Ghost Games vuelve a la carga con Need for Speed Payback. Tras reiniciar la marca en 2015 con una propuesta notable, aunque no terminó de convencer a los incondicionales de la franquicia, el estudio se atreve con una propuesta mucho más grande en fondo y forma, en la que es fácil distinguir los elementos que han sido bien implementados y los que no. Payback alterna, posiblemente de forma inconsciente, cuestiones jugables de lo más interesantes con otras frustrantes, a la vez que presenta una historia tan cargada de clichés que resulta complicado sentir algún tipo de empatía por los diversos personajes que desfilan por la aventura.
No obstante, no quisiera dejarme llevar por el «vinagrismo» desde el primer instante, por lo que también considero de recibo destacar el notable trabajo visual del título, que recupera los ciclos de día y noche para el deleite de nuestros ojos, a la vez que ofrece un mundo enorme repleto de misiones y contenido. Need for Speed Payback lo tiene difícil para convertirse en un juego que guste por completo a los seguidores incondicionales de la saga de EA, que no termina de encontrar su hueco en la actual generación, donde otros arcades de conducción han conseguido mejores resultados.
La enormidad del Valle Fortune a nuestra disposición
Need for Speed Payback presenta a Tyler Morgan, al que acompañan Jessica MIller y Sean McAllister en sus chanchullos barriobajeros que bien podrían coincidir en intenciones con los de Toretto y el resto de macarras de la franquicia cinematográfica A Todo Gas. El equipo protagonista es traicionado por la organización conocida como La Casa, lo que iniciará un plan de venganza que carga con todo el peso de la trama de la aventura que nos ocupa. La historia, aunque tiene sus momentos, termina por resultar poco interesante y, aunque en una producción como Payback no debería ser tan importante, lo cierto es que no atrapa lo necesario como para intentar conocer el final. Será que las historias de malotes dejaron de interesarme hace tiempo y las de venganza requieren algo más que clichés con patas para despertar mi interés.
Por suerte, lo poco inspirada que resulta la trama del juego se ve compensada por lo divertido del conjunto. Ghosts Games ha cargado de contenido Need for Speed Payback, que ofrece misiones de todo tipo y condición, a la vez que abre las posibilidades a nuevos estilos de conducción al tomar nota de otras producciones del género arcade, apostando por las carreras al volante de vehículos de diferentes categorías, incluyendo todoterrenos. Nuestro principal objetivo será dar caza a Lina Navarro y La Casa, por lo que tendremos que hacernos un nombre entre las bandas callejeras del Valle Fortune, a la par que conseguimos piezas para nuestros vehículos y competimos en carreras donde no faltan los derrapes y los acelerones con nitro. El punto álgido de las misiones lo encontramos en aquellas donde los tres protagonista trabajan en equipo y se controlan alternativamente para superar un determinado objetivo, aunque estas espectaculares partes del juego son menos abundantes de lo que me hubiera gustado.
Las opciones de personalización de los vehículos, casi idénticas a las del anterior Need for Speed, los desafíos que se distribuyen a lo largo del escenario, el sistema de niveles similar al de un RPG, las cartas de mejora de vehículos (SpeedCars) y los Cargamentos (básicamente, cajas de botín) completan una experiencia divertida, pero irregular en su planteamiento. Sobre las cajas de botín o Cargamentos, no puedo más que deciros que pueden adquirirse jugando al título, aunque la opción de gastar dinero está presente. EA y otras compañías han convertido este modelo de negocio en algo habitual de un tiempo a esta parte, por lo que su presencia no sorprende, aunque puede molestar a determinados consumidores. Y no me olvido de la posibilidad de restaurar coches abandonados, cuya localización desvelamos al derrotar a una banda rival. Como veis, contenido suficiente para tenernos ocupados incluso más allá de la historia principal.
En lo visual, Need for Speed Payback se olvida de la noche casi perpetua de la anterior entrega y nos regala un paisaje desértico de lo más resultón, recuperando para la ocasión los ciclos de día y noche, como ya decía anteriormente. Ghost Games no ofrece el trabajo más puntero del momento, pero lo cierto es que me ha resultado fácil y cómodo dejarme atrapar por la mezcla de entornos del Valle Fortune, inspirado por el desierto de Nevada y la ciudad de Las Vegas. No resultan igual de atractivas las secuencias cinemáticas, las animaciones de los personajes o las físicas de impacto, así como quedan al descubierto las trampas que propiciaba la oscuridad del juego previo. Con todo, perderse por los parajes naturales del gran entorno de Payback me ha resultado de lo más atractivo de la propuesta. Una propuesta que no se olvida de añadir online al conjunto, con unas opciones multijugador que me parecen anecdóticas. Eso sí, en esta ocasión no es necesario permanecer conectado en todo momento para poder jugar, algo que sin duda agradará a muchos.
Need for Speed Payback, resumiendo, es un título que lo hace todo con cierta dignidad, pero no termina de funcionar o de sobresalir en nada. El entorno ideado por Ghost Games está bien surtido de posibilidades, la variedad de misiones encaja bien con la jugabilidad del título, que resulta bastante divertido en su conjunto. Y aún así, la marca parece desfasada y necesitada de una reformulación de ideas que me haga pensar en su necesidad dentro de la saga y no en un título que parece destinado únicamente a recordar que Need for Speed sigue existiendo. La narrativa cinematográfica es mucho menos atractiva que las secuencias de imagen real del anterior título y es muy probable que los seguidores incondicionales de la marca estén pensando ya en otras cosas.