Análisis Micro Machines: World Series
La marca Micro Machines vuelve a consolas tras un tiempo alejada de las máquinas de sobremesa. Codemasters recupera la franquicia con World Series para ofrecer una nueva propuesta de jugabilidad arcade, repleta de nostalgia y centrada en presentar una serie de opciones multijugador que intentan recuperar la diversión de antaño. El título llega a las tiendas a precio reducido, algo menos de 30 euros que podrían convencer a los habituales de la marca, relegada al mundo de los dispositivos móviles en su última entrega y poco inspirada en este World Series que protagoniza el texto.
Y es que, aunque Codemasters se mantenga fiel al espíritu de los primeros títulos, echo en falta más contenido y opciones monojugador. Las partidas locales aportan la diversión de antaño, aunque existen pocos modos de juego y la vertiente en línea no siempre funciona como me gustaría. Micro Machines: World Series es un título directo y sin más ambición que entretener al jugador o a la jugadora durante un puñado de horas, aunque en estos momentos haya propuestas bastante más completas con un planteamiento similar.
Carreras, multijugador y desbloqueables
Micro Machines: World Series recupera el sabor clásico de la competición apostando, como destacaba antes, por una jugabilidad arcade al alcance de todo el mundo. No hay que preocuparse en ningún momento por intentar conseguir una conducción perfecta, aquí lo que importa es la velocidad y la precisión con la que tomamos las curvas. Aunque es posible disfrutar del título en solitario, es en su vertiente multijugador donde reside todo su potencial, con modos de juego poco originales, pero muy eficientes en su función. De esta forma, además de las clásicas carreras, podemos jugar combates motorizados a través de la opción Batalla, tan divertida como sencilla en su concepción.
Codemasters también incluye en la propuesta eventos que se van sucediendo con el paso del tiempo y opciones de competición que están desbloqueadas hasta alcanzar el nivel 10. Y es que Micro Machines: World Series nos invita a subir de rango según vamos completando carreras u otras disciplinas para poder así desbloquear una serie de elementos coleccionables y cajas de botín que aportan algo de personalización al conjunto y hacen que el título resulte más variado. Tristemente, ni aún así consigue ofrecer todo el contenido que me hubiera gustado, por muchas referencias que haya a los títulos originales.
Mientras que el multijugador local permite enfrentamientos entre cuatro jugadores, el apartado online enfrenta a un total de 12 usuarios, con la IA ocupando el espacio de los puestos vacíos. Capturar la bandera o Rey de la Montaña son algunas de las opciones presentes, siendo posible descubrir la gran mayoría en solitario. No obstante, conviene tener presente que Micro Machines siempre ha sido una experiencia centrada en la competición arcade y los piques entre usuarios, por lo que World Series no cumplirá con las expectativas de aquellos que busquen un título para jugar en soledad.
Codemasters también se queda corta a la hora de ofrecer vehículos, con sólo 12 disponibles en todo el juego. Tampoco hay un gran número de localizaciones, que para colmo se repiten más que el ajo en las partidas online, al menos en mi caso. Por suerte, sí resultan llamativos los niveles de Micro Machines: World Series. Cada pista de carreras toma como base algún escenario de la vida real: desde mesas de billar hasta cocinas, jardines o laboratorios. Todo repleto de pequeños detalles, como la máquina tragabolas con hipopótamos y otros juguetes de la marca Hasbro. También hay potenciadores para intentar hacerle la puñeta al resto de jugadores, en esta ocasión bajo la forma de proyectiles y otros elementos de acción de NERF.
También me ha sorprendido la efectividad de la que hacen gala los pequeños vehículos conducidos por la IA, una verdadera campeona capaz de colarse entre los puestos de cabeza de una carrera en línea, cuyos emparejamientos no suelen tardar mucho. Con todo, World Series presenta un sistema online algo desfasado, que nos obliga a salir al menú cada vez que terminamos una partida y poco eficaz a la hora de llevar a cabo el emparejamiento en determinadas modalidades de juego. Hay escasa originalidad en el título, aunque imagino que está directamente relacionado con el factor nostálgico del que hace gala.
En lo que sí me ha convencido del todo Micro Machines: World Series es en lo simpático que resultan sus diferentes niveles. Es cierto que el título de Codemasters está muy lejos de ser un portento gráfico, pero cada escenario está repleto de pequeños detalles, como esa batidora que lo está dejando todo manchado en el nivel de la cocina o el hielo que se rompe a nuestro paso en el jardín. El apartado artístico del juego sobresale frente al modelado de los vehículos y cualquier otro tipo de elementos técnicos, que mantienen un nivel aceptable durante todo el título, sin llamar la atención en ningún momento.
Lo mismo sucede con el apartado sonoro de la obra, en el que destaca una localización total al español. Los efectos de sonido y la banda sonora cumplen su labor, pero están lejos de ofrecer un trabajo excepcional. Codemasters ha intentado recuperar el sabor clásico de Micro Machines, cosa que ha conseguido, pero por el camino se ha olvidado de añadir algo inédito que sume al concepto de la marca, que lleva entre nosotros un montón de años como para limitarse a ofrecer lo mismo de siempre.
Dicho todo esto, y por dejarlo claro, Micro Machines: World Series es muy divertido cuando suma 12 jugadores en su faceta online o cuatro personas coinciden en un salón y se disputan la victoria entre bebidas espirituosas. Le falta contenido, más variedad de modos de juego, escenarios y vehículos, aunque también es cierto que está disponible por menos de 30 euros y eso es algo que nuestro bolsillo siempre agradece. Aquellos y aquellas que conozcan la franquicia pueden esperar un título nostálgico y muy parecido a los de hace años, mientras que el resto quizá prefiera dedicar su tiempo a juegos de corte arcade bastante más completos y espectaculares que el que nos ocupa.