Análisis Nioh: El Dragón del Norte
Los primeros meses del año nos han dejado unos cuantos juegos de lo más interesantes. De hecho, 2017 comenzaba con una fuerza inusual, con dos exclusivos que parecen hechos expresamente para nombrarse durante galas de entrega de premios a Juego del Año. Koei Tecmo se marcaba un tanto muy importante con Nioh, el juego en el que Team Ninja ha estado trabajando unos cuantos años. Dos meses después, nos llega el primero de los tres DLCs que conforman una campaña aparte. Esta semana se ha lanzado El Dragón del Norte y era imposible que no lo jugara para hablaros de él.
El DLC tiene lugar, cronológicamente, después de que termine la historia principal. Tokugawa, después de la victoria en la batalla de Sekigahara, afianza lo que más adelante serán los dos siglos y medio que abarca el Período Edo. Pero, en esta reinterpretación de la historia, Date Masamune, gobernante de la región de Tohoku, planea una nueva guerra. Si ya de por sí el Dragón Tuerto no fuera lo suficientemente peligroso por su agresividad y experiencia militar, de alguna manera tiene a su mando un ejército de Yokai.
La espada de la estrella del norte
Esto supone que William, por supuesto, se reúna con Hanzo en esta región norteña para descubrir qué es lo que está pasando. Poder controlar a los Yokai es muy mala señal y no hace falta ser un estratega militar o un genio para saber que esto sólo puede terminar mal. Y sobre todo, para averiguar por qué Masamune ha decidido traicionar a Tokugawa.
El nuevo viaje, como decíamos, nos lleva a la región norte de Japón, y aquí el frío es muy evidente y parte fundamental de todo el entorno que nos rodea. Todos los escenarios que recorreremos se caracterizan por la nieve, el hielo y el frío que cubre casi cada rincón. Esto también es aplicable a los enemigos. Si bien los enemigos que son «carne de cañón» (humanos de distintos tamaños y equipamiento) son los mismos, en Tohoku hay enemigos enormes y que se caracterizan también por este gélido ambiente.
Tenemos a los Uniojo de hielo, que son básicamente los mismos bichos pero en azul. Nada del otro mundo. Pero los otros dos tipos de enemigo son simplemente terribles. Por un lado hay una suerte de Oni de tres metros armado con unos espadones con los que dudo mucho que se dedique a preparar sushi. Quizás sashimi de William. Por suerte, no son especialmente frecuentes. El tercer tipo de enemigo nuevo es una monstruosidad con forma de serpiente que sale del cuello de algunos enemigos, que es capaz de escupir bolas de veneno y fuego a larga distancia, o lanzar lo uno y lo otro en arco con bastante alcance. Acercarse tampoco es muy buena idea, porque nos puede agarrar y golpear con bastante mala leche.
Estos dos últimos tipos de enemigo serán como siempre lo más peligroso de nuestro viaje hasta que nos acostumbremos a ellos, pero como siempre, si salen dos y no conseguimos quitarnos a uno de encima rápidamente, estamos acabados. Molan bastante, pero el susto que te llevas la primera vez que te los cruzas es considerable.
Por suerte tenemos un nuevo juguete con el que pasar el rato con estos amigos. Si bien el DLC añade algunas piezas de armadura nuevas (algunas, como el casco con cuernos de dragón azul, bastante atractivas), el plato fuerte es la Odachi. Esta katana sobredimensionada es el equivalente en cualquier RPG al espadón a dos manos, tan ausente en el juego principal.
Si bien seguramente se podrían haber limitado a darle un movimiento similar al del hacha, la Odachi cuenta con sus propias animaciones, ejecuciones, ataques especiales y en definitiva, su propia rama de habilidades e incluso técnicas esotéricas a desbloquear. Se trata de un arma ciertamente lenta, con bastante potencia y que en mi caso particular ha terminado por sustituir al hacha como arma de ataque fuerte. No se «come» tan rápidamente la energía, pero es muy dañina.
Echo en falta un poco más de variedad en este sentido. Es decir, como nuevas piezas de equipo sólo está esto, la Odachi, y las piezas de armadura de sets característicos y que os podéis imaginar. O sea, los de los jefes, como en el juego principal, y alguna cosilla más como el casco que decía antes.
En cuanto a la relación duración/precio que suelo tener en cuenta y a la que doy una importancia especial en el caso de los DLCs, se cumple con creces el 1€/1 hora. El Dragón del Norte tiene tres misiones principales y cinco o seis secundarias. Son todo misiones de alto nivel (150 para arriba) y que os van a durar, en la primera partida y si procuráis dar con lo Kodama, fácilmente una o dos horas cada una de las principales y en torno a unas tres o cuatro para las secundarias. Con la posibilidad de jugar después en una dificultad superior a cambio de nuevas y más valiosas recompensas y poder desbloquear skins femeninos (entre ellos, Ohatsu y Ginchiyo, por supuesto), los 9,99 euros que cuesta quedan bastante amortizados, la verdad.
El inicio de un nuevo viaje
El Dragón del Norte es, ni más ni menos, que el prólogo de un arco argumental que implica la entrada de otro enemigo que hasta ahora estaba en la sombra. Para cuando finalicemos el DLC, después del combate contra el jefe más complicado de todo el juego hasta el momento, entenderemos que la cosa no ha hecho más que empezar. La batalla seguirá con el segundo DLC y que, salvo sorpresa, nos llevará a tomar parte en el asedio de Osaka. Esto posiblemente sea el mayor punto en contra del DLC: quizás habría preferido esperar más y encontrar un único DLC con las presumibles tres nuevas regiones a explorar. Si los dos que faltan son como este, los 24,99 del Pase de Temporada estarán más que justificados.
Si bien estaría bien algo más de variedad con las nuevas armas (estaría encantado de usar la del jefe final de la última misión) y quizás algún nuevo poder para las magias o el ninjutsu, los combates siguen siendo igual de espectaculares. Además del jefe al que he hecho mención, no faltan fases con duelos singulares o en desventaja de 2 contra 1. Por cierto, preparaos para sufrir, porque el temita del Talismán de la Pereza ya no es demasiado útil, así que ya no vale para usar el «modo fácil» ya que se ha reducido enormemente el tiempo que dura el efecto.