él como nosotros nos mancharemos de sangre, así que deberemos cepillarlo para dejarlo limpio a la vez que nosotros tomamos un baño para quitar las manchas de nuestro cuerpo y nuestra ropa, pero siempre tras vender la pieza o se nos pudrirá, quedando inservible, y todo ello acompañado de animaciones, diálogos e interacciones.
En este análisis no está incluido el modo online de Red Dead Redemption 2, llamado Red Dead Online, ya que todavía no está disponible, y llegará en forma de beta pública a lo largo de noviembre, así que cuando podamos jugarlo actualizaremos este análisis para incluir un apartado hablando sobre este esta otra faceta del título.
Nota personal: Red Dead Redemption 2 se lleva la máxima puntuación. No hay ningún título perfecto y éste no es una excepción, pero para mí un 100 es un número simbólico, que representa el esfuerzo que los creadores de este título han realizado para, pudiéndose quedar en algo “sobresaliente”, ir un paso más allá en todos y cada uno de los aspectos que sirven para valorar la calidad de un videojuego, y ha demostrado que la actual generación de consolas puede dar aún mucho más de sí siempre y cuando se ponga toda la carne en el asador y se trabaje de manera magistral para conseguir un videojuego que supera todas las expectativas que se han puesto en él.