Análisis PlayStation VR Worlds

Javi Andrés · 29 diciembre, 2018
Cinco experiencias o demos técnicas en una, cortitas y para toda clase de jugadores

Éste es el juego que debería haberse regalado con el paquete básico de PlayStation VR, no cobrarlo a casi 40 euros. 5 situaciones -o mundos- distintas para que todo el mundo, jugadores de siempre y no habituales, pueda probar este nuevo invento llamado realidad virtual que quiere quedarse para siempre. PlayStation VR Worlds es la más representativa puerta de entrada a esta tecnología en PS4 y algunas de sus posibilidades. Pero no por ello es el mejor juego que estrena el dispositivo ni se corta en proponer experiencias tan básicas como ese pong en primera persona llamado Danger Ball o el conformista Inmersión, visto hasta en la sopa en todas las presentaciones del nuevo periférico de nuestra consola. Ése es el gran handicap de PlayStation VR Worlds, que es imprescindible porque propone experiencias para todos los públicos e ideales para enseñar en casa, pero al mismo tiempo es muy superficial y blando en cada una de esas experiencias.

The London Heist es lo mejor del paquete, sin lugar a dudas. Pero dura poco más de media hora y solo nos pone la miel en los labios de algo muy superior que, quiero entender, estará por venir en un futuro. Es una especie de demo de un juego mayor y que apuntaría maneras. Pero no, ese juego no existe aquí, y vamos a tener que conformarnos con estos pocos actos cortos donde se nos pide disparar, enredar con el escenario y tomar alguna decisión rápida. Imperdonable jugarlo con DualShock 4, que también se puede, pero que no consigue ni por asomo las mismas sensaciones y sorprendente realismo de interacción que con un PS Move en cada mano.

Algo parecido ocurre con Odisea Scavenger, la otra gran propuesta por capítulos de PSVR Worlds. Súper fácil y muy guiado, este shooter de unos cuantos niveles que superar en una hora aproximadamente nos cuenta un viaje en primera persona hacia una fuente de energía desconocida, en un espacio exterior repleto de huevos de alienígena y peligros. El control es muy satisfactorio y el apuntado con la vista supone una mayor inmersión y naturalidad, pero se vuelve a quedar en algo demostrativo que no te corta toda la experiencia cuando empieza a profundizar en mecánicas y a ponerse más exigente. Con PSVR Worlds, así con Batman Arkham VR, tienes siempre esa sensación de ejemplo de pruebas, nunca juego completo. Pero los precios sí que son completos, sí…

Luego están Danger Ball y VR Luge, insípidos pero eficaces en lo que pretenden, enseñar que con los movimientos de cuello y el casco se puede jugar. El primero, el clásico pong actualizado, como decíamos. Divertido para poner a invitados y que se sorprendan con el efecto 3D. El segundo, una decepción respecto a lo que prometía. El descenso en monopatín no es riguroso en las velocidades, no se maneja del todo bien por pecar de demasiada suavidad -algo que ocurría también con los sensores de movimiento- y no dispone tantas carreras o variedad como cabía pedirle. Y, por último, Inmesión, el descenso a las profundidades para amortizar la tridimensionalidad y poder ponerle el casco a los abuelos sin que tengan que tocar nada, solo contemplar y dejarse sorprender.

Nada más. Esto no termina de atar un paquete de 40 euros. Bien es cierto que PlayStation VR Worlds será el juego que más usemos a medida que vayamos enseñando nuestro nuevo juguetito de realidad virtual a las visitas y amigos. Y que también es un título que tiene Trofeo de Platino y posibilidad de segunda y tercera vuelta para completar todos los desafíos de cada juego. Pero, en general, se antoja pobre, insuficiente para un jugador habitual. Por suerte, el acabado visual de todas sus experiencias es magnífico, hay pequeñas sorpresas en los 5 juegos y la mayoría de viajes están bien explicados y presentados.


Salir de la versión móvil