Ha pasado algún tiempo desde que lo conocimos, pero Little Nightmares ya está dispuesto a convertirse en uno de los referentes del panorama independiente de 2017. Al menos, todo lo independiente que puede ser un juego distribuido por Bandai Namco, que no lo dudó ni un instante a la hora de hacerse con los derechos de distribución de esta notable pesadilla, una aventura de plataformas y puzles que hemos visto de diferentes formas durante estos años y que ahora nos llega contada desde el particular prisma de Tarsier Studios. Aquí llama especialmente la atención el apartado artístico de la obra, con una ambientación tan tétrica como atractiva, que ha conseguido mantenerme pegado a la pantalla durante toda la partida.
Al desplazamiento lateral por entornos lúgubres y escabrosos se une una banda sonora estupenda, que no hace más que sumergirnos en esta particular pesadilla. Con claras influencias de grandes obras maestras contemporáneas como Limbo o Inside, el juego anteriormente conocido como Hunger consigue destacar con personalidad propia gracias a una historia macabra, en la que su protagonista no es más que el avatar atemorizado e indefenso del propio jugador. Es cierto que ya no sorprenden tanto este tipo de propuestas, que durante los últimos años parecen haber proliferado en determinados ámbitos del panorama independiente, pero Little Nightmares confirma lo que muchos esperábamos.
Plataformas y puzles salidos de una mente enferma
El juego de Tarsier Studios nos lleva hasta un lugar conocido como Las Fauces. Allí, la pequeña Six deberá hacer todo lo que esté en su mano para conseguir escapar con vida de una pesadilla que parece no tener explicación. La fantasía se da la mano con lo macabro de tal forma que en muchas ocasiones he creído estar viviendo uno de los cuentos más memorables de Tim Burton o Guillermo del Toro, con un poderío visual similar al del estudio de animación Laika. Las influencias de Little Nightmares van desde las evidentes hasta las más recónditas y, como suele suceder en estos casos, dejaré que seáis vosotros mismos quienes las descubráis.
Al igual que otros títulos de corte similar, Little Nightmares empieza de golpe, sin dar ninguna explicación al jugador. Estudios como Playdead han hecho de esta impactante mecánica de juego todo un arte, por lo que Tarsier Studios apuesta por el mismo formato y mete a Six en una suerte de casa de muñecas submarina en la que no faltan los peligros. La mención al estudio danés no es casualidad: aunque muchos otros desarrolladores independientes apuestan por historias macabras y de fuerte personalidad adulta, lo cierto es que Playdead es el estudio que mejor ha sabido explorar y explotar estas características en los últimos años. Tarsier Studios ha tomado buena nota de ello y aprovecha mucho de lo que ya conocemos, con una imaginería audiovisual que impresiona desde el principio.
La acción se divide en secciones dentro de ese laberinto bautizado como Las Fauces, con diversos puzles y acertijos para resolver. Little Nightmares está lleno de sorpresas, de coleccionables que no lo parecen a primera vista y de situaciones tensas. Y es que Six no se encuentra sola y algunas de las criaturas más bizarras que recuerdo la persiguen sin descanso. Al igual que otros juegos similares, lo nuevo de Tarsier puede resultar poco atractivo para una segunda vuelta. Su duración no es extensa y no es complicado superar los acertijos, aunque también es cierto que su precio en formato digital es justo (también sale a la venta en físico, algo más caro).
Little Nightmares me ha hecho correr, esconderme en las sombras, despistar a los enemigos, intentar salvar a unas pequeñas criaturas y deambular por conductos de sepa Dios qué. Lo nuevo de Tarsier recurre al ensayo y error para solucionar sus puzles, con guardados automáticos ubicados estratégicamente, algo que viene de perlas tras fracasar varias veces en determinados puntos. Six no puede más que saltar, usar un mechero y arrastrar algunos objetos, por lo que ingeniar la solución a los diferentes misterios requiere de nuestra perspicacia en casi todo momento. Conocer a los enemigos y descubrir pronto sus debilidades me resultó básico para este análisis, aunque no tienen la IA más avanzada del mundo. Tampoco creo que Tarsier lo pretenda, puesto que no dejan de ser monstruos motivados por algo tan simple como la destrucción.
El Unreal Engine 4 cumple su función de manera sobrada con esta propuesta, que en ningún momento busca ser un portento gráfico, aunque su gran apartado artístico ayuda a crear una ambientación que no he podido dejar de alabar a lo largo y ancho del texto. Por lo demás, pasando por cuestiones técnicas, Little Nightmares se mueve a 1080p y 60 FPS de forma estable, lo que no hace más que cohesionar ese mundo grotesco que Tarsier Studios se ha sacado de la manga. Los miembros de este equipo formado por algunos de los creadores de LittleBigPlanet, decidieron convertir sus pesadillas en un videojuego, algo que resulta tenebroso y muy satisfactorio desde el punto de vista audiovisual.
Little Nightmares apuntaba maneras desde su mismo anuncio, cuando aún se le conocía como Hunger. Lo nuevo de Tarsier Studios consigue transmitir una personalidad notable gracias a una ambientación brutal, que logra convertir en atractiva una pesadilla grotesca y tenebrosa influenciada por otros juegos similares, así como por otras disciplinas artísticas. Aunque su duración no es la más elevada, el problema real de la obra es que plantea una jugabilidad y una serie de enigmas que ya conocemos. Aunque la sensación de haber visto antes los puzles es innegable, todo el misterio que rodea a Las Fauces y a Six hace que el viaje merezca la pena.